Mis deseos para tí

Espero que estés tranquilita en casa, con los que más te importan, y con los que quieres que te cojan la mano o te den un abrazo, en los momentos en que todo se pone color hormiga. En los momentos de confeti también.

Este año he valorado mucho la gente que me rodea que está cuando el confeti. Casi tan importante como cuando necesitas que te sostengan. Si cuando te pasa algo que celebrar tienes varios números de teléfono a los que acudir, considérate muy afortunada.

Quiero aprovechar el día y el momento para desearte un puñadito de estas personas con las que reír, y bailar. Con las que hacer bromas y con las que entenderte con solo mirarse.

Quiero desearte salud, y ganas de mantenerte sana. Motivación para comer bien y moverte cada día. Que tengas siempre la mente clara y sepas aprovechar esos momentos cotidianos que son un regalo. Que hayas encontrado ese rincón del mundo donde eres feliz. No eufórica. Solo feliz, y plena.

Hoy te dejo aquí mis mejores deseos para estos últimos días del año, y toda la ilusión de los principios para el que se viene.

Nos seguimos leyendo. Nos seguiremos acompañando.

Compra con cabeza

Pues ya estamos aquí. Ya, yo tampoco sé cómo ha sido, que casi no me ha dado tiempo a peinarme bien, y de la revolcada estamos en diciembre… again. Supongo que todos los que pasamos los 30 tenemos la sensación de que esto cada vez va más rápido. No te creas que no me quita el sueño.

Y ya puestas aquí, llega el momento en el que hay que sacar la libreta y las cartas, y empezar a hacer cuentas.

La Navidad también es esto y aunque todo el tiempo esté pensando en alejarme todo lo posible del consumismo loco y masivo, también es divertido regalar.

¿Tú eres de las que prefiere regalar o que te regalen?

A mí me mola mucho lo primero, lo que no me motiva nada es meterme en los centros comerciales por esta época. Me agobio y me frustro. Por eso procuro ir, porque todavía no he encontrado la forma de salvarme, con una lista armada, cerrada, estudiada y medida. Ir a tiro hecho y como si estuviera participando en un concurso y salir lo más rápido posible de allí.

Regalar es divertido, intentar poner orden en un montón de cosas que llegan de repente y con las que tienes que compartir espacio, no lo es tanto. Y no hablemos de los agujeros que hacemos en las carteras. Por eso, siempre y más en estas fechas, consumo con cabeza.

Desde hace unos años, la mayoría de los regalos que hago son de disfrute en lugar de cosas. Quiero decir, que me gusta más regalar una comida, un masaje o una excursión, que una ropa, un perfume o cualquier objeto.

Me gusta regalar libros. No los que me gustaron a mí, sino los que creo que le van a gustar al regalado.

Y también me gusta mucho regalar detalles hechos con amor: cualquier artesanía útil me vale. Figuritas y demás objetos inútiles, no por favor.

Marie Kondo ya renunció a mantener el orden, ya lo leímos, sin embargo, sus enseñanzas sí que he decidido conservarlas y acumulo lo menos posible.

A ver, esto tiene un pero, claramente: acumulo lanas, papel para scrapbooking y telas. Pero eso no es acumular, es invertir en mi jubilación.

Regala con el corazón, pero compra con la cabeza.

El Calendario de 2023

En mi día a día, recurro a muchas frases que funcionan para mi como mantras.

Una de ellas es: “La práctica hace al maestro”. La digo varias veces al día. Y soy tan pesada, que este verano en una de mis filípicas a mi hija y a mis sobrinas, paré un momento para ponerme más intensa de lo que ya estaba y soltarla, y ellas se me adelantaron.

Ahí fui consciente de que el mensaje había calado, y ya no era necesario que siguiera repitiéndome como un loro.

Pero hoy, se me hace necesario venir a dejarla aquí. Y sí, la práctica hace al maestro, y la confirmación de esta frase, la he vivido este año.

