WWKINPD – Día internacional de tejer en público

Empecé a tejer cuando tuve al alcance unas agujas rectas. Lo primero que me tejí fue un top sin mangas de color azul celeste con tres rayas blancas.

Fue un aprendizaje curioso porque no me enseñó mi madre. Mi madre a tope con la costura, el calado y el ganchillo… las agujas rectas nunca le hicieron demasiada ilusión. Todo al revés que a mi.

Quise aprender porque mis vecinas, que por aquel entonces tendrían entre 17-19 años, tejían sus propios jerseys, y yo quería imitarlas completamente.

Tejí con agujas rectas hasta casi los 15 años. Con acrílico de colores imposibles, y casi de incógnito. Por aquellos años, entre el 85-90, tejer era cosa de abuelas. Era mi hobby oculto, que solo aireaba en casa de mis abuelas, precisamente.

Más tarde, el punto tuvo un amago de hacerse muy popular, y algunas revistas se modernizaron y en los escaparates empezaron a verse muchas prendas tejidas. En ese momento, aproveché para volver a sacar al aire mis agujas. Coincidió ese momento con que heredé un buen conjunto de agujas, todas rectas por cierto, y que se me puso muy a la mano una profe que me enseñó mucho.

El tema de la materia prima seguía siendo una limitación, pero ahí me puse, a tejer todo lo que pude.

En el año 2000 las americanas decidieron salir a la calle con las agujas, y darle al punto el espacio y la importancia que tenía. En ese momento, me liberé, y ya paseaba mis agujas por cualquier sitio. Siempre recibía alguna mirada curiosa o arrogante. No le eché cuentas en absoluto, porque lo que mis agujas me daban, estaba muy por encima de complejos y de la necesidad de dar explicaciones.

Fue en el año 2004 fue cuando encontré una tribu. Un grupo tejedoras liberadas como yo. Ahí si que aprendí, y me divertí, y me uní a un montón de mujeres que tenían la misma pasión por la lana que yo.  De allí saqué una esposa, y un puñado de amigas que me vitaminan los días.

De todo lo que aprendí, saqué material para enseñar yo. Para hacer otra tribu con la que comparto desde el ADN hasta el día a día, las risas y las preocupaciones. Al final las agujas, me han dado una red en la que sustentarme.

Este mes se celebra el día internacional de tejer en público. Hace demasiado tiempo que no salgo a gozarme este día, y ya sabes, si me has leído este año, que mi propósito es celebrarlo todo. Así que el sábado día 10 voy a coger mis agujas y me voy a poner a tejer en el 36 de Las Salinas. Allí tienen un riquísimo café, además de otras cosas deliciosas. Pero lo que más me gusta de allí, es que es un sitio perfecto para tejer y compartir. Coge tus agujas y vente. Te esperamos.

 

 

Escribir para vivir dos veces

Nací en el ’75. Y eso hizo que no fuera al cole antes de los 5 años. Tuve un breve momento, bastante traumático por cierto, en el que fui a lo que hoy sería una escuela infantil, y que en aquel momento se le decía Guardería. Traumatiquísimo. Nunca voy a entender cómo se podía tratar a unos niños como éramos nosotros (2 y 3 años) de forma tan brusca y salvaje. Y encima cobraba por ello. Quiero olvidarme, pero cada tanto, me viene el recuerdo de aquel baño oscuro y apestoso en el que aquella señora nos encerraba.

Cuando llegué al colegio, todo cambió. La profe era amorosa, simpática, y nos enseñaba con cariño. Y descubrí el abecedario, y poder poner por escrito lo que llevaba alegando desde casi la cuna.

No sé cuándo hice mi primera redacción. Sé que escribo desde que me acuerdo prácticamente.

Muchas veces me han preguntado por qué escribo, y la respuesta siempre ha sido la misma: necesito escribir para pensar. Cuando escribo, mis pensamientos se desenredan y soy capaz de entenderlos con facilidad. Muchos de los nudos que por momentos siento que me ahogan, se desatan y el aire vuelve a fluir libre y constante por todo mi cuerpo.

Escribo también para sentir, porque cuando lo que tengo en mi cabeza pasa a mi mano, revivo y resiento cada historia que estoy dejando fijada en papel. No tengo la menor duda de que mi vida sería otra si no la hubiera escrito. Mucho de lo que escribo es solo para mi, y la mayoría de las veces ni vuelvo a esas libretas. Escribir no solo me hace repetir la vivencia, también me sirve de vía de escape y de validación de sentimientos.

Hace tres semanas, mientras navegaba de Arabia Saudí a Qatar, recibí un mensaje para invitarme a contar la historia de cómo escribo, y de por qué. Y también para inspirar a que otras tomen este camino y lo exploren. Estoy convencida de que a todo el que se adentra en esta práctica, le va bien.

