Bebés de distintas especies

Esta semana me la he pasado dando vueltas en distintas oficinas, intentando arreglar documentos varios, de esos que voy relegando al montoncito de “cuando tenga tiempo”. Pues el momento ha llegado, y yo ya no tengo excusa para seguir alargando el trámite. No me ha quedado otra que coger el toro por los cuernos, y hacer cola. Y mientras tanto Mercurio Retrógrado.

Me he tomado la semana como un curso acelerado de paciencia. Porque las vueltas que he tenido que dar, y las contestaciones que me han dado, se merecieron en más de una ocasión, incluso, una galleta con la mano abierta. Una galleta de esas de “pam” y te borro la cara.

Pero no, yo soy una mujer pacífica, y pequeña. No olvidemos este dato que es bien importante, porque igual si midiera 20 o 30 centímetros más, sí que me ponía farruca, y ofrecía galletas.

Así que me he mirado mucho los pies, he sonreído todo lo que he podido, y a esta hora del viernes, mi montoncito de pendientes está libre.

Para ir desprendiéndome de todo ese clima hostil que circunda el ambiente, me he puesto a tejer como loca. Hay unos bebés en camino, que bien merecen un pelele y una capota.

El pelele es sencillo, fácil, y muy ligero de hacer. Yo lo he variado sacando los tiros desde la parte de atrás, en lugar de tejerlos aparte y luego coserlo. Ya sabes que yo lo de coser tejido, si me lo puedo ahorrar, no lo pienso. Están los dos tejidos en merino baby, y listos ya para que llegue el fresco que ahora no queremos producir ninguna lipotimia en los pequeños.

El patrón de la capota, es otro patrón de satisfacción inmediata. Es un diseño de mi amiga Siona, y queda fina y resultona a partes iguales. También aquí eliminé lo poco de coser que había, y las tiras para unirlas, las hice remontando tres puntos y tejiendo un icord.

Ambos conjuntos han partido a sus respectivas casas. Mientras tejía, y estando ya en verano, me fue imposible no rememorar el verano del 2011 cuando yo tejía este mismo tipo de patrones, pero para mí. He recordado mucho durante estos días mi embarazo, y todos los sentimientos que me embargaron durante esos meses.

Ahora los sentimientos son otros, y los miedos o preocupaciones también. Hay días en los que parece que me están examinando otra vez, de integrales dobles. No tengo idea de que hacer, dudo constantemente de las decisiones que tomo, o incluso me quedo en blanco en determinadas situaciones.

Estos días, y después de haber pasado por la librería de mi pueblo, me he puesto a leer el libro de PatriRamírez. Como cuando estudiaba, me preparo un té, y busco mi material de estudio. Ciertamente el libro es material de estudio y obra de consulta. Tiene un montón de juegos, y de explicaciones que ayudan muchísimo. Estoy muy contenta de haber encontrado a esta mujer por las redes sociales.

Echo mucho de menos a mi bebé, pero disfruto enormemente de las salidas, las charlas y la compañía de la niña que es hoy.

Sigo teniendo esa necesidad de cuidar, tal vez por eso, estoy llenando mi casa de plantas. Hace unos días descubrí una cuenta en Instagram que me ha puesto en modo plant lover total. Con esto removiéndome los pies, salgo corriendo al centro de jardinería de aquí, y me voy directa a la mesa de las desahuciadas. Esta semana en esa misma mesa he encontrado estas dos pileas. No daba crédito. Después de verlas tanto en la red, las tenía aquí tan cerca.

Las he cogido las dos y me las he traído a casa. Necesitan atención continua, y mucho mimo. Me han parecido perfectas para satisfacer esa necesidad de mamá gallina que me ha brotado de pronto.

Ottolenghi

Hace ya unos cuantos años que conozco a Ottolenghi. Si no recuerdo mal fue delicioustories quien me lo presentó en una de sus entradas, que por cierto echo mucho de menos. No creo que me lea, pero por si lo hace que lo sepa. En una de sus entradas, como digo, nombraba el libro de Jerusalem. Fue un flechazo.

