Mi carta a los Reyes Magos

Creo que esta es mi carta número 7. Me estoy viciando, pero oye, es que tener la posibilidad de andar pidiendo deseos, sin límite, a mi me tiene como loca.

Sí, pido un montón de deseos a cada rato, ¿por qué no hacerlo? Me importa que se cumplan, claro, pero la realidad es que lo hago por revivir la ilusión y la magia del preciso instante de pensar qué deseo. Esa es la magia. Ese momento en el que cierro los ojos, y respiro profundo, y me visualizo imagino con el deseo hecho realidad. Creo que tengo cierta adicción a ese momento de desear.

En la carta que voy a escribir aquí, voy a concentrarme en revivir todos los momentos en los que he pisado un suelo diferente al mío durante este año, y que me ha hecho conocer sitios nuevos. Después de dos años teñidos por el coronavirus, hemos vuelto a coger la maleta. Hemos viajado lejos y también cerca. Y eso es lo que quiero seguir haciendo.

Armar una maleta, para unos días o para un fin de semana, y tirar para el aeropuerto. Quiero ir a sitios nuevos y viejos. Andar por calles que conozco, aunque ya no sean las mismas que pisaba antes. Quiero volver a reconocerme en rincones donde fui muy infeliz, y también donde me imaginé con otras personas. Quiero reconciliarme con el territorio. Deseo volver a descubrir plazas y avenidas; andarlas y bailarlas.

Quiero comer rico, y en sitios bonitos, y volver con la memoria del teléfono saturada de fotos preciosas, que me recordarán lo bien que lo habremos pasado en todos esos lugares que vamos a visitar.

En mi lista hay lugares diversos y variados, lejos y cerca.

Y… ahora, me da igual que mis pies no se muevan de aquí. Solo este ratito de imaginarme en el avión con MiMariposita, haciendo listas y leyendo curiosidades del sitio al que iremos, ha merecido la pena.

La Primera Merienda de Adviento

Ya conté hace unas semanas, como vine a dar con la idea de hacer una merienda de Adviento. Pues resulta que no se quedó en la idea, ni en las anotaciones en mi libreta de ideas, sí, también tengo una libreta para las ideas.

El jueves pasado, mientras en EEUU estaban preparando su Thanksgiving, nosotras estábamos preparando nuestra merienda.

El día anterior, me fui al local, con el coche cargado hasta la baca, de todo lo que encontré de Navidad en casa. Todo lo que he ido acumulando desde que me hice fan total de estas fechas, que no es poco.

Me llevé a MiMariposita de ayudante, y también para que fuera viendo en las cosas en las que me estoy metiendo. Aún no sé por qué sé que esto es importante, aun no he conectado los puntos, pero sé que lo es.

Entre las dos pusimos el local bonito, más bonito de lo que es ya de por sí. En menos tiempo del que pensaba, estaba todo colocadito y bien.

Y llegó el jueves, y las sillas. Y a media tarde llegó Elena con todo lo necesario para preparar una mesa preciosa.

A las 17:00 con puntualidad inglesa, tenía a las chicas en la puerta.

La mayoría venía sola, aunque entre ellas había muchas que se conocían, y que sabían que se encontrarían allí. Me puso muy contenta percibir las ganas que traían todas, y también la predisposición a dejarse sorprender y a pasar la tarde conmigo.

Al entrar, les conté lo del Thanskgiving americano, y les pedí que colocaran su gracias en el panel que estaba en la puerta. Cada una dio su gracias, y yo también. Me voy a guardar estas gracias siempre.

Comimos todo lo que nos trajo Elena, y también los cupcakes de Amparo. Alina estaba por allí sacándonos fotos. Alina es tan sutil y tan cuidadosa, que no te enteras que están capturando todo el momento. El resultado del reportaje fotográfico da buena cuenta de ello, es pura naturalidad.