Mañana, estaré contándolo en el Cotillo. Te contaré por qué empecé a escribir, para qué seguí, cómo me organizo, y hasta donde pretendo llevarme escribiendo.

Si te apetece, en el cartel tienes toda la info.

Hoja en blanco

Here I go again.

2023 entero delante de mi, de nosotras. La agenda nueva lista para ir rellenándola.

Como una promesa, como una hoja en blanco. De verdad que he escrito sobre esto un chorro de veces, pero siempre llegada a este punto siento la misma emoción. Ahora miro para atrás, cuando la hoja en blanco me producía una angustia considerable, y lo único que necesitaba es que alguien me dijera que había visto el trailer del año, y todo en general, estaría bien. Siento bastante compasión y ternura por la Violeta de aquellos años. Seguramente sin toda esa angustia, hoy no estaría pudiendo escribir esto con sentimientos totalmente contrarios.

La hoja en blanco es para mi un regalo. La posibilidad de rellenarla con las cosas que más me apetezcan y me gusten. He aprendido con el tiempo también, a poner tinta borrable, y a ser bastante flexible para ir recalculando rumbo, cuando las cosas no son muy parecidas a lo que de entrada quise poner en esa hoja en blanco.

Lo mismo con la agenda. Me pone contentísima la posibilidad de empezar de cero. De poner toda la energía e intención en querer hacer más deporte, o comer más fruta. Estar más sana, en definitiva. Porque todo parte de la decisión de querer hacerlo, luego suelto el látigo, y si me voy resbalando por los terrenos de la desidia no me castigo, pero me obligo a darme una vuelta por los primeros días del año, y por todas esas libretas que ya tengo listas para empezar a rellenar. Volver a ellas me conectará con el momento de ahora, donde tengo la energía a tope y recién estrenada.

Como buena discípula de los comienzos y los propósitos de año nuevo, aquí tengo los míos. Unos son nuevos y brillantes; otros se repiten, porque el año pasado o los anteriores, ya pude comprobar que me sientan muy bien.

Repito madrugar y estirarme haciendo yoga. Repito salir a andar cada mañana. Estreno rato de estudio, y estreno también nuevas formas de organizarme en casa. No sé cómo me irá con esto último, porque lo de cambiar rutinas a mi se me hace ciertamente complicado. Pero como lo hemos hecho hasta ahora no nos estaba dando el resultado más óptimo, así que probaré otra opción. Si no nos da los resultados que espero, volveré a recalcular. Porque esto también lo tengo claro, y forma parte de mis propósitos de año nuevo: ser flexible, tanto como elastic girl.

Mi carta a los Reyes Magos

Creo que esta es mi carta número 7. Me estoy viciando, pero oye, es que tener la posibilidad de andar pidiendo deseos, sin límite, a mi me tiene como loca.

Sí, pido un montón de deseos a cada rato, ¿por qué no hacerlo? Me importa que se cumplan, claro, pero la realidad es que lo hago por revivir la ilusión y la magia del preciso instante de pensar qué deseo. Esa es la magia. Ese momento en el que cierro los ojos, y respiro profundo, y me visualizo imagino con el deseo hecho realidad. Creo que tengo cierta adicción a ese momento de desear.

En la carta que voy a escribir aquí, voy a concentrarme en revivir todos los momentos en los que he pisado un suelo diferente al mío durante este año, y que me ha hecho conocer sitios nuevos. Después de dos años teñidos por el coronavirus, hemos vuelto a coger la maleta. Hemos viajado lejos y también cerca. Y eso es lo que quiero seguir haciendo.

Armar una maleta, para unos días o para un fin de semana, y tirar para el aeropuerto. Quiero ir a sitios nuevos y viejos. Andar por calles que conozco, aunque ya no sean las mismas que pisaba antes. Quiero volver a reconocerme en rincones donde fui muy infeliz, y también donde me imaginé con otras personas. Quiero reconciliarme con el territorio. Deseo volver a descubrir plazas y avenidas; andarlas y bailarlas.

Quiero comer rico, y en sitios bonitos, y volver con la memoria del teléfono saturada de fotos preciosas, que me recordarán lo bien que lo habremos pasado en todos esos lugares que vamos a visitar.

En mi lista hay lugares diversos y variados, lejos y cerca.

Y… ahora, me da igual que mis pies no se muevan de aquí. Solo este ratito de imaginarme en el avión con MiMariposita, haciendo listas y leyendo curiosidades del sitio al que iremos, ha merecido la pena.