Desde que lo vi, salí corriendo a mi librería de referencia, y lo encargué. A la semana lo tenía entre mis manos. Desde entonces, lo miro y remiro con bastante frecuencia.

Imagínense, entonces, mi cara al desembocar una esquina y de pronto encontrarme con uno de sus restaurantes.

Me puse a dar saltitos y manotazos al aire, casi sin poder articular palabra. Mis compañeros de viaje me miraban sin entender bien qué me estaba pasando. Menos mal que allí estaba MiCompadre, que me conoce un poco, ató cabos.

Entramos al establecimiento como una exhalación, con la boca abierta sin poder elegir qué queríamos probar.

Compramos un merengue, que comimos despacito y saborándolo. Me compré también una bolsa de tela para la compra, que ya hoy  paseé orgullosa por el super.

Después de esta aparición mariana en medio de Londres, encontré también una tienda de especies, en Borough Market y pude por fin traerme a casa Za’tar y Sumac, que se usan mucho en las recetas de Ottolenghi.

Y así de aprovisionada e inspirada, encendí el horno.

Hice un bizcocho de albaricoques. Hace otro montón de años, mi amiga Birgit, me invitó a uno así. Y mientras lo comíamos, me decía que para ella hacer ese bizcocho era el símbolo inequívoco de que había llegado el verano. Se me quedó grabada aquella conversación. Recuerdo haber pensado, que tenía que fijar relaciones con la comida que marcaran momentos del año. Algo así como establecer tradiciones. Cuando sea viejita, y Emma mayor, me encantaría oírla hablar de mis galletas de jengibre cuando llegaba la Navidad, o de los Semlor en Semana Santa, o de las torrijas de Carnaval.

El que hice yo, es receta de otra gran amiga virtual, que tuvo a bien compartirme la receta. Es el típico bizcocho de yogur, pero con albaricoques on top. Esta vez voy a dejar guardada la receta en mi libreta, porque ésta, la voy a repetir cada final de junio.

Ahora que me tomo tan en serio las cinco comidas, tener un trozo de este bizcocho para acompañar el té de la tarde, es una muy buena idea. Me quiero mucho cuando nos mimo de esta forma.

Y hoy que el día está bastante chof, con Mercurio Retrógrado y con toda esta gente que tiene por lema: “quítate tú, para ponerme yo” dando mucho p*rc**o, hacen que el ambiente esté bastante enrarecido, tanto que yo he perdido un poco – bastante –  la fé en la sociedad que me rodea, en los políticos que pretenden gobernarme, y en la mayoría de opinólogos de la calle. Así que no he tenido otra opción que encender la crockpot y hacer un caldo. Le he puesto todas las verduras que tenía a mano, además de  costilla, un hueso de jamón y dos buenos puñados de garbanzos. Lo voy a dejar así al menos medio día. Me da bastante igual el calor, y que no sea el momento. Si me encuentro desamparada, no hay nada mejor que un buen caldo para sentirme en casa y a salvo.

London Calling

 

Nuestras primeras vacaciones del 2019 fueron un fin de semana de relax y desconexión en un todo-incluido al Sur de la isla. De esto no hay testimonio gráfico, sino vivido.

Era necesario este descanso para afrontar con la energía a tope de power, nuestras segundas vacaciones del 2019. Destino: London, Baby!

Le tenía yo a UK como cierta indiferencia. Cuando tenía 13-14 años me moría por ir y practicar allí mi estudiado inglés. A mis padres no les llamaba demasiado la atención, y yo no fui lo suficiente persistente, debió ser. La cosa es que fue algo así como: cuando quise no pude, y ahora que puedo, no quiero. Hasta este verano. Todo pasa cuando tiene que pasar.

He vuelto completamente encantada con Londres. Quiero decir, la ciudad que me tiene enamorada es París, esto es así, pero he sentido que si debía ser infiel, Londres era un buen motivo.

El paseo hacia Buckingham Palace era nuestro primer must. Como fieles devotas de su Majestad, no podíamos faltar al cambio de Guardia Real. Me gustó ver a mujeres entre los Guardias, y una señal de fé  para mí, me estaba esperando en el gorro de uno de ellos.

