Brindo por nosotras

Hace unos días hablaba, más bien escuchaba, las preocupaciones de una amiga. Estaba viendo (viviendo) de forma tangencial, una situación personal de una tercera, y estaba viendo de forma nítida y clara como ésta entraba en barrena, sin saber bien cuándo se iba a llevar el golpe. Porque lo que sí estaba claro es que la cosa iba a terminar en ostión.

Yo escuchaba y asentía, porque podía ser un back-in-time de mi vida. Como si le hubieran dado al botón de review y me devolviera a aquella época que en mi cabeza está en nebulosa, y que me cuesta tanto recordar. En este punto no sé si me cuesta porque definitivamente mi cerebro lo borró,  si es porque el daño fue tan bestial que es irreparable y nada se puede recuperar de ahí, o porque finalmente está tan superado que no queda nada ahí.

Pero al escuchar la historia, se me vienen a la mente situaciones como fogonazos. Las mentiras, la manipulación, la necesidad del machirulo por controlarte, por anularte, por terminar de infundirte la estúpida creencia de que no vales nada.

Y lo que queda después de ponerte a salvo: la culpa. La culpa de haberle dejado llegar tan lejos. De haberle dado la posibilidad de hacer de ti alguien en quien no te reconoces. Y pasas de víctima a culpable. Merecedora de todo lo que te ha pasado, por no haber cuidado bien de tus bases. Y entonces te das cuenta, mucho más tarde, de hasta donde ha llegado el daño.

Pero un día, de pronto, cuando por fin estés a salvo, puede que leyendo un artículo de Barbijaputa, o escuchando su podcast, o puede que el clic suceda al ver a alguien con esa mirada opaca que reconoces, con la risa congelada por el miedo, o con lo movimientos medidos, como pidiendo permiso. Entonces te das cuenta de que tu no eres la culpable de nada, que eres víctima, con mayúsculas y en neón.

Pero para eso pueden pasar muchos días, y ahora, lo que puedo ver es lo mal que lo pasan las personas alrededor de ti, que te quieren y que ven como te vas disolviendo poco a poco, por la acción de un machirulo que actúa en ti como un ácido corrosivo. La impotencia, la incapacidad, la frustración… de nada de eso se habla. Porque claro, los de fuera ven con total claridad donde estás, pero no hay daños tangibles que justifiquen que te cojan en volandas y te saquen de ese pozo de oscuridad. No pueden hacerlo, tu eres adulta (y en teoría, capaz), para decidir. Y esa es la cuestión, no lo eres. Estás incapacitada para tomar decisiones que salvaguarden tu seguridad. Si hay daños físicos, es fácil, doloroso pero fácil. ¿Pero qué hacemos con los otros daños, con el otro maltrato?.

En mis momentos más oscuros, llegué a pensar que incluso era merecedora de todo ese sufrimiento. Hoy, no puedo recordarlo de forma automática, tengo que ir a las múltiples libretas, al blog, a esos fogonazos que me vienen traídos por vivencias de otros, para poder rememorar esa época. Y me asombro, y me asusto. Y siento total compasión por cualquiera que esté viviendo algo así. Y me planteo qué puedo hacer para ayudar. Y no doy con ninguna solución viable. Y eso, me entristece y me frustra mucho más.

De momento me quedo afónica señalando cada pequeña situación que no es normal. Me esfuerzo en quitarle la normalidad a cosas que no lo son. Porque siempre voy a preferir que me llamen feminazi, feminista y fea, histérica, que pensar que hay alguna chica por ahí pensando que merece que la traten como me trataron a mí.

Ha pasado mucho tiempo, y hoy soy capaz de brindar por el momento en que me puse las gafas violetas, y que me capacitó con un sensor especial para reconocer el abuso, el control y la manipulación. Brindo por las que lo pasaron conmigo, por las que van a apoyarse en nosotras para salir, y brindo porque con un poco que haga cada uno, los machirulos queden relegados a la extinción.

Entre todas, podemos

Si te vuelvo a ver pintar..

Esta mañana al volver al coche, para irme a casa después del trabajo, me encontré con un corazón en el espejo retrovisor.

