No solo se acaba el verano

Ya estamos de vuelta en casa. Tres semanas sin dormir en mi cama, tres semanas sin maquillarme, tres semanas sin ponerme otros zapatos que no sean las cholas.

Tres semanas de baños de mar, de paseos por la arena, y de hacer poco.

Me traigo un bote lleno de orégano de verdad, además de otro de manzanilla, tomillo y epazote. ¿Hay algo mejor que las hierbas de verdad?

Una de las cosas que me empujan a mover mi casa y ponerla en algún lugar de MiNorte es justamente esta. Plantar orégano, una higuera, unos rosales, y lechugas. También quiero plantar lechugas.

Yo quiero mis días así, con paseos por la mañana bien temprano, y dar los diez mil pasos recomendados. Terminarlos con un baño en el charco, con esa agua fría que te despierta ipsofácticamente. Llegar a casa y organizar los espacios para hacerlos vivibles y cómodos.

Recolectar las lechugas de mi huerto, y hacerme una ensalada fresquita y revitalizante.

Sentarme a leer, tejer o bordar.. lo que sea que ocupe mis manos. Volver a la playa a media tarde, y merendar mirando las olas. Hablar con mis vecinos, que la mayoría son familia, y que llevan el mismo ritmo de vida.

Más o menos así, han pasado estos días. Me traigo algunos tesoros.

Unos esqueletos de erizo que una buena buceadora rescató del fondo del Charco.

Algunas piedras y conchas que MiMariposita fue encontrando en su incansable carrera por la arena.

Y unos palos. Tres palos para tres plumas de macramé. A ver si consigo practicar para que me salgan como las tengo en mi cabeza.

Primero tendré que adecentar estos palos, supongo que youtube me ayudará.

Se acaba el verano y no solo tengo una penita en el corazón, con el final de este verano termina también una etapa.

Ayer mientras veníamos de vuelta, no sé de qué hablábamos MiMariposita y yo, pero en determinado momento me dice: yo creo que los Reyes Magos no entran en casa, yo creo que los mayores compran los regalos, los envuelven y los ponen en los zapatos para que los niños se crean que vinieron los Reyes.

Se hizo el silencio. Apenas fui capaz de preguntarle si alguien le había dicho aquello, o si había sido ella sola la que había llegado a esa conclusión.

Me dijo que llevaba algún tiempo pensándolo, porque los regalos cuestan dinero, y le resultaba raro que los Reyes tuvieran tanto para llegar a todos los niños del mundo.

Se acabó la inocencia y la infancia. Lo tuve claro.

Me enjugué la lagrima que resbaló por mi cara, y me recompuse para decirle, que bueno, tal vez fuera así, y que sería mejor que esas conclusiones las reservara para ella. Yo así, tan delicadita y tan pánfila.

A lo que me respondió: ya lo sé mamá, es como cuando vamos a Disney.., yo sé que dentro de Mickey está una persona, pero no lo voy a decir para no romperle la magia y la ilusión a los otros niños. OK HIJA MÍA, OK.

Se me quedó cara de boba. Un poco de pena, un poco de orgullo. La vida sigue, pasa, no se detiene. Y dentro de mí, sabiendo que ya no tengo una niña pequeña, se abre camino la ilusión, por saber qué nuevas vivencias vamos a experimentar.

RUN Violeta RUN

Hace un montón de años, en una de esas tardes de cafés y lamentos, mi amiga Malena, me dijo: Líbrenos el Universo de hombres cobardes.

Aquella frase se convirtió en el lema de nuestros encuentros, como nuestro propio Winter is coming.

Aquel lema me alineaba con mi deseo de querer hombres valientes, que lo fuera yo era otro cantar. Un árbol no da frutos en una sola primavera, y fue mucho más tarde cuando me dí cuenta de que la que tenía que ser valiente era yo, para llegado el hombre cobarde, calzarme las zapatillas y RUN, Violeta, RUN.

Desde entonces, he intentado integrar la valentía en mi personalidad, aunque no siempre es fácil. En algún libro de los muchos que he leído sobre el coaching, decía: divide tu objetivo mayor en pequeños objetivos, de forma que sean alcanzables fácilmente.

Y en una de esas formas extrañas en las que une y razona mi cerebelo, me he dicho: ¿calcetines en verano? Eso es de valientes, seguro.

Sigo con la idea de tejer un par de calcetines al mes, más por la urgencia de ir usando las lanas acumuladas en los altos de los armarios, que por la necesidad de tener calcetines. Me preguntaron esta semana que cuantos tenía, y la verdad es que no tengo ni idea, igual es el momento de hacer recuento.