He saboreado unos deliciosos Benedict Eggs, que han hecho que me tome muy en serio la tarea de practicar hasta conseguir la receta perfecta. Dicen que los ingleses comen mal, no me lo ha parecido en absoluto. Y si no he vuelto con unos cuantos kilos de más, ha sido porque cada día hacíamos a pie más de 15km.

Me he flipado con las puertas, con todas y cada una de las casas de South Kensington y Notting Hill. Me he vuelto loca con los jardines, las flores, y los bancos de madera que hay por cada jardín. Y con las inscripciones que hay en la mayoría de ellos. Me he visto casi florecer en esos jardines.

Fuimos a la Tate Modern Gallery, y dejamos  comentarios sobre nuestras percepciones allí. Hay un cuadro que me paralizó durante media hora. En mi cabeza escribí media novela solo contemplando ese cuadro. Da para un post. Otra media hora la pasé escuchando a un cantautor en la puerta antes de entrar. Eso da para otro post y para otra novela, también. Emma flipó mucho al encontrar y reconocer un Picasso, y también un Mondrian. Allí también nos compramos postales, que luego nos enviamos, como viene siendo tradicional en cada una de nuestros viajes.

Nos pasaron cosas curiosas también, y de las que no tenemos testimonio gráfico. Como que en el backyard de la casa donde nos alojábamos entró un zorro. Como que nos comimos un plato de fish and chips casi de nuestro tamaño. Como que desvirtualicé a una de las personas que ha sido guía en este último año, y que me ha hecho una vaticinación de mi futuro, la mar de interesante, en un típico pub inglés, frente a unas pintas y mi cara de total asombro. Como que nos caminamos juntas y solas Oxford Street sin comprar nadita.

Hemos exprimido los días, y yo me vengo con dos firmes propósitos: conseguir la receta de los Benedict Eggs, y volver.

Eclipse total de Sol en Cáncer

De toda mi vida me ha gustado mirar al cielo.

La luna me parece fascinante, y la pena que tengo ahora mismo es que desde donde estoy no veo bien las estrellas.

Hoy hay eclipse.

Eclipse completo de Sol, en Cáncer. Que haya eclipse de Sol, significa que hay Luna Nueva.

Un eclipse es algo así como: lo ves, no lo ves, lo vuelves a ver. Tal como lo explica Mía Astral, que si te interesa la astrología, y no la conoces, vete corriendo a su IG.

A mi la astrología me ha interesado de siempre, claro que no había encontrado la tranquilidad necesaria para ponerme a estudiarla, porque uno ve una carta astral, y piensa: será más fácil aprender a hablar chino mandarín.

Luego empiezas a leer, a escuchar, a hacerte tus pequeñas notas, y algunos de esos jeroglíficos se descifran. Algunos, que no todos.

Pues lo que te digo, que hay eclipse. Y que te lo creas o no, te va a afectar. ¿Cómo? Who knows.

Te cuento algunas cosas que he ido aprendiendo: la luna nueva es siempre un comienzo, un principio. El Sol es la persona. El individuo. El yo. Cáncer es el signo del hogar, de nuestra casa, donde tenemos la raíz. Uniendo todos estos datos, yo podría decirte que el eclipse va a influir en la forma en la que nos manejamos en  casa, en el círculo más cerrado, incluso con los miembros de nuestra familia. Y a partir de ahí, puedes fliparte como yo, buscar más información, y adaptarlo a tu existencia en particular.

Yo por mi parte, tengo el palo santo preparado, una libreta llena de letras que forman la infinita lista de cosas que quiero que comiencen, y de un montón de deseos y propósitos.

Adiós curso escolar

Y en un soplido pasó el curso.

Este año tenía especial necesidad de que llegara este día. Primero porque el agotamiento de los madrugones, las extraescolares, preparar desayunos para el cole, la plancha de los domingos, a esta altura del año es ya importante.