Ya sabes que soy una fanática del Adviento y de todo lo que organizo alrededor de su Calendario. Cada año, dedico unas buenas mañanas o tardes a organizar y pensar qué quiero hacer y con qué puedo sorprender a las personas que van a formar parte de él.

Este año, la cosa ha ido rodada. Me he dado cuenta de que tengo el ojo educado a ir encontrando todo lo que voy a necesitar para estas fiestas. En un par de salidas a comercios y sitios (que no voy a revelar por si alguno de los implicados me lee y se me pueda chafar la sorpresa) descubrí cosas que en otras ocasiones me han podido pasar desapercibidos, y que me van a facilitar muchísimo la tarea de lo que me propongo.

Parece ser que esto no solo es por práctica. Existe una cosa que se llama Sistema de Activación Reticular (SAR), y mantenerlo activado es lo que hace que de pronto detectemos aquello en lo que estamos pensando.

Como cuando piensas en embarazos, y solo ves embarazadas; o cuando estás evaluando un modelo de coche concreto, y te lo encuentras todo el rato. No es que haya más embarazadas en ese momento, o más coches de ese modelo… Es que tu SAR está activado y estás manteniendo el ojo en el foco que tienes en mente.

La cuestión es que como llegados a mitad de noviembre, en mi cabeza el foco está puesto en la organización del Calendario de Adviento, mi SAR está entrenado para ir encontrando cosas que me pueden facilitar el trabajo.

Por ejemplo, al llegar a Ikea, encontré sin problema las velas de la corona, la casa de jengibre, o los adornos para decorarla. Algo que otras veces he tenido que estar preguntando y preguntando.

Del viaje a Gran Canaria, pasé deprisa por la puerta de Tiger, y dos pasos más allá volví sobre ellos para meterme dentro de la tienda. De allí me traje material para resolver al menos, cuatro actividades.

Hasta en Mercadona, encontré casi de sopetón la caja de bombones que escogemos siempre para meter en los calcetines de Adviento.

Con mucha práctica y el SAR bien activado, este Adviento ha sido sencillísimo de preparar, y ya llevamos disfrutándolo cuatro días.

Espero que tu también estés disfrutando del tuyo.

Dar gracias

Desde hace casi una década, todo el mes de noviembre nos dedicamos en esta casa, a dar gracias.

Siempre estoy dando gracias, pero este mes las doy acompañada y con mayor consciencia.

Hubo una época en mi vida, en que todo me pesaba. Vivía en la mazmorra y no era plenamente consciente de cuánto tenía para agradecer. Podría venir aquí y tirarme el rollo de que un día me pasó X y mi cerebro hizo click. Podría. Pero no sería cierto.

Lo de agradecer lo aprendí en los libros, como casi todo. Estaba perdida y al oscuro, y encontré luz en la lectura. De lo primero que integré, de todo lo que leí en esa época, fue lo de agradecer. Lo he dicho hasta la saciedad, y no me voy a cansar de repetirlo. Dar gracias y estar triste, es incompatible.

Y espérame un momento aquí. No se trata de dar gracias a lo pendejo. Me refiero a dar gracias por una enfermedad, por tropezarte con un capullo que te arruina la existencia, o por tener que lidiar con un compañero de trabajo que es un miserable. No entiendo qué cabeza que funciona con cierta normalidad puede dar gracias por esto. Yo me refiero a dar gracias por cuestiones que sí son de agradecer, aunque de tan habituales, parece que tengan menos valor. El techo, la nevera, la salud. No le quites valor a nada de esto, porque nada, está garantizado en esta vida.

Yo hoy quiero darle gracias a la Violeta de hace unos años, cuando se le cruzó por la cabeza la idea de escribir, y de proyectarse, y de visualizarse soñando muy fuerte.

La misma que barrió de un plumazo la vergüenza y se decidió a escribirle a Erika, y a contarle la propuesta que traía. Lo mejor de todo, es que Érika dijo sí, y nuestra relación traspasó la transacción empresarial.