Así de tierra tiene el pobre coche, que no merece que le preste tan poca atención, con lo atento y cumplidor que es conmigo. Si hay una tarea que me da pereza infinita es la de limpiar el coche. Y entre la tierra constante que hay por aquí, y una niña que tampoco es que sea extremadamente cuidadosa con lo que va dejando en la parte de atrás, donde campa como única usuaria, el coche parece un estercolero. No lo merece como digo, y pondré empeño en remediarlo, a ver si lo consigo.

Pero hoy, la tierra le sirvió a un artista que le pareció un perfecto lienzo para dejar un mensaje amoroso. No hace tanto, o sí.. espera que cuento… pues igual sí que hace tanto. Nada más y nada menos que 10 años, cuando en otro coche, lleno igual de tierra, me dejaron un mensaje mientras trabajaba en la obra. En aquella ocasión me puse frenética, porque el mensaje era una etiqueta de posesión que un nosécómocalificarlo quiso ponerme; hoy me dio ternura, porque un corazón siempre sale de una persona contenta, enamorada, puede que incluso ilusionada.. no sé, yo diría que ese corazón venía de una persona feliz.

Cuando MiMariposita salió del cole, me preguntó pícara, si el coche tenía algo distinto. No supe bien qué contestarle, porque me parecía raro que me preguntara por el corazón. Al ver mi cara de extrañeza, tuvo a bien darme la explicación completa: te dejé un corazón en el espejo, para que no te olvides de que te quiero cuando estás trabajando.

Me temblaron las piernas, un poco. Esta niña tiene la extraña habilidad de sorprenderme, cada día. Pero lo mejor, es que me reafirma, es una persona feliz, que es lo que más me importa.

Imaginación en los fogones

Me gusta cocinar. Lo paso bien en los fogones, y aunque siempre me ha movido más el gusto por cocinar para otros, hace ya algún tiempo que disfruto muchísimo cocinando lo que me voy a comer después.

Hoy siento la necesidad de poner por aquí mis últimos descubrimientos culinarios, que me ayudan mucho a mejorar mis platos. En casa comemos verdura cada día, no como a mí me gustaría, pero verdura al fin y al cabo. Yo estoy un poco cansada de la crema, así que voy llenando el plato de tropezones. Hace unos días ojeando el libro de Ottolenghi vi que a una crema de lentejas, proponía añadirle rúcula, ralladura de limón y semillas. Desde entonces he probado a ponerlo en cremas de cualquier tipo, y admite también: cilantro, yogur griego, y cualquier otro brote verde. La verdad es que cambia considerable el plato, mejorándolo muchísimo.

Hace ya dos años que cocino en Crockpot y no puedo estar más contenta. Solo le pongo una pega: el olor. Que claro, todas esas horas, eso cocinándose ahí, oler, pues huele. Esta semana metí toda la verdura que tenia por la nevera (zanahoria, cebolla, habichuelas, y pimientos), y un trozo de carne de vaca, de la que se le dice para componer. Le puse un poco de concentrado de tomate, y un vasito de agua. Y 6 horas a temperatura alta. Lo que salió fue un auténtico espectáculo. Que nos comimos con sémola, y que el resto guardamos para hacer burritos.

He visto por ahí que ahora hablan de MealPrep.. y descubro que soy pionera, porque esto no es más que hacer comida para la semana. En eso, la auténtica jefa es la Sra.Webos. Seguro que todo el mundo sabe de quien hablo, pero por si acaso, vete corriendo a su web. Sus recetas salen siempre, y son recetas de toda la vida, de una cocina de familia, aunque no sean más que dos miembros, como en mi caso.  Las medias noches de su página, ya son un clásico en nuestra cocina. En un libro de Ibán Yarza, leí que el truco de estas masas, para que duraran tiernas más tiempo, era darles poco fuego. Y con esta masa eso se cumple al completo. Sigo el tiempo exacto que dice la receta y las saco del horno. Lo mejor es que congelan estupendamente. Te las haces, y tienes desayunos o meriendas resueltas durante un tiempo. Las saco uno diez  o quince minutos antes de comerlas, y luego si me apetecen calentitas, les doy diez segundos en el micro. La masa es un espectáculo.

