Estamos ya en Semana Santa. Y yo que soy muy fiel a mis tradiciones, me he tomado la semana libre. Y tu dirás, libre de qué.. pues libre de mi.
Libre de planificación, organización, horarios, y agenda.
Voy a dedicarme únicamente a labores vitales para la subsistencia, a dormir, y a hacer lo que me vaya latiendo.
Quería hacerme una cura de sueño, y ya sé que eso no va a ser posible, no si antes no me pongo el uniforme de la vecina gruñona y antisocial que tiene que ir dando golpes en puertas y ventanas para que unos bajen la música, y otros dejen de pelearse.
Vivir en un edificio no es fácil. Vivir en confinamiento en un edificio es otro nivel. Así como dicen que no todos estamos preparados para vivir en aislamiento, en el campo o en según qué condiciones, hay un buen número de personas que tampoco están preparados para esta sociedad. Porque se presupone que vivir en sociedad es algo que todos sabemos, y mira, pues no.
Esto de fumar en la ventana de un patio interior, mientras los demás cogen tus humos, lo ven normal. Poner la música al volumen de una verbena un martes a media mañana, lo ven normal también. Dar portazos, arrastrar muebles, o poner la lavadora (o cualquier otro electrodoméstico) antes de las 8 o después de las 11 pues parece que también es normal. Ya no te digo nada de eso de sacar la bolsa de la basura a la puerta. Claro que si te parece bien vivir en un sótano, lo demás te parece una tontería. Sabes qué es lo bueno, que son inquilinos, y que en aproximadamente dos tres meses se dan cuenta de lo inhabitable que es vivir en un sótano, y se van. Pasan otros dos o tres meses sin inquilinos, y vuelve a empezar el ciclo. Estos están recién estrenando el sótano, en plena cuarentena, ¿cuánto tiempo les damos?
Ya no sé si es el confinamiento o que simplemente estoy gruñona hoy, pero madre mía qué hartura tengo. Ya no cuento los días para que se acabe la cuarentena, cuento los días para poder irme a nuestra nueva casa.
Lo último que hice la semana pasada, fue un super diagrama de Gantt con todo lo que tenemos que hacer para empezar a llevar nuestras cosas. En cuanto nos den vía libre, me pongo manos a la obra. Porque de esta cuarentena me han quedado claras dos cosas: mejor sin vecinos, mejor con terraza. Las dos cosas las cumplimos en nuestra nueva dirección. Y fíjate, que no sé si es el día, o que tengo activada la intuición, pero aún sin salir de esta, tengo la ligera sospecha de que no va a ser el último confinamiento que vamos a vivir.
Mientras, tengo las agujas echando fuego. El segundo de la cuarentena es el Soldotna. Hecho íntegramente con lana que tenía por casa. Me quedo corta si digo que estoy encantada con el resultado. Lo tejí en apenas una semana, y ya cuando lo tenía bloqueando, monté el siguiente. También de colourwork y también de la misma diseñadora. Un crush total con la técnica y con sus patrones.
Lo he tejido mientras veía la temporada completa de Locke & Key, que no me pudo gustar más, y que me situaron, salvando las distancias (espero), en lo que viviremos próximamente: la reforma de una casa antigua.