Luego nos sentamos y yo eché el rollo de cómo organizo yo mi Adviento. Y de último, abrimos las cajas. En cada silla, había una caja para cada una. Dentro estaba todo lo necesario para poder fabricar un calendario de Adviento. Fue pura magia verlas abrir las cajas. Si hubiera sacado las tijeras y la barra de pegamento, hubieran armado el calendario allí mismo.

Fue una tarde preciosa, en la que yo disfruté infinito. Creo que hice alguna conversión, y hoy, ya hay más de una que está colocando su calendario con la misma ilusión que esperaba a los Reyes Magos el 5 de enero. Y pues eso… como canta René… esto lo hago, pa’diveltime!

El año que viene… más.

Te doy las gracias, noviembre

Empecé el mes con el firme propósito de poner el altavoz en dar las gracias. Creo que lo he conseguido. Esto no es magia, esto es ciencia, allí donde pones tu atención expandes la intención.

Cada noche antes de irnos a dormir, hemos escrito nuestro agradecimiento. Y me doy cuenta de realmente MiMariposita ya no necesita ninguna instrucción ni lección. Sabe apreciar cada momento y sabe darle el valor justo a cada cosa. Igual ahora ella no lo ve, pero estoy convencida de que esto es un aprendizaje para la vida. Casi como saber poner la lavadora o hacer unas lentejas. Si eres capaz de dar gracias por la mayoría de las cosas que te pasan, tienes ya mucho camino fuera de la mazmorra andado.

La mazmorra va a venir, es parte de la vida, pero si estas entrenada para ver las gracias, vas a saber encontrar las rendijas por las que entra la luz, y eso va a hacer tu tiempo en mazmorra más llevadero.

Yo me fijé en qué cosas me hacen sentir agradecida, y he podido comprobar que son muchas más de las que a priori me parecían. Esto me asombra cada vez. Cuando empecé a hacer este ejercicio diario, había día que me quedaba en blanco. Hoy, siento que doy gracias por todo. Y aún así, hay días que siento que me quedo corta.

Este mes he podido disfrutar de cielos increíbles. He brindado por la vida, por la salud, y por la magia. He dado gracias por los besos, los abrazos, y las risas por whatsapp. He dado gracias por todas esas personas que siempre están a la distancia de un click del botón verde del teléfono. He dado gracias por esas otras personas que se fueron de mi día a día, porque entendí que el tiempo ya fue.

Me he bebido la culpa en buenos vermús, y he agradecido el momento con risas y conversación. He saboreado el dulce y el salado en compañía de un montón de mujeres que me resultan totalmente inspiradoras, y de las que quiero coger un poquito de cada una para quedármelo para mí.

Otro mes que he ido diligente y enfocada para poder llegar a todo. Doy gracias también por mis libretas, mis ratos de planoly,  el pomodoro y el toggl, que me ayudan a enfocarme para poder seguir agradeciendo el tiempo que me agendo para tejer, escribir o escucharme pensar.

Ha sido un gran mes para agradecer. ¿Tu ya diste las gracias?

Merienda de Adviento

Hace justo un año, descubrí que me gustaba estar en grupo. De toda la vida me coloqué la etiqueta de que soy una introvertida y de que los grupos de gente me agobiaban. Y sí esto también es cierto, pero claro, lo que no había reparado en que el error estaba en la generalización, como casi siempre. No me gustan todos los grupos, pero he descubierto a unos ciertos grupos de personas con los que me lo paso muy bien. Con los que siento que nos interesan las mismas cosas, aunque no pensemos lo mismo siempre, y gente con la que puedo sentir como crezco con cada conversación, porque con cada afirmación me hacen aprender.

En este último año han llegado unas ciertas personas a mi vida, que me ponen las pilas y que me ayudan a bajarme a tierra y no quedarme nadando en mis pensamientos, haciendo lo que tengo por costumbre hacer: pensar, idear, dejar que se diluya.

En medio de esto, y sacando pecho, se me ocurrió una tarde organizar una merienda. Como las que hago en Navidad, pero para estas personas que viven el Adviento como yo, y que les gustaría echar un rato juntas para comer, reir, bailar y salir inspiradas. Ríete, pero la energía que se mueve en este tipo de encuentros es brutal.