El curso se puede resumir en unas cuantas frases: ¿leiste hoy?, ¿tienes deberes?. Mañana hay que llevar pantalón largo. ¿Sabes qué pasó hoy?. Fulanita no vino ayer. Hoy ha sido un día terrible. Tengo que buscar información sobre… Mañana tengo que exponer. Toma este papel, que mañana lo tengo que llevar firmado. Se me perdió el tupper, ¡ah! No lo tengo aquí.

Ha terminado el curso dando de baja un pantalón y los zapatos. Me encanta ver los zapatos destrozados. Son zapatos vividos, y disfrutados. Saltos, carreras, pasos, a lo largo de estos nueve meses por todas las instalaciones del colegio, por excursiones, por casa. Me gusta sacarle el jugo a las cosas, y ahora al decirles adiós, poder recordar tantas vivencias. Tengo un TOC muy MarieKondo con esto de despedirme de las cosas.

Ha sido un curso complejo, por las materias a las que empieza a enfrentarse, y por las habilidades sociales que ha tenido que ir desarrollando. Habilidades que yo no tengo, y en las que no le puedo ayudar. Yo en cambio, he tenido que hacer lo mío. Desarrollar la paciencia sobre todo, y los me dan igual.

Me da igual no tener el control absoluto de lo que oye, lo que escucha, lo que le enseñan, como se lo enseñan, como lidia con lo que no le gusta y como resuelve el día día.

Me da igual no controlar nada de eso. He asumido que tengo el poder de acompañar, exclusivamente. De confiar en ella y en su proceso, y de intervenir solo en casos excepcionales. Tengo la posibilidad de trabajar con ella a diario, de no perderme ninguno de sus días, pero también he aprendido a apartarme a un lado y que sea ella la que lidere su camino. No es fácil, pero pongo mi empeño.

Se nos ponen por delante casi tres meses de descanso, lecturas, helados y mucha playa. Algún viaje, y algún merecido homenaje, por lo bien que lo hemos hecho. Y vamos a empezar esta misma noche, celebrando el solsticio de verano.

#madrepantoja soplando letras

El pasado domingo activé el modo #madrepantoja desde bien temprano.

Ese día iba a tener lugar la actuación de ballet de MiMariposita. La escuela de ballet organiza un solo espectáculo al final del curso, en el que participa todo el alumnado.

Este año interpretaron El Cascanueces.

Yo estuve en modo #madrepantoja desde bien temprano, como digo. Porque este año, MiMariposita tenía que salir a actuar tres veces. Cada una de ellas con un vestuario diferente. Yo estaba como gallina sin pollo pensando en cómo iba a meter ella a camino tanto tutú, y tanto perifollo. Ella muy tranquila me dijo, “solo me tengo que poner y quitar ropa, mamá; eso lo sé hacer”.

Ahí fue el momento en que tuve que meter, así para adentro, todo mi nerviosismo y ansiedad y acomodarme inquietamente en el patio de butacas.

La obra fue un gran espectáculo, y en el fondo, la disfruté bastante.

Ella, salió en cada uno de sus bailes perfectamente equipada y totalmente concentrada.

Yo, en mi papel de #madrepantoja, eché mis lagrimitas cada una de las veces que la vi bailar. Y me las enjugué con toda la elegancia que pude, cada vez que la vi salir del escenario.

Es en estos momentos cuando me entra la conciencia, y me doy cuenta de que ya no tengo una niña pequeña. Ya hace y deshace muy bien, sin ninguna necesidad de mi intervención. Tengo que aprender a relajarme y a apartarme un poco. Me resulta muy fácil decirlo y pensarlo, y muy complicado en la práctica. Tendré que poner lo mejor de mí para llevarlo a cabo.

Y ahora que venía aquí a contar esto, que no quiero que se me olvide, me doy cuenta de que hoy justamente, puede que incluso a esta misma hora, hace 15 años (madredelamorhermoso) escribí aquí por primera vez.

¿Cuánto he cambiado desde entonces?. ¿Cuántas cosas he venido aquí a contarte?.

Ya soy una señora de cuatro décadas.

