Ha llegado el momento. Este será el último post que publicaré aquí. Será la entrada 1.338. Me gusta que acabe en 8, no lo había planificado, y este número infinito me da la confianza que siempre trato de buscar en momentos de incertidumbre. Eso no ha cambiado, mi afición de buscar señales en cualquier cosa, sobre todo números, para tratar de bajar los niveles de cortisol que siempre llevo en sangre.
Sigo aprendiendo a vivir. Y he encontrado algunos trucos que me han hecho el camino más amable, y un poquito menos cuesta arriba. Escribir por ejemplo. Tejer, por supuesto. Mover las manos, en definitivas cuentas.
Hago un recorrido por la Violeta que he sido durante los últimos 20 años, y no puedo evitar sentir bastante vértigo y mucha ternurita.
Estos días he visto en varias entrevistas que preguntaban al protagonista de la misma, que mensaje se darían a la persona que fueron. Y yo lo tengo clarinete: keep going.
Sigue nadando. Sigue moviéndote. Aguanta.
Sobre todo en aquellos días en que nada parecía tener sentido. En que todo dolía, y que todo era negrura… Keep going. Porque pasa, todo pasa.
Y un día decides que lo que escribes evoluciona. Y se hace libro; y después del primero sigues, y cuando te vienes a dar cuenta, has publicado cuatro, y te ves con más gente de la que nunca imaginaste en el salón de TuNorte, hablando sobre todo eso que te hace brillar los ojos. Y firmas muchos de esos libros, y te vuelves a casa con el corazón más lleno de abrazos que de letras. Y todo el liviano, y llevadero.
Voy a seguir escribiendo, porque ya no sé no hacerlo, pero me mudaré de casa. Si quieres que siga compartiendo contigo lo que voy viviendo y escribiendo, pásate por aquí.