Las rutinas hechas rituales

Soy una auténtica fanática de la organización y la planificación. Mi búsqueda incansable por encontrar un equilibrio entre las responsabilidades y las necesidades, me lleva a probar cuanto cae en mis manos relacionado con este tema.

De un tiempo acá, como cantaba Alejandro Fernández, se me ha ido haciendo complicado hacer hueco para mí. Quiero llegar a todos lados con las responsabilidades laborales, las familiares, las domésticas… y normalmente eso es posible solo a costa del tiempo, más que justificado, que me debo dedicar. Soy firme defensora del egoísmo natural y medido de las personas, sobre todo del que tiene que ver con atesorar el tiempo.

Trasteando por las redes, descubrí esta app, que ya en su versión gratuita ofrece un montón de recursos útiles para establecer rutinas, según tus objetivos y necesidades. Hace un tiempo que la vengo usando, y he de decir que gracias a ella, he logrado rascar del día unas cuantas horas, y que dedico a recargar batería. Con esta aplicación, he establecido tres rutinas. Una por la mañana, otra a medio día, y la ultima por la noche. Gracias a la nueva distribución de muebles que hicimos recientemente, me he podido acomodar un rinconcito para mí, con mesa, luz y silla. En esa mesa me siento a escribir, leer y a devorar series e hilos.

Yo recargo batería haciendo cosas que me producen bienestar, físico o psicológico. Reconozco que instaurar estas rutinas ha sido algo terapéutico. No me avergüenzo de reconocer que a lo largo de mi vida, he tenido que recurrir a terapia en varias ocasiones. Hace más de una década de la primera vez. La verdad es que ni siquiera me lo planteé mucho. Sentía que algo no estaba bien, y para mí era una relación lógica. Cuando me duele un diente voy al dentista; cuando me dolió algo por dentro que no sabía siquiera identificar, fui al psicólogo. No me fue muy fácil encontrar uno con el que me sintiera cómoda, y con el que sintiera que avanzaba en los problemas que tenía. Pero lo encontré, y toda la vida le agradeceré el buen dinero que le pagué por ayudarme a encarrilar mis pensamientos.

Desde hace unos años, trabajo con una Coach. Es totalmente diferente al psicólogo, pero a mi me parece terapia igualmente. Con mi Coach trabajo por objetivos, y hay más acción que introspección. Cada persona tiene que ver en qué punto del camino está. Pero si sientes que algo no encaja, que los días grises son más que los luminosos, y que de forma natural te ríes poco, pide ayuda.

Después de este consejo que no me ha pedido nadie, pero que yo he tenido la necesidad de soltar, vuelvo a mis rutinas.

Mi tiempo recargapila, siempre tiene que ver con cocinar, o con bordar y ver series, y con leer. Esta semana hicimos un bananabread, para los desayunos del cole. Es una receta de aprovechamiento, super fácil de hacer y muy adecuada para hacerla con niños. Mientras estaba en el horno, corrí al ordenador a aprovechar ese ratito de sosiego que deja el haber tenido las manos en harina. En Semana Santa, cuando estaba a punto de empezar la última temporada de Juego de Tronos, sentí una gran envidia de todos esos fans que estaban ansiosos por su serie, y después de haberle dicho que no a esta, durante todos los años que lleva emitiéndose, decidí darle un chance. Enganchada es poco. Tanto que ya estoy al día, y ya puedo formar parte de toda esa comunidad que espera con nerviosismo los lunes por la noche.

Tengo entre manos, también, varios libros, porque por qué leer uno, si se pueden leer dos o tres a la vez. De los que tengo estos días está el de  Charuca, y estoy flipadísima con esta mujer. Su visión de la vida, del emprendimiento y sobre todo, su papelterapia, me encantan. Tiene un podcast que es de tomar apuntes. Su libro es una hoja de ruta con un montón de ejercicios y fotos preciosísimas.

Total, que todo esto, lo que me da a mi son momentos de Hyggae, tan necesarios como hacer la compra, o dormir ocho horas.. ah bueno, esto aún no lo he conseguido, pero estoy trabajando en ello.

Un trimestre de calcetines

 


Este año se cumplen 15 años desde que escribo por aquí. Creo que el blog es la relación más larga que he tenido en mi vida. Me pone contenta ver que aunque la periodicidad no ha sido muy regular, la constancia sí que ha estado ahí. Ha habido algún mes que no he publicado, pero no ha pasado un año entero sin publicar.