Llevo el labio rojo, y las uñas también, la mayor parte del tiempo. Me gusta mi piel glow, y yo no me peleo con mi cuerpo. Y sobre todo, ya no sufro por amor, porque ahora me quiero bastante.

Pese a todo, hay algo que se sigue intacto. Y es la necesidad de venir aquí, y vomitar las letras que se me siguen atorando por dentro. Supongo que esto va a seguir igual, al menos durante algún tiempo más.

Empieza mi sabáticol

Hoy ha sido oficialmente, mi último día de trabajo remunerado por cuenta ajena.

Empezó este ciclo hace poco más de un año, y con fecha fijada de finalización. Así que ni sorpresa, ni imprevistos.

Ha sido un año emocionante, no puedo decir otra cosa. Durante mi vida profesional he huido de la Administración Pública. Tenía un gran puñado de creencias limitantes que hacía que no viera con claridad lo que suponía la Administración.

Durante este tiempo atrás, han sido muchas las veces que amigas, conocidas, y colegas de profesión, me han llamado para que estudiara para tal o cual plaza. Siempre me negué.

Solo una vez me puse en serio a estudiar. Estuve meses compaginando el temario (que en aquel momento me pareció tedioso y cero interesante) con el trabajo de “ejerciente libre” – o sea, autónoma –  que venía desarrollando desde el 2010. Estudié, me empapé varias leyes, más de las que creí que podría, y cuando llegó el día me rajé.

Me quedé paralizada en el aparcamiento, dentro del coche, viendo a los que compondrían el tribunal del examen, entrar.

Esa fue la primera y última vez que estudié. Unas semanas más tarde llamé a la que se ha convertido en guía y ayuda en lo que vino después. Mi coach me puso en órbita.

Después de eso, pagué el derecho de otro examen, y fui. Y comprobé que no era nada tan grave, y que aunque tendría que estudiar mucho para sacar una plaza, tampoco era un rito de iniciación que acabara en muerte.

Ese ha sido hasta ahora todo mi contacto con la Administración y la posibilidad de trabajar asalariada por ella.

Hasta el año pasado, que por carambolas del destino, ahí fui a parar.

Durante este año he tenido que estudiar leyes, y no me han parecido tediosas ni aburridas. Es más, y esto dice mucho de mi carácter, me las he leído con ánimo e interés. Porque leer por interés me motiva, leer o estudiar para tener que rendir en un examen, no.

La Ley de Contratos del Sector Público, se ha convertido en mi nueva mejor amiga. He aprendido muchísimo, de la gestión, de los procedimientos, y de las personas; y me ha encantado. He descubierto que la gestión pública me apasiona, y a estas alturas de mi vida, creo haber descubierto mi verdadera vocación profesional. Y a riesgo de sonar pedante, he aprendido muchísimo de mí. Y estoy convencida que es el valor principal que me llevo de este año.

Sigo reafirmándome en mi poco gusto por la socialización, aunque ya no me incomoda que piensen que soy la paria de cualquier sitio laboral. Me importa más estar a bien conmigo que con el resto, la verdad.

He conocido grandes personas, trabajadoras y con criterio, que además van a lo suyo, sin cuestionar a otros profesionales o compañeros. También he podido ver por mí misma cómo se escurren las personas culebras, y lo bien que se mueven en las cloacas de la Administración, que también la hay.

Ahora mismo, y aprovechando la situación que vivo, me voy a tomar unas vacaciones profesionales. Que no he cogido vacaciones para hacer nada, prácticamente desde que me di de alta como autónoma, y ya me va tocando.

Tengo una lista de libros que crece cada día; un montón de proyectos para tejer; mucha playa que caminar, y algún que otro viaje nos vamos a dar también.

Igual este espacio se va a ver muy afectado de mi sabáticol.

Domingo de coles de Bruselas

Se va acercando el fin de curso, el fin de las actividades y (por fin) el verano, y con esto, los fines de semana se vuelven muy ajetreados. Para animales ermitaños y caseros como yo, esto se convierte en una especie de carrera estresante e inevitable.