Con ese pensamiento de imaginar lo divertido que sería organizar algo así, me fui a un almuerzo con mis enraizadas. Lo dije así como de pasada, como cuando dices algo en voz alta pero que no le estás dando bola ninguna, porque ya estábamos a finales de octubre, aquello solo era un pensamiento que daba vueltas circulares por mi cerebelo.

Para mi sorpresa, en menos de 15 minutos, me habían encontrado el sitio, la hora, la gente, y si me descuido, hasta la playlist.. Total, que esta semana tenemos nuestra primera Merienda de Adviento.

Dice mi madre, que la suerte de un loco es dar con otro… y seguramente sea así. Y por eso también doy gracias, porque yo no encontré una, sino unas 15 locas más, a las que yo les parezco cuerda.

Cuando ya veo que todo está medio organizado y caminando, no me creo que esté montada en este burro, pero sí, aquí voy, y ¿sabes que? Que me lo estoy gozando. Que ahora mismo, es lo único que me importa.

Calentando motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

Calentando Motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o en la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

47

Hoy cumplo 47… Ya estoy muy cerca del medio siglo. Y mira tú qué cosas, que ya vértigo ninguno.

He tenido un cumple gitano porque aprovechando que casamos a mi hermana la chica este fin de semana, me apropié un poco de la celebración y de paso celebré yo también.

Hoy me he levantado temprano y me he dedicado la madrugada que es algo que me gusta mucho. Es mi autorregalo. El silencio, mis pensamientos y la tranquilidad de venir aquí, y soltar un chorro de letras.

Ahora voy a ponerme delante de mi libreta de desear, y así, numerados uno detrás de otro voy a escribir 47 deseos.

Entre ellos van a estar, seguir sana, seguir riendo, y seguir con ganas.

Ganas de caminar, independientemente de cómo sean los caminos. Seguir andando y seguir descubriendo. Dejar que se me sigan cayendo trozos de la armadura que hace tantos años me coloqué y que ha ido quebrándose con el tiempo. Dejar que siga entrando la luz por esas grietas. Temer cada vez menos cosas, atreverme cada vez a más cosas. Seguir. Aquí. Conmigo.

Bienvenido mi mes

Llegó octubre, y con él, un montón de eventos y festividades.

Durante estas próximas semanas, presentaré mi nuevo libro, casaremos a mi hermana la chica, y yo anotaré un año más en los años de vida que tengo. Entre otras cosas.

Tu sabes que yo me planifico y ando casi siempre con la agenda pegada al brazo. Todo eso para que todo lo que pretendía hacer durante este año y que planifiqué en diciembre del año pasado, se me juntara sin remedio en el mes diez de este año. Y esta es la cara que creo que tiene el Universo cuando me ve planificar tanto.

Yo que sé, la vida es así. Lejos de agobiarme, pretendo vivir cada acontecimiento con regocijo y goce, que si no, pa’qué.

Además, este es mi mes, no solo porque nací en octubre, sino porque ya el otoño me lo imagino con gusto. Digo imagino porque por estos lares nada de árboles naranjas y bucólicos… bueno, nada de árboles, en realidad. Esperemos que sigan habiendo lluvias como las que dejó Hermine, que hizo las delicias de todos los majoreros, y que nos va a dejar grandes paseos por las medianías, viendo lo verdita que se ha puesto la isla. Todos contentos.

Yo por mi parte, como ya te vengo diciendo, pretendo vivir este mes con todo lo que me traiga. De momento ya he asado un buen trozo de calabaza, y me deleito las tardes con un pumpkin spice latte. Bien rico.

Despedí septiembre con un paseo por MiNorte, y una visita a Mojo Art Shop, donde ya se encuentra mi Manual de Primavera, entre un montón de boniteces que diseña Erika.

También mandé una sherpa al sur, y ya pronto, voy yo a hacerme la foto pertinente. Y mi libro también está en otra preciosa tienda de esas tierras, en Trecepeces.