Cuando abrí el blog, lo hice por ahorrarme la terapia, sinceramente. Hoy, después de invertir gran parte de mis ahorros y mi tiempo en terapia, sigue conservando su esencia terapéutica.

Me voy acercando al momento de tomarme unas vacaciones laborales, y he pensado (necesitado) poner en orden a qué me voy a dedicar. Porque claro, después de casi cinco años sin tener vacaciones de verdad, seguidas, y sin que nadie llame al teléfono, me inunda un sentimiento de nerviosismo y emoción a partes iguales.

Así las cosas, pensé en el blog, y en volver a implicarme un poco más. Después de valorar y remirar como se acumulan las pelusas por los rincones, tomé la decisión de buscar ayuda, y gracias a la recomendación de mi amiga Siona, me puse en contacto con Livire, y qué maravilla amigas.

Me ha dejado la casa brillante, lustrosa y llena de luz. Todavía tengo que seguir vistiéndola, pero de momento ha sido una mudanza estupenda. Me ha servido para perder el miedo, para pedir ayuda, y para afrontar las mudanzas que vienen, con optimismo.

La mudanza, como digo, ha sido relativamente sencilla, teniendo que lidiar con algunos problemas que me he encontrado por el camino, como personas que son rápidas como el correcaminos y poco honestas, la verdad, y registran el nombre que llevas usando 15 años, como digo. Para hacer algo muy parecido a lo que hago. No sé, 27 letras tiene el abecedario, imagina las combinaciones posibles.. palabras infinitas. Pero no, más rápido y fácil, copiar. No tengo nada en contra de que cojas inspiración, todo está inventado, pero deberíamos tener la necesidad de poner nuestra impronta en lo que hacemos. Que lo que hagamos tenga un poco de nosotras, nuestra esencia. Ver algo, que te guste (que entiendo que te gusta, ya que lo coges tal como está), y añadirle el “blog” y registrarlo.. pues no sé, mucho de ti no tiene. Yo invito a que se pruebe a darle una vueltita a las cosas que vemos, a ponerle de nosotros, a identificarnos con lo que pensamos o publicamos.

Solventados estos problemillas, o cosillas para entretenernos, que diría MiGurú, aquí ando, llenando de letras mi nuevo lugar.

Para inaugurarlo, voy a hacer resumen de los calcetines que he tejido este año.

Los que pasan por aquí de manera habitual, me reconocen mi tendencia a las listas, y a los propósitos. Cada año escribo mis propósitos de año nuevo, que cada año varían, pero hay dos cosas que se mantienen de año a año. En algunos lo he conseguido, en otros me he quedado a medias. Este año estaban ahí también, uno es leer un libro a la semana (este año voy retrasada, pero no voy mal), y el segundo: tejer un par de calcetines al mes.

En este año, voy cumpliendo con este objetivo sin ningún problema. Desde hace tiempo me tejo medias en lugar de calcetines, porque teniendo un número 36 de pie, los ovillos de 100gr me dan justo para llevar los calcetines hasta las rodillas, y convertirlos en medias. Cuando los hacía a media pierna, terminaba con un tercio de ovillo por ahí saltando. El objetivo de este propósito, amén de tener estupendos calcetines, es ir reduciendo el stash, así que hacer medias cumplen a la perfección con ambos objetivos.

En orden, las fotos muestran de enero a abril, los que he tejido este año. Los primeros con calcetines para mi cuñada, que creo que era la única de la familia que me quedaba por abrigarle los pies. Patrón básico desde la pierna a la puntera. Los segundos están tejidos con dos lanas, la rosa está teñida en casa con koolaid, cuando MiMariposita apenas tenía unos meses, me gustó muchísimo tejer este patrón, que modifiqué a mi gusto para que le diera un poco más de continuidad al calado, que me parecía que en el patrón original quedaba como un poco parche. Se utiliza una técnica curiosa, que me ha merecido la pena aprender. Los terceros son de esos de piloto automático, casi sin complicación y con un resultado muy apañado. Y los cuartos, tienen una construcción totalmente distinta a lo que suelo hacer. Hacía muchísimo que tenía este patrón en la mira, y tengo que decir que ha sido un poco dolor de cabeza. Es el típico patrón que te saca del piloto automático y por ello te tiene tensa todo el camino. Pese a esos detalles, tengo que decir que es un calcetín super cómodo, que la forma que tiene de recoger el talón hace que se te adapte al pie perfectamente.