Durante el mes de junio con la locura del inicio del verano tejí bastante poco. Y el par que me tocaba en ese mes, lo he tejido este. Un par de medias clásicas, perfectas para tejerlas mientras MiMariposita perfeccionaba su técnica de natación.

Para los del mes de julio estoy usando una lana que teñí con koolaid hace un montón de tiempo, y este patrón. Definitivamente no me termina de enganchar empezarlos por la puntera.

Otra cosa de valiente que he hecho esta semana es encender el horno, y hornear un queque de limón. Me encantan estas recetas calculadas para familias monoparentales que no quieren estar comiendo queque una semana. Esta receta va directa a la libreta.

Y ya el remate de la valentía, es tener la agenda en blanco. No tener listas de cosas que hacer, no ir de una cosa a otra con el bolígrafo en la mano, poniendo Check en todo lo que hago. Fluyo.. creo que no he hecho nada tan valiente este año como esto. Y con todo este tiempo de fluir sigo leyendo, mucho, más de lo que nunca pensé que podía leer.

Esta semana he leído este libro, y me he encontrado con este párrafo. El triángulo dramático. Hay que ser valiente para detectarlo, y sobre todo salir corriendo, porque de ser valiente, nunca te vas a arrepentir.

A veces el signo de mayor valentía es correr. RUN Violeta RUN.

 

 

Bebés de distintas especies

Esta semana me la he pasado dando vueltas en distintas oficinas, intentando arreglar documentos varios, de esos que voy relegando al montoncito de “cuando tenga tiempo”. Pues el momento ha llegado, y yo ya no tengo excusa para seguir alargando el trámite. No me ha quedado otra que coger el toro por los cuernos, y hacer cola. Y mientras tanto Mercurio Retrógrado.

Me he tomado la semana como un curso acelerado de paciencia. Porque las vueltas que he tenido que dar, y las contestaciones que me han dado, se merecieron en más de una ocasión, incluso, una galleta con la mano abierta. Una galleta de esas de “pam” y te borro la cara.

Pero no, yo soy una mujer pacífica, y pequeña. No olvidemos este dato que es bien importante, porque igual si midiera 20 o 30 centímetros más, sí que me ponía farruca, y ofrecía galletas.

Así que me he mirado mucho los pies, he sonreído todo lo que he podido, y a esta hora del viernes, mi montoncito de pendientes está libre.

Para ir desprendiéndome de todo ese clima hostil que circunda el ambiente, me he puesto a tejer como loca. Hay unos bebés en camino, que bien merecen un pelele y una capota.

El pelele es sencillo, fácil, y muy ligero de hacer. Yo lo he variado sacando los tiros desde la parte de atrás, en lugar de tejerlos aparte y luego coserlo. Ya sabes que yo lo de coser tejido, si me lo puedo ahorrar, no lo pienso. Están los dos tejidos en merino baby, y listos ya para que llegue el fresco que ahora no queremos producir ninguna lipotimia en los pequeños.

El patrón de la capota, es otro patrón de satisfacción inmediata. Es un diseño de mi amiga Siona, y queda fina y resultona a partes iguales. También aquí eliminé lo poco de coser que había, y las tiras para unirlas, las hice remontando tres puntos y tejiendo un icord.

Ambos conjuntos han partido a sus respectivas casas. Mientras tejía, y estando ya en verano, me fue imposible no rememorar el verano del 2011 cuando yo tejía este mismo tipo de patrones, pero para mí. He recordado mucho durante estos días mi embarazo, y todos los sentimientos que me embargaron durante esos meses.

Ahora los sentimientos son otros, y los miedos o preocupaciones también. Hay días en los que parece que me están examinando otra vez, de integrales dobles. No tengo idea de que hacer, dudo constantemente de las decisiones que tomo, o incluso me quedo en blanco en determinadas situaciones.

Estos días, y después de haber pasado por la librería de mi pueblo, me he puesto a leer el libro de PatriRamírez. Como cuando estudiaba, me preparo un té, y busco mi material de estudio. Ciertamente el libro es material de estudio y obra de consulta. Tiene un montón de juegos, y de explicaciones que ayudan muchísimo. Estoy muy contenta de haber encontrado a esta mujer por las redes sociales.

Echo mucho de menos a mi bebé, pero disfruto enormemente de las salidas, las charlas y la compañía de la niña que es hoy.