La Primera Merienda de Adviento

Ya conté hace unas semanas, como vine a dar con la idea de hacer una merienda de Adviento. Pues resulta que no se quedó en la idea, ni en las anotaciones en mi libreta de ideas, sí, también tengo una libreta para las ideas.

El jueves pasado, mientras en EEUU estaban preparando su Thanksgiving, nosotras estábamos preparando nuestra merienda.

El día anterior, me fui al local, con el coche cargado hasta la baca, de todo lo que encontré de Navidad en casa. Todo lo que he ido acumulando desde que me hice fan total de estas fechas, que no es poco.

Me llevé a MiMariposita de ayudante, y también para que fuera viendo en las cosas en las que me estoy metiendo. Aún no sé por qué sé que esto es importante, aun no he conectado los puntos, pero sé que lo es.

Entre las dos pusimos el local bonito, más bonito de lo que es ya de por sí. En menos tiempo del que pensaba, estaba todo colocadito y bien.

Y llegó el jueves, y las sillas. Y a media tarde llegó Elena con todo lo necesario para preparar una mesa preciosa.

A las 17:00 con puntualidad inglesa, tenía a las chicas en la puerta.

La mayoría venía sola, aunque entre ellas había muchas que se conocían, y que sabían que se encontrarían allí. Me puso muy contenta percibir las ganas que traían todas, y también la predisposición a dejarse sorprender y a pasar la tarde conmigo.

Al entrar, les conté lo del Thanskgiving americano, y les pedí que colocaran su gracias en el panel que estaba en la puerta. Cada una dio su gracias, y yo también. Me voy a guardar estas gracias siempre.

Comimos todo lo que nos trajo Elena, y también los cupcakes de Amparo. Alina estaba por allí sacándonos fotos. Alina es tan sutil y tan cuidadosa, que no te enteras que están capturando todo el momento. El resultado del reportaje fotográfico da buena cuenta de ello, es pura naturalidad.

Luego nos sentamos y yo eché el rollo de cómo organizo yo mi Adviento. Y de último, abrimos las cajas. En cada silla, había una caja para cada una. Dentro estaba todo lo necesario para poder fabricar un calendario de Adviento. Fue pura magia verlas abrir las cajas. Si hubiera sacado las tijeras y la barra de pegamento, hubieran armado el calendario allí mismo.

Fue una tarde preciosa, en la que yo disfruté infinito. Creo que hice alguna conversión, y hoy, ya hay más de una que está colocando su calendario con la misma ilusión que esperaba a los Reyes Magos el 5 de enero. Y pues eso… como canta René… esto lo hago, pa’diveltime!

El año que viene… más.

Te doy las gracias, noviembre

Empecé el mes con el firme propósito de poner el altavoz en dar las gracias. Creo que lo he conseguido. Esto no es magia, esto es ciencia, allí donde pones tu atención expandes la intención.

Cada noche antes de irnos a dormir, hemos escrito nuestro agradecimiento. Y me doy cuenta de realmente MiMariposita ya no necesita ninguna instrucción ni lección. Sabe apreciar cada momento y sabe darle el valor justo a cada cosa. Igual ahora ella no lo ve, pero estoy convencida de que esto es un aprendizaje para la vida. Casi como saber poner la lavadora o hacer unas lentejas. Si eres capaz de dar gracias por la mayoría de las cosas que te pasan, tienes ya mucho camino fuera de la mazmorra andado.

La mazmorra va a venir, es parte de la vida, pero si estas entrenada para ver las gracias, vas a saber encontrar las rendijas por las que entra la luz, y eso va a hacer tu tiempo en mazmorra más llevadero.

Yo me fijé en qué cosas me hacen sentir agradecida, y he podido comprobar que son muchas más de las que a priori me parecían. Esto me asombra cada vez. Cuando empecé a hacer este ejercicio diario, había día que me quedaba en blanco. Hoy, siento que doy gracias por todo. Y aún así, hay días que siento que me quedo corta.

Este mes he podido disfrutar de cielos increíbles. He brindado por la vida, por la salud, y por la magia. He dado gracias por los besos, los abrazos, y las risas por whatsapp. He dado gracias por todas esas personas que siempre están a la distancia de un click del botón verde del teléfono. He dado gracias por esas otras personas que se fueron de mi día a día, porque entendí que el tiempo ya fue.

Me he bebido la culpa en buenos vermús, y he agradecido el momento con risas y conversación. He saboreado el dulce y el salado en compañía de un montón de mujeres que me resultan totalmente inspiradoras, y de las que quiero coger un poquito de cada una para quedármelo para mí.

Otro mes que he ido diligente y enfocada para poder llegar a todo. Doy gracias también por mis libretas, mis ratos de planoly,  el pomodoro y el toggl, que me ayudan a enfocarme para poder seguir agradeciendo el tiempo que me agendo para tejer, escribir o escucharme pensar.