Los de mayo, ya los tengo en las agujas, aunque van a tener que esperar un poco, porque en mente y entre manos, tengo, también, otras cosas.

Las primeras cajas del SAL de Covi

Llevo un montón de años por estos mundos tecnológicos. A través de ellos he conocido a un montón de gente. Algunos han pasado sin pena ni gloria por mi vida, otros tuvieron su momento, otro montón, uno bastante grande y bueno, se quedó para siempre con nosotras (como mi queridísima esposa sin ir mas lejos).
Hay otras tantas mujeres que no conozco personalmente, pero que siento cerca, y que me sirven de inspiración diaria. Entre ellas está Covi.
Hace muchísimo tiempo que sigo su blog. Me quedo embelesada viendo sus pulcros bordados, las fotos de su jardín y sus rosas, que son un espectáculo total, y ya me remata su prosa. Te cuenta todo con detalle y de una manera que te transmite paz y tranquilidad. Que debe ser la misma con la que ella emprende cada labor.
De entre todas las muchas cosas que ella hace con sus manos, tenía yo especial fijación por las cajas. El  partir de cartón y retales, y acabar con una caja del tamaño y características adaptada a tus necesidades me parecía la bomba. Así que cuando ella propuso hacer un SAL para aprender a hacerlas, volé a dejar mis datos para poder apuntarme.
A estas alturas de año, ya tenemos cinco cajas previstas y dispuestas para hacer. A estas alturas de año yo he terminado completamente dos, otras dos tengo a mitad y una en proyecto.
Tengo por casa muchos bordados de punto de cruz enmarcados y colgados, y tengo otros tantos guardados en un roller, esperando encontrar otro destino que no fuera la pared.
Para las dos primeras cajas, escogí dos esquemas que ya estaban bordados y que por medidas se ajustaban perfectamente a las necesarias para las cajas.
Creo que ha sido la primera vez en mi vida, que he cogido unas instrucciones y me las he leído de principio a fin varias veces antes de meter las manos en los materiales. Y debe haber sido la primera vez también que las he seguido al pie de la letra. Como no era de extrañar, las instrucciones están perfectas. No hay una explicación que falte, ni una indicación que sobre. Son puro oro, en realidad.
Cuando hube terminado la primera, no cabía en mi de gozo. Me sentía que podía acometer cualquier cosa. Parece una tontería, pero el hecho de lograr algo que llevaba un montón de tiempo admirando cada vez que veía un trabajo de cartonage, me empoderó.
Meter el cutter para la segunda no me costó mucho más.
La primera se convirtió rápidamente en un joyero. La segunda es el costurero donde guardo el Centennial Quilt.. ¡Ah! que de esto también tengo novedades, pero te las cuento otro día.
Me doy cuenta de que con cada una que hago, las imperfecciones que cometí en la primera, se van puliendo, y como con casi todo en la vida: la práctica hace al maestro.
No sé cuántas cajas voy a tener que hacer para quedarme contenta del todo, probablemente no haya tanto cartón en el mundo, viendo mi nivel de exigencia en la vida; pero de momento estoy deleitándome con cada trozo de cartón pegado y aún más estoy disfrutando el uso que les doy.

Shadow days..



Hard times help me see
I’m a good woman with a good heart
Had a tough time, got a rough start
But I finally learned to let it go
Now I’m right here, and I’m right now
And I’m hoping, knowing somehow
That my shadows days are over
My shadow days are over now


Así canta John, y explica bien estos meses que han pasado. Y no es que haya pasado nada en concreto, nada en particular. Ha pasado la vida y el invierno.

Y he tenido la necesidad de mirar para dentro, de recluirme y de trabajar en y por mi.
La primavera me ha traído La Luz, y el sol, y poco a poco la calidez.
El invierno y su gris pasó, y se llevó con él la cama compartida y leer para ella.
Ahora cada una duerme en su cama, y ahora cada una se lee sus propios libros.
Han vuelto también los paseos a la hora de las extraescolares, y he recobrado la tranquilidad y las ganas de mirar el azul. El del cielo y el del Atlántico que me rodea. Me he vuelto a sentir pequeñita ante tanto azul.