Este fin de semana fue más o menos así, que aunque lo paso bien cuando estamos fuera, después de una semana entera de trabajo y quehaceres domésticos, yo necesito mi dosis de hygge casero y particular.

Este fin de semana salimos a celebrar el WWKIPD, que por fin y después de unos cuantos años celebrándolo a solas, hemos formado un grupito de lo más animado y entretenido. Aderezados con cafés, dimos unas cuantas vueltas. Las charlas que se originan alrededor del cliqueteo de las agujas son dispares y entretenidas. Cada una va aportando su grano de arena al trabajo de la vecina. Aconsejando o innovando. Copiamos proyectos unas de otras, y nos animamos en esos puntos que no cuadran. Dicen los entendidos que es terapia, y yo no puedo más que darles la razón.

El domingo, después de las celebraciones dobles del sábado, que salimos a la hora del desayuno y volvimos a casa a la hora de la cena, prácticamente, nos quedamos en casa todo el día. Tengo la gran fortuna de que MiMariposita sea tan casera como yo. Así que no hay problema cuando anuncio: hoy no salimos de casa.

Yo necesito estar en casa para serenarme, y poner en orden mi cabeza y mi naturaleza. Sobre todo los domingos. Tengo la creencia de que si estoy fuera la mayor parte del domingo, empezaré la semana como cuando el despertador no suena a su hora, y te levantas sobresaltado, sintiendo que te has dormido. Esa sensación de ir a contrapié el resto del día. Así que un domingo de pequeña tarea doméstica por la mañana, preparar almuerzo, y plancha de sobremesa, es lo que necesito para empezar la semana, peinadita y alistada para coger apuntes.

Este domingo, siguiendo con esto de la alimentación inuititiva, sentí que tenía que comer coles de Bruselas. Supongo que esto es también asumir que has cumplido cuatro décadas. Si antes de ahora me llegan a decir que me iban a apetecer coles de Bruselas, incluso a comerlas con relativa asiduidad, no me lo hubiera creído. Pero ya lo voy aceptando, y en mi congelador siempre hay un tupper con estas coles. Hay una receta, que no encuentro, de Jamie Oliver, de una guarnición a base de ellas. La he intentado buscar, pero no ha habido forma. La ví de pasada en el canal cocina, aún así ha sido suficiente para reproducirla, a mi manera. Creo que lo he dicho muchas veces, cuando haya una revolución de electrodomésticos, irá encabezada por mi horno, por la ingentes horas que lo hago trabajar. El domingo lo puse a pleno rendimiento, como casi cada domingo, unos muslos de pollo, unas cuantas coles de Bruselas, unas tiritas de bacon, el zumo de medio limón, aceite, sal y pimienta. Pruébalo, en serio. Las coles asadas cogen un sabor espectacular. Tanto me gustaron, que anoche me volví a cenar un plato de coles con bacon, humus y pan. No sé si esto se está convirtiendo en una obsesión, la verdad.

Y ya que tenía el horno encendido, aproveché para meter unos lomos de salmón con bien de limón y eneldo, en papillote. Lo uso para tostas en desayunos y cenas. Mi gusto por el limón estos días es tal que termino comiéndomelo también. He llegado a albergar la idea de poner el limón con la platina en el horno, un rato, a ver qué saco de ahí. Lo pienso y parezco la perra de Pavlov.

Y ya con el domingo gastado, de la mejor manera que se me ocurre, me dispongo a afrontar la semana siguiendo los grandes consejos de YogiTea. Que de un tiempo a esta parte es mi mejor Gurú.

Satisfacción inmediata

No soy muy de ganchillo yo, pero de vez en cuando, me gusta coger el gancho porque me parece una buena manera de descongestionar mis dedos, que están muy acostumbrados al movimiento de las agujas circulares, o de las cinco agujas.

Además, los proyectos de ganchillo son una buena forma de gastar ovillos, mandamiento número uno de cualquier tejedora compulsiva, y por lo general, hay muchos proyectos rápidos y con satisfacción inmediata.