Objetivos nuevos de último cuatrimestre

Me gusta mucho la palabra que usan en Francia para referirse a esta recién estrenada semana y mes: La rentrée. Me suena a arrancadilla, a coger impulso y a entrar con todas las ganas.

En estas estoy esta semana. Ya tengo todo listo para el cole de Emma, y también para afrontar el mes. Ya no puedo decir eso de que he sido estudiante media vida, porque la realidad es que hace demasiados años que dejé de ir a formaciones regladas, es decir: cole, instituto, universidad… sin embargo, sigo estudiando. Tengo alma de estudiante eterna.

Septiembre es además, el inicio del cierre del año, y esto también me estimula a planificar y organizar.

Ya te conté que cada año me hago una lista de propósitos y objetivos. Que desde el año pasado, que hice el Taller de Objetivos de Ana Albiol, soy capaz de filtrar concienzudamente cada meta que pongo, y saber qué quiero y para qué. Sobre todo el para qué. Es lo único que me queda al final cuando siento que las fuerzas me fallan. Si mi para qué está claro, y me mueve la barriga, me van a importar menos las piedras que vaya teniendo que saltar en el camino. En este momento del año, me planto delante de mi listado, elimino lo que ya está conseguido, o lo que ya no me interesa; que esto también me pasa. Lo que me movía en enero ya no lo hace en septiembre, y ¿sabes qué? Que no pasa nada. Se tacha y listo.

En este septiembre tengo tres grandes objetivos que dependen mayoritariamente de mí: repetir los cursos de Vanessa Marrero, para de verdad conseguir Tranquilidad Económica, que por momentos se me esfuma; presentar mi Manual de Primavera y hacer que lo lean hasta en Tombuctú; y un proyecto secreto que aún no te puedo contar. Ya lo sé, esto no se hace, pero es que en esta ocasión es así. Me lo perdonas.

Por medio de este último cuatrimestre, cumpliré años, casaré a mi hermana la chica, trataré de mantener la casa en condiciones mínimas sanitarias, descansaré, educaré, me beberé la culpa y me esmeraré en conservar todo mi brillo.

Deséame suerte y una agenda del tamaño de Isla de Lobos.

La pila cargada

Se me acabó el mes de fiesta. No puedo decir que no lo haya gozado, porque una no tiene más que tener un límite al despiporre para que el poco que haya lo exprimas al máximo.

Solo una semana en mi pueblo me ha bastado para dormir como una ceporra, leer muchísimo y estar ensalitrada la mayor parte del tiempo.

Con los años me doy cuenta de que realmente cuando la batería está comprometida, solo tengo que poner rumbo norte.

Hace unos años, muchos, estaba yo un poco regular. Vivía en GranCanaria, y fue uno de esos momentos en el que no pude coger la semana entera de vacaciones para poder estar en mi pueblo con los míos. El viernes de la fiesta, pillé el binter, y me vine a casa. Recuerdo que mi hermana LaBajista vino a buscarme al aeropuerto. Fuimos hablando todo el camino, poniéndonos al día, y según dejamos atrás la rotonda de Lajares, y encaminamos La Costilla, tuve el regalo de ir viendo como se ponía el Sol. En ese momento tuve la certeza de poder respirar perfectamente a pleno pulmón. Como si hasta ese momento lo estuviera haciendo a medias. Supe, sin lugar a dudas, que ese era mi lugar en el mundo.

Tengo ese recuerdo anclado a la memoria, y siempre recurro a él cuando siento que las circunstancias se me hacen bola. Si creo que la cosa se pone demasiado seria, sé que solo tengo que subirme al coche, y terminar en MiNorte.

Ensalitrarme, llenarme los pies de arena, y reencontrarme con la que fui y seré.

Siento que allí soy yo en cualquier grano de arena, o en los riscos, es como si estuviera mimetizada con el entorno. Y también siento que allí, la energía se me repone, sin necesidad de hacer gran cosa, solo estar. Solo ser.