Cuando estaba en la Universidad y leía con devoción, leí Los Designios Torcidos. Escrito por Domingo Fuentes, y que hizo prender la chispa de la escritura de forma realista. También estaba por aquella época en mi pensamiento Marcos Hormiga. También escritor majorero al que me daba mucha vergüenza encontrarme por las calles de Gran Canaria, porque era como ver a alguien a quien admiras. Se te junta la vergüenza con el ser fan, y se me activaba el poder de la invisibilidad. Y me convertía en la mosca, como Lola Flores. He seguido sus trayectorias. Leído sus textos. Y cultivando esta admiración en secreto.

Hoy casi 25 años después. He compartido con ellos una Feria del Libro. No tienen idea de lo que ha sido poder darme este regalo de vivirlo. Y no solo para mi, sino para la jovencita que fui, y que tan hostil le parecía el mundo. Este regalo es principalmente para ella.

No puedo sino agradecer a la vida haber podido experimentar estas dos vivencias. Compartir con Érika proyecto, y ratos con estos escritores majoreros que despiertan siempre tanta admiración en mí.

La reunión de Adviento

El año pasado, en un momento de descompensación de alguna de las cuestiones que me mantienen cuerda y a salvo, y que fabrica mi propio cuerpo; me vine arriba, y a finales de mes un grupo apañadísimo de mujeres me siguieron la corriente en esta locura transitoria que me dio, y nos celebramos en una merienda de Adviento.

Este año, que parece que la química de mi cerebro está más equilibrada, no contemplé en mi planificación organizar nada similar. Y entonces llegó octubre, y cumplí años, y presenté el Manual de Verano, y volví a reunirme con gente, y a romper otro puñadito de creencias que me quedaba por aquí.

Desde que se acabó toda la trabajera del Manual de Verano, y me senté a descansar, la química, otra vez volvió a hacer de las suyas. Igual no es la química y es la termodinámica. El caso es que me puse entrópica total y tendente al caos.

Me desequilibré, y en un par de horas, la idea de repetir la merienda se hizo una llamada poderosa en mi cabeza.

Quise despistarme, y quitarme la idea de donde quiera que hubiera surgido, pero… cuando una llama se me prende por dentro y empieza a calentarme, yo misma sé que no hay caso lucharla.

Unos días más tarde y unos pocos cafés también, todo estaba listo.

Habrá reunión de Adviento este año.

Las novedades son unas poquitas, no será merienda, será Brunch. Y vamos a mover las manos.

Ya saben que yo tengo una misión con esto de que nos convirtamos en señoras que mueven las manos. El año pasado las señoras que asistieron se fueron con las ganas de haber sacado las tijeras y la barra de pegamento y haber hecho su propio calendario allí mismo. Este año voy a dar respuesta a esas ganas, porque como dispondremos de más tiempo, podremos meternos en harina, como se suele decir.

No haremos un calendario, haremos otra cosita que de momento voy a dejar en suspense, para crear el hype, ya tu sabes.

Apúntate la fecha: 26 de noviembre, en Fuerteventura. Cerquita de muchos sitios, y en un lugar que inspira muchísimo.

¿Quieres más detalles?… está todo explicadito aquí.

Presentación del Manual de Verano

El próximo sábado, después de desayunar y de pasar la media mañana con calma, será un buen momento para que te alistes, y te dirijas a la Feria del Libro.

Sobre las 11:30, allí estaré yo, acompañada de mi amiga Maru. Con unos pocos de nervios, y la ilusión desmedida.

Durante media hora charlaremos sobre este nuevo Manual, del que como podrás intuir voy a hablar bastante de aquí a final de año.

Va a ser un buen momento para que nos veamos las caras, nos saludemos, y si quieres te puedes llevar los libros firmados. No me quiero poner en plan pedigüeña, pero a ver, que me lo he hecho yo solita, el libro digo, y tengo que venderlos todos, que ocupan un buen espacio en mi casa.

La feria de este año, que empieza el 18, tiene un programa sin desperdicio. También te convoco a venir a la mesa redonda que tendrá lugar el viernes 20 a las 18:00. En la que estaré moderando una charla entre cuatro escritores que usan Fuerteventura como inspiración para sus obras.