My shadow days are over… y yo estoy lista para volver y vivir.

Betancuria

Vuelve a ser lunes. De enero y de frío, que yo estoy pasando mucho frío estos días, y no sé bien por qué. Estoy en casa calentita y a gusto. En el momento de salir, miro por la ventana, y veo el cielo despejado, azul. El sol calentando y los árboles quietitos. Y, yo, que parece que caí aquí ayer, salgo con lo puesto, y claro, tiritera en poco rato. Que parezco nueva.
Nueva como los normandos que llegaron aquí, hace ya un montón de siglos.
Estos días estoy descubriendo el gran desconocimiento que tengo sobre la historia local. Afortunadamente, tengo gente alrededor bien formada e informada, y me he puesto manos a la obra a ponerle remedio al desconocimiento.
Para saber cómo hemos llegado a donde estamos, iniciamos nuestro viaje a la sabiduría, (mira qué bonito) en Betancuria.
Ayer nos subimos al coche y pusimos rumbo sur. Llevamos una guía de excepción que fue contándonos acontecimientos y hechos que tuvieron lugar allí.
El paisaje, en contra de lo habitual, está verde y frondoso, y los colores se te meten por la retina explosionando.
Si te digo que Betancuria se fundó en 1.404, ¿cómo te quedas?
Si te digo que hay un Convento, que se mantiene en pie, desde 1.416 ¿qué me dices?
Si te digo que hay un montón de historia de señores con muchas ganas de “conquistar”, y de hacer suyo lo que ya tenía dueño;  de locales que vieron desaparecer todo lo que conocían, que tuvieron que bajar la cabeza a cambio de salvar la vida (probablemente), y de “convertirse” en algo que probablemente no entendían y que con seguridad rechazaban.
Se me remueve una cosa por dentro, como si en algún gen perdido mío, quedara algún vestigio de uno de esos locales.. Como le pasó a Lavinia con el zumo de las naranjas en la Mujer Habitada.
Con absoluta vergüenza tengo que decir que es la primera vez que camino por ese Convento sin techo, y por la solemnidad de su construcción ya bastante deteriorada por el tiempo.
Con absoluta seguridad, sé que no será la última.

Resaca de Día de Reyes

Doy por finalizada la operación Navidad2018, pero no quiero cerrarla sin dejar la crónica del día de Reyes.
Es un día de nervios, de excitación máxima, y de pura ilusión.
En los días previos fui haciendo los pasos iniciales para el roscón y el día cinco por la tarde, con las dos masas levándose, nos fuimos a la cabalgata de Reyes.
Aquí es una cabalgata discreta, con apenas tres carrozas y los tres Reyes Magos.
Nosotras solemos ir tempranos, para verlos desembarcar (aquí los Reyes Magos llegan en barco, como es lógico), y que nos pasen por delante.
Este año el atardecer estaba precioso, aunque los móviles nunca llegarán a captar la verdadera esencia del atardecer de aquí.
Había más gente que otros años, me pareció a mí, aunque nosotras llegáramos temprano, no nos pudimos acercar tanto como otras veces. En la espera, Emma fue poniéndose cada vez más nerviosa. Hablaba sin parar, preguntaba sin parar. 
Tengo que decir, que durante toda la semana, se la pasó ideando un plan para poder verlos en casa. Dejando los walkie-talkies encendidos para oirlos y despertarse.. dejarles notas secretas… aunque finalmente se decantó por dejarles una hoja con la comanda de firmar. Me dio tal ataque de risa que difícilmente pude disimular. Me dio la impresión de que quería hacerles el control horario de productividad.
Ya en casa, colocamos los zapatos bajo el árbol, y con gran dificultad para mí, pude dedicarme a las tareas de ayudante de Rey Mago.
Digo difícil tarea, porque Emma estuvo despierta hasta más allá de la una de la madrugada… Y yo con una mensajera excepcional esperando la señal acordada para que me trajera mis paquetes. 
Hay demasiada suspicacia ya en esta niña, y dudo seriamente que el año que viene pueda seguir manteniendo este teatrito.
Mientras ella dormitaba, yo me puse con la lana tejida para regalar. Este año le tocó al Gurú y familia. Gorros y calcetines para todos. Ambos patrones son los básicos, pero eligiendo la lana adecuada, el resultado es de lo más satisfactorio. Lo bueno de elegir bien a las personas a las que regalas lo que sale de tus manos, es que lo aprecian verdaderamente. Y también, el placer de verles recibirlo con tanta emoción, es la mejor manera de sentir que te lo agradecen.
La lana de los gorros, fueron dos ovillos de Mundial, que me trajo una lectora del blog, hace ya dos años. Sigo recordando ese encuentro y el que vino después, con mucha alegría. Con esos ovillos pude hacer cinco gorros. Tres para las mujeres del Gurú, y otros dos para Emma y para mí. Desde que tuve los ovillos en las manos vi claramente los gorros con su correspondiente pompón. El resultado final es exacto al que visualicé.
Después de dormitar algunas horas, me desperté para hornear los roscones, y al aroma de ellos, se despertó Emma.
Alegría y sorpresa a partes iguales al ver los paquetes junto a su zapato. Sin decidirse a cuál abrir primero, intentando averiguar qué eran por la forma.
Con la curiosidad satisfecha, salimos pitando para casa de los abuelos. Con los roscones calientes y el día clareando. Un amanecer casi igual de bonito que el atardecer del día anterior.
Pasamos el día entre paquetes y alegrías. Niñas corriendo y trozos de roscón con chocolate. Yo, no sé tu, pero a la vida no le pido muchas más cosas que seguir disfrutando con la misma ilusión de la noche de Reyes.