Sigo teniendo esa necesidad de cuidar, tal vez por eso, estoy llenando mi casa de plantas. Hace unos días descubrí una cuenta en Instagram que me ha puesto en modo plant lover total. Con esto removiéndome los pies, salgo corriendo al centro de jardinería de aquí, y me voy directa a la mesa de las desahuciadas. Esta semana en esa misma mesa he encontrado estas dos pileas. No daba crédito. Después de verlas tanto en la red, las tenía aquí tan cerca.

Las he cogido las dos y me las he traído a casa. Necesitan atención continua, y mucho mimo. Me han parecido perfectas para satisfacer esa necesidad de mamá gallina que me ha brotado de pronto.

Las rutinas hechas rituales

Soy una auténtica fanática de la organización y la planificación. Mi búsqueda incansable por encontrar un equilibrio entre las responsabilidades y las necesidades, me lleva a probar cuanto cae en mis manos relacionado con este tema.

De un tiempo acá, como cantaba Alejandro Fernández, se me ha ido haciendo complicado hacer hueco para mí. Quiero llegar a todos lados con las responsabilidades laborales, las familiares, las domésticas… y normalmente eso es posible solo a costa del tiempo, más que justificado, que me debo dedicar. Soy firme defensora del egoísmo natural y medido de las personas, sobre todo del que tiene que ver con atesorar el tiempo.

Trasteando por las redes, descubrí esta app, que ya en su versión gratuita ofrece un montón de recursos útiles para establecer rutinas, según tus objetivos y necesidades. Hace un tiempo que la vengo usando, y he de decir que gracias a ella, he logrado rascar del día unas cuantas horas, y que dedico a recargar batería. Con esta aplicación, he establecido tres rutinas. Una por la mañana, otra a medio día, y la ultima por la noche. Gracias a la nueva distribución de muebles que hicimos recientemente, me he podido acomodar un rinconcito para mí, con mesa, luz y silla. En esa mesa me siento a escribir, leer y a devorar series e hilos.

Yo recargo batería haciendo cosas que me producen bienestar, físico o psicológico. Reconozco que instaurar estas rutinas ha sido algo terapéutico. No me avergüenzo de reconocer que a lo largo de mi vida, he tenido que recurrir a terapia en varias ocasiones. Hace más de una década de la primera vez. La verdad es que ni siquiera me lo planteé mucho. Sentía que algo no estaba bien, y para mí era una relación lógica. Cuando me duele un diente voy al dentista; cuando me dolió algo por dentro que no sabía siquiera identificar, fui al psicólogo. No me fue muy fácil encontrar uno con el que me sintiera cómoda, y con el que sintiera que avanzaba en los problemas que tenía. Pero lo encontré, y toda la vida le agradeceré el buen dinero que le pagué por ayudarme a encarrilar mis pensamientos.

Desde hace unos años, trabajo con una Coach. Es totalmente diferente al psicólogo, pero a mi me parece terapia igualmente. Con mi Coach trabajo por objetivos, y hay más acción que introspección. Cada persona tiene que ver en qué punto del camino está. Pero si sientes que algo no encaja, que los días grises son más que los luminosos, y que de forma natural te ríes poco, pide ayuda.

Después de este consejo que no me ha pedido nadie, pero que yo he tenido la necesidad de soltar, vuelvo a mis rutinas.

Mi tiempo recargapila, siempre tiene que ver con cocinar, o con bordar y ver series, y con leer. Esta semana hicimos un bananabread, para los desayunos del cole. Es una receta de aprovechamiento, super fácil de hacer y muy adecuada para hacerla con niños. Mientras estaba en el horno, corrí al ordenador a aprovechar ese ratito de sosiego que deja el haber tenido las manos en harina. En Semana Santa, cuando estaba a punto de empezar la última temporada de Juego de Tronos, sentí una gran envidia de todos esos fans que estaban ansiosos por su serie, y después de haberle dicho que no a esta, durante todos los años que lleva emitiéndose, decidí darle un chance. Enganchada es poco. Tanto que ya estoy al día, y ya puedo formar parte de toda esa comunidad que espera con nerviosismo los lunes por la noche.

Tengo entre manos, también, varios libros, porque por qué leer uno, si se pueden leer dos o tres a la vez. De los que tengo estos días está el de  Charuca, y estoy flipadísima con esta mujer. Su visión de la vida, del emprendimiento y sobre todo, su papelterapia, me encantan. Tiene un podcast que es de tomar apuntes. Su libro es una hoja de ruta con un montón de ejercicios y fotos preciosísimas.

Total, que todo esto, lo que me da a mi son momentos de Hyggae, tan necesarios como hacer la compra, o dormir ocho horas.. ah bueno, esto aún no lo he conseguido, pero estoy trabajando en ello.