Partiendo de esto, y de las maravillosas fotos de mi amiga LaBosch, y de los miles de clutchs que hizo para sus amigas, decidí ponerme a ganchillear al menos uno.

Seguí el patrón de SantaPazienzia  que está super bien explicado. Me puse manos a la obra con el primero, y con el segundo, y para el tercero ya me creía yo que podía ir haciendo uno a mi bola, y así fue. Decidí hacerlo con punto enano, que creo que es mi punto favorito de ganchillo.

Tuve los tres neceseres hechos meses, a espera de ponerles la cremallera y el forro interior. Para eso necesitaba de un empujón. La mejor forma de empujarte y empoderarte en estos casos es mediante una quedada o akelarre.

En un akelarre de este tipo siempre hay telas, lanas, algo dulce y mucho café. Definitivamente estas reuniones deberían ser prescripción médica. Con las nociones de una, las ideas de otra, y la práctica de otra,  terminé de ponerle las cremalleras y los forros a mis primeros clutchs.

Impulsada por el sentimiento de total poder, busqué más algodones que gastar. En dos tardes hice otros dos para regalar, mejorando la técnica de la cremallera y el acabado, aunque calculo que tengo que hacer tantos como mi amiga LaBosch para que me salgan tan bien como los suyos. Ambos dos, están ya con sus respectivas dueñas.

Qué bueno es regalar, eso también debería ser prescripción médica. Regalar y tomar café o quintos con las amigas. En serio. Hay que hacerlo más. Cada semana.

 

Piedra a piedra, cruz a cruz

Desde hace algún tiempo, ando reflexionando sobre la inmediatez. Nuestros niños están acostumbrados a tener a golpe de clic cualquier información, música, video, o incluso contacto con alguien.

Atrás, muy atrás, queda aquel tiempo de dibujos solo los fines de semana después del telediario. O, en mi caso, la libreta de dudas existenciales que no podían responder la enciclopedia que teníamos en casa. Tenía una pequeña libreta en la que iba apuntando todas las dudas que me surgían, para aclarármelas cuando iba a la biblioteca a coger las lecturas de la semana.

Ahora, le cuento estas cosas a MiMariposita y me pone cara de total incomprensión. No es capaz de imaginar un mundo sin internet y sin poder ver, por ejemplo, lo que quiera en la tele. Una tele, por cierto, con más de dos canales.

No sé si esto será cierto, pero tengo la sensación de que toda esta inmediatez y acceso a tanta información, nos convierte en muy impacientes.  Cuando las cosas tardan más de lo que estamos acostumbrados, nos frustramos y empiezan los malos humores. No solo le pasa a los niños, a nosotros también.

Por eso, para ir haciendo camino, piedra a piedra, paso a paso, este año elegí un proyecto de punto de cruz que pudiera ir haciendo por etapas. Elegí un proyecto de LHN. Se llama Little Sheeps Virtues, y cada mes hago un cuadradito o mejor dicho, una virtud. Me encanta que este mes de mayo con tanta incertidumbre en todo lo que me rodea, me haya tocado hacer el de fé. Ha sido como un friendly reminder.

Como terminé muy bien de tiempo en mayo, y tenía todavía algunas cajas que vestir, seguí con el maratón de Juego de Tronos (esto será otra entrada, que aún estoy digiriéndola) con otro bordado muy apropiado: be here now. Me ha gustado mucho el resultado final de este esquema, que me ha servido para concienciarme de cada cruz que lleva, y también para darme cuenta de que empiezo a acusar cierta presbicia.

Estuve tratando de poner a MiMariposita a hacer algunas cruces, pero le pareció demasiado trabajo y muy lento, y ahí justamente vi la falta que le hace. Así que me puse a darle movimiento a mis neuronas, porque ya se me había metido entre ceja y ceja, que tenemos que desarrollar la paciencia. Y pensé, una manera fácil y asequible, es vigilar plantas. Y ahí sí que he conseguido captar su atención, claro que la cosa se me ha ido un poco de madre, y nuestra casa empieza a parecer un jardín botánico.