2019: te voy a beber

Estamos ya en otra vueltita al Sol.. Y mira, yo no sé, si es por la cuestión de empezar algo, de la página en blanco, o por la energía de Marte en Aries, y Saturno en Capricornio, pero estoy a tope de power.
Desde finales del año pasado, de casualidad empecé a escuchar cosas sobre astrología por todas partes. Pudiera ser casualidad, pudiera ser coincidencia; pero yo, tan dada a ver señales everywhere puse la atención ahí, y vaya sorpresa. Ahora escucho atenta los IGTV de MiaAstral, y flipo mucho.
Ya tu sabes que lo mío es fliparme, es mi estado natural.
Pues en esas estoy, con toda la energía en la cabeza. He hecho mis listas de deseos, de propósitos, y de manifestaciones. Y además, para puro y propio deleite, he encontrado en la red varios retos, (super tópicos y típicos, pero igual de estimulantes para mi flipadura natural).
El primero es un MarieKondo en forma de decluttering total. Empezó el día 1, y yo me pongo la lista de John, y a fondo con el decluttering.
El segundo es para sumergirse en el yoga. Desde que tuve que dejar la práctica por problemas logísticos  domésticos, es algo que echo en falta cada día. Así que encontrarlo me ha dado mucha alegría. A ver qué tal se me da.
Así las cosas, encaro este nuevo año con alegría y optimismo. Con muchas ganas, y pocos miedos.. (no es verdad, tengo muchos más miedos que el año pasado.. voy interiorizando que el miedo es directamente proporcional a los años que voy cumpliendo, solo que se va controlando mejor).
He pensado que este año me lo voy a beber.. con el café de las mañanas, las sidras los viernes por la noche, y algún quinto ocasional.
También me lo voy a comer.. picantito. Que desde que descubrí este Sambal Oelek, se lo pongo a casi todo.
Al Sambal de verdad lo conocí por MiGurú, que trajo una muestra de Sumbawa, allá por abril, y que después de probarlo aún me picaba en agosto. MiGurú tiene su receta particular, que sigue siendo igual de picante que original. Pero este Sambal comercial, es apto para occidentales y ciertamente está bien rico en muchos platos, como el arroz.
El arroz en mi casa admite cualquier cosa que le quieras poner. Este tiene cebolla morada y tacos de bacon, pasado por aceite y fuego lento y largo. Casi caramelizados. Tomates cherry y millo. Todo salteado. Y ya para rematar, una cucharada de postre de sambal.
Para un día dos de enero, ¿qué más quieres?.