Que trabajas, estás ocupada, o tienes otras citas (que no sé qué puede ser de más interés que esto, ya tu me dirás), tienes una última oportunidad. El domingo por la mañana estaré en el stand de la librería Tagoror, firmando lo que me lleves. Cheques, contratos o escrituras no firmo, ya te lo digo. De resto, lo que quieras.

Así que allí te espero, en cualquiera de estos momentos del fin de semana.

Venirse venirse.

Manual de Verano

El 9 de enero de este año, intentando parecerme a Isabel Allende, me senté delante del ordenador, a reconectar con Sonia, Pedro y Tía Enriqueta.

Desde noviembre del año anterior, fui acumulando notas y datos, que creí importantes para continuar.

Así que cuando me senté, tenía algunas palabras sueltas, y algunas ideas. No era la hoja totalmente en blanco.

Durante un montón de mañanas, acompañadas por Raúl Ornelas y su Manual de lo Prohibido, me senté delante del ordenador. Unos días me salían 1500 palabras, otros, no llegaba ni a 400… Algunos días dejaba la mesa con tal motivación que sentía que iba levitando por el día… Otros, sentía un peso terrible en las espaldas, que casi no me dejaba avanzar.

Y así me puse en el final de mayo. Yo tenía una planificación perfectamente organizada, y empecé a ver que los días se me iban acercando, y yo no había llegado ni a la mitad de mi objetivo de palabras.

En ese momento, me dispuse a derribar una terrible creencia que tenía incrustada en mi cabeza. Hasta ahora, escribía 1500 palabras, aprox. Porque era lo que me salía en la hora que tenía para escribir. Así lo hice para el Manual de Adviento y el Manual de Primavera. Durante la escritura de estos dos libros, yo tenía un chorro de cosas más a las que prestar atención. Este año, por circunstancias varias, no tenía tantas cosas a las que atender, sin embargo, yo seguía escribiendo solo una hora al día. Mira tu si es limitación.

Cuando me di cuenta de esto, me senté delante del ordenador, sin reloj y sin objetivos palabriles. Y se hizo la magia. Unos días 3000 palabras, otros hasta casi el doble.

Fulminé la creencia y me descubrí frente a otras muchas posibilidades de desarrollar la misión que me había puesto por delante.

A finales de junio, pude decirme aquello de misión cumplida. Punto y final al manuscrito, tal y como había previsto en mi planificación.

De ahí corrección, ilustración, revisión, maquetación, revisión y finalmente impresión.

Y aquí está. El manual de verano es ya un libro físico o digital. Para gozo mío y disfrute de ustedes.

Todo lo que no se ve

Hace unos días vi un reel en Instagram, de Almudena Grandes, donde decía que la escritura a ella le ha dado oficio y disciplina. Empezó a escribir para otros, y eso hizo que se tomara en serio lo de venir a la mesa y sentarse cada día, un buen puñado de horas, como si fuera un trabajo de oficina.

Adquirió esa disciplina porque tenía que entregar aquello que escribía y que le habían encargado.

Lo mismo le oí decir a Isabel Allende. Cada día escribes, y durante un montón de días vas a tener un buen puñado de páginas, que probablemente no sirvan para mucho. Pero de pronto, el día 101 la página que has escrito, te parece que está bien, que tiene eso que buscas cuando escribes. Caes en la cuenta de que han tenido que pasar más de 100 días haciendo lo mismo, para llegar a algo que te guste.

Tengo claro que en esto de escribir, hay una historia romantizando el acto, pero que poco tiene que ver con la realidad de los que escribimos.

Todo lo que no se ve, es lo que está por allá del risco, que aunque no se vea, está.

Detrás del risco, hay muchas madrugadas de lectura, de escritura aparentemente vacía, de páginas arrugadas que has descartado, de un montón de mensajes de voz que te envías a un chat de whatsapp en el que solo estás tu; una pila interesante de libretas en las que has ido tomando notas random porque pensaste que alguna podía servirte. También hay un buen puñado de canciones, y unas cuantas películas. Muchos litros de café, té, o agua con gas. Algunos bailes con John y muchos suspiros contenidos.