Ha sido un gran mes para agradecer. ¿Tu ya diste las gracias?

Merienda de Adviento

Hace justo un año, descubrí que me gustaba estar en grupo. De toda la vida me coloqué la etiqueta de que soy una introvertida y de que los grupos de gente me agobiaban. Y sí esto también es cierto, pero claro, lo que no había reparado en que el error estaba en la generalización, como casi siempre. No me gustan todos los grupos, pero he descubierto a unos ciertos grupos de personas con los que me lo paso muy bien. Con los que siento que nos interesan las mismas cosas, aunque no pensemos lo mismo siempre, y gente con la que puedo sentir como crezco con cada conversación, porque con cada afirmación me hacen aprender.

En este último año han llegado unas ciertas personas a mi vida, que me ponen las pilas y que me ayudan a bajarme a tierra y no quedarme nadando en mis pensamientos, haciendo lo que tengo por costumbre hacer: pensar, idear, dejar que se diluya.

En medio de esto, y sacando pecho, se me ocurrió una tarde organizar una merienda. Como las que hago en Navidad, pero para estas personas que viven el Adviento como yo, y que les gustaría echar un rato juntas para comer, reir, bailar y salir inspiradas. Ríete, pero la energía que se mueve en este tipo de encuentros es brutal.

Con ese pensamiento de imaginar lo divertido que sería organizar algo así, me fui a un almuerzo con mis enraizadas. Lo dije así como de pasada, como cuando dices algo en voz alta pero que no le estás dando bola ninguna, porque ya estábamos a finales de octubre, aquello solo era un pensamiento que daba vueltas circulares por mi cerebelo.

Para mi sorpresa, en menos de 15 minutos, me habían encontrado el sitio, la hora, la gente, y si me descuido, hasta la playlist.. Total, que esta semana tenemos nuestra primera Merienda de Adviento.

Dice mi madre, que la suerte de un loco es dar con otro… y seguramente sea así. Y por eso también doy gracias, porque yo no encontré una, sino unas 15 locas más, a las que yo les parezco cuerda.

Cuando ya veo que todo está medio organizado y caminando, no me creo que esté montada en este burro, pero sí, aquí voy, y ¿sabes que? Que me lo estoy gozando. Que ahora mismo, es lo único que me importa.

Calentando motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

Calentando Motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o en la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

Sorteo!!!

Entramos en Noviembre, y si hace rato que pasas por aquí, sabes que este es mi mes del agradecimiento. A ver, que tengo la buena costumbre de agradecer cada día. Yo, que ya sabes, tiendo a la chiflafura y flipadura sin mucho esfuerzo, doy gracias cada día. Por la mañana y por la noche. Tengo una libreta (una más) para ello.

Por la mañana escribo tres cosas por las que doy gracias según me levanto. Y las pongo por escrito. Y por la noche, vuelvo a poner tres cosas que hayan pasado ese día y por las que también doy gracias.

Dar gracias es un acto de poderoso alcance. Pero solo eres consciente de ello si lo pones en práctica. Decir gracias cuando te sirven el café o te mantienen la puerta, son normas de educación, que también hay que tener en cuenta, pero cuando dices: gracias, mirando a los ojos y sintiendo cada una de las letras, es otra cosa. Incluso cuando te lo dices a ti. Gracias por haberte sostenido, por haberte acompañado, por respirar cada día, por reir, por soñar, por llorar, por bailar, y por aburrirte. Por todo puedes dar gracias.

Pues como Noviembre es mi mes en el que hago todo esto, pero además lo exteriorizo, creo que es el momento perfecto para hacer un sorteo.

Hace apenas una semana que cumplí años. Uno más. Olé yo.

Hace también apenas unas semanas que superé los 1000 followers en Instagram, que oye, para mí, es un montón, y todavía no me lo termino de creer. Y además, es una manera de decir gracias a toda esa gente que me apoya cada día, en mis chapas y chifladuras.

El año pasado hice este sorteo y me lo pasé genial, y también este año quiero experimentar lo mismo, un poco de egoísmo aquí, porque de verdad el sentimiento de regalar y agradecer es un poco adictivo. La agraciada fue Ana de @lascosasdelucia.byana Y esta foto que ves arriba fue del momento de la entrega. Fue un café estupendo y nos dio para un rato de charla y puesta en común. Si te toca y vives por la isla, podremos encontrarnos y dártelo en mano, si te apetece, claro.

No voy a poner muchas condiciones, alguna no más, y tendrás que irte a mi cuenta de Instagram para conocer los detalles. Allí tienes todos los datos y el día de la resolución también.

Anímate y participa.