Y lo que hay después de eso, es una historia que te ha salido de dentro, y que te apetece mucho compartir.

Mis Manuales

En menos de un mes (dedos cruzados), tendré en mis manos, mi tercer manual.

Hasta ahora han visto la luz mi Manual de Adviento y el Manual de Primavera.

Te voy a ser sincera, aún me pasa que los veo y no termino de creérmelo. Esos libros los he escrito yo, y lo que es más fuerte, los ha leído bastante gente (y la que queda, porque voy a ser muy plasta con esto) y además, gustan.

He hecho dos presentaciones, reuniones en clubs de lectura, mesas redondas… Y todo esto en apenas tres años.

A ver, que eso no es del todo cierto. Llevo toda mi vida imaginándome esto. Recuerdo una conversación con mi hermana la chica, a la que le llevo 16 años, por cierto, en la que yo estaba escribiendo. Nada nuevo, se me acercó y me preguntó que qué hacía. Cuando le dije que escribiendo, quiso saber si sería para un libro. Me vine arriba y le dije que sí, que escribiría un libro y sería escritora… Ella me miró muy seria y me dijo que entonces tendría que sacarme una foto en blanco y negro con la mano en la cara. Es curioso como su cerebro tenía construida la imagen de una escritora.

Han debido pasar por lo menos 25 años de eso, y curiosamente, las dos recordamos esa conversación.

Vengo hablando y asumiendo este mes esta nueva realidad en la que escribo muchas horas del día, publico lo que escribo en diversos medios, y además (que para mí sigue siendo lo más sorprendente) la gente me lee. Aquí podría ponerme a divagar si esto se ha dado porque lo pensé primero en mi mente (así fue) o que como se iba a dar, mi mente lo visualizó. Una vez más, la gallina y el huevo. Sea como fuere, aquí están. Mi dos manuales y el tercero en camino.

El Manual de Verano, llegará justo cuando estemos despidiendo esta estación. He conseguido visualizarme escribiendo y publicarme, pero todavía no he logrado sincronizarme con la naturaleza. No pierdo esperanza.

El Enfoque

El Enfoque es un periódico gratuito insular que imprime cada mes alrededor de 25mil ejemplares.

Conozco a la Directora desde hace exactamente 9 años. Hemos compartido momentos de vital trascendencia para la vida de las dos. Y año tras año, hemos apretado esos vínculos que nos unen.

Recuerdo el momento en el que me dijo: oye, ¿tu quisieras escribir una columna para el periódico? Te guardo espacio para unas 650 palabras, y que hables de lo que quieras.

Yo en aquel momento, hace ya 3 años, combustioné en auténticos fuegos artificiales por dentro, pero por fuera, hice acopio a todo mi adn escorpiano para permanecer tranquila y parecer estable y cuerda. Por supuesto le dije que sí. Y desde entonces escribo en El Enfoque, de lo que me da la real gana, cada mes.

Primero escribí sobre las Mujeres de mi vida. Después hice una breve lista de lo que incluye mi Manual de Supervivir, y este año estoy escribiendo sobre esas pequeñas cosas que tienen un impacto monumental en donde se las aplique.

Empezar a escribir en El Enfoque, fue la chispa para saltar. La primera columna fue en junio de 2020 y en noviembre de ese año, presentamos, junto con la Directora del periódico, el Manual de Adviento.

Cada vez que alguien me dice: te leí en el periódico, sigo encogiéndome un poquito por fuera, y ensanchándome por dentro. No calibré bien lo que son 25mil ejemplares y la cantidad de gente a la que puede llegar. Cuando lo pienso me da cierto vértigo. Luego caigo en que tengo este blog desde 2004, y se me pasa un poco.

Volvería a decir sí mil veces, porque escribir la columna del mes es una de las cosas que más me divierte de toda esta vaina que me he inventado de escribir.