La promesa de la primavera

La primavera ha venido, y nadie sabe como ha sido.

Bueno, si que lo sabemos. Yo, por mi parte no he hecho más que tachar días, y descontar frío y viento de este invierno desequilibrado y tormentoso que me ha parecido estar viviendo. Trato de aislarme de noticias e informaciones, porque la verdad, no puedo gestionar tanta incertidumbre. Un poco, pase, pero tanta.. pues mira, no.

Esperar la primavera ha sido uno de mis mayores actos de esperanza estos días. Esperar a las flores, esperar a los días más largos, y a la promesa de dejar de usar la lana, pese a todo lo que me gusta, y empezar a enseñar los brazos, y con ellos los dos tattoos que me hice en diciembre.

Me he vuelto al jardín, y las macetas que se han reproducido como setas en estas semanas. Han salido flores en las plantas que menos esperaba, y observándolas crecer cada día, me ha dado para parar. Respirar, y maravillarme de la belleza.

He acompañado la espera con mucha lectura, y con mucha escritura.

Estos últimos días he escrito como si estuviera canalizando algún mensaje del más allá, y la app de notas del teléfono, amenaza con petar en cualquier comento si sigo guardando escritos ahí. No me importa, seguiré haciéndolo, porque se me antoja necesario. Como la necesidad de flores y calle. Como la necesidad de música y de acabar ausencias.

Salir a la calle, y por momentos, pensar que a pesar de todo, estamos bien.

 

 

Esto está siendo un despiporre

Esto está siendo un despiporre. La semana de Carnaval, fue hace quince días, sin embargo, los carnavales municipales se van a celebrar este fin de semana.

Parece que el Covid, no solo nos movió las cosas de sitio, también nos dejó a todos un poco idiotas. A mí que me lo expliquen.. ¿qué finalidad tiene dejar el martes de Carnaval el día que no se va a celebrar el Carnaval? Ahora ya estamos de vuelta a las clases y pensando en la Semana Santa, y es cuando en la calle empiezan a sonar los pitos y a llenarse todo de purpurina. A mi, qué quieres que te diga, estas cosas me desajustan los chakras.

Durante unos años, disfruté locamente de la cabalgata, con disfraz y todo. Y ahora siento bastante penita, porque ya la Mariposita se ha hecho medio grande, y va soltándome la mano si se la agarro por la calle. No se lo tengo en cuenta, pero ya voy asumiendo que esos momentos de disfrazarnos juntas, van quedando para el recuerdo. No sé cuándo volveremos a salir en Cabalgata, pero me temo que lo que era ya fue.

Este año, hubo disfraz para el cole, que como te cuento, fue hace quince días. La alegoría de la clase del cole era: el manga, o el terror. ¿Hizo mi hija caso alguno de esto? Por supuesto que no. Desde diciembre está detrás de disfrazarse de Isabella, la hermana de la protagonista de Encanto, y probablemente desde el año pasado, ella estaba ya pensando cómo iba a ser su Carnaval.

Le dio igual la recomendación escolar, ella me puso a pegar flores como si no hubiera mañana en un tutú lila, que no era el color exacto, pero que se dispuso a tolerar al ver mi cara de “me falta el canto de un euro para mandar a volar el Carnaval”. Tres tiendas visitamos hasta que se rindió al comprobar que era bastante complicado traer a tierra lo que ella tenía en su cabeza, en cuando a formas y color.

Al final, tan bueno que le quedó, y tan contenta que ella fue para el cole.

Parece que fue un éxito total, y que ella, sin cabalgata, lo pasó bastante bien, dando golpes de melena lisa.

Yo que no pierdo oportunidad para ir largando filípicas, aproveché la ocasión para soltar mi disertación sobre la frustración, el manejo de esta, y ser flexible ante cosas que no podemos cambiar.

Te digo la verdad, yo voy soltando chapas de este calibre a cada momento. Muchas veces me pregunto si en su cabeza no estará ya la frase de: yos aquí viene mi madre otra vez con su retahíla. Y cuando lo pienso, me digo: es verdad, déjalo todo quieto y ponte un punto en la boca. Pero, oye, pues que no puedo. Que siento que mi misión en la vida como madre es repetirme hasta el agotamiento. Sigo con la fe intacta, de que algo debe quedar dentro.

A soñarse

Me encanta soñar despierta, casi tanto como pedir deseos.

En mi libro hay un gran texto dedicado a ello, porque realmente para mí es muy importante. Pido deseos por un montón de cosas. La mayoría pueden resultar tremendamente ridículas, pero a mi me ayudan. Yo que sé, cada una con sus taritas.

Si miro el reloj y veo 11:11; 22:22; 3:33.. pido un deseo; si veo un coche con matrícula de todos los números iguales, otro deseo; un cuervo, un pluma en el suelo, una estrella fugaz.. eso ya es para deseos tremendásticos.

No es algo que comparta con mucha frecuencia, por aquello de seguir conservando una imagen de cuerda y razonable, aunque la verdad, cada vez me importa menos.

Yo me sueño en un montón de circunstancias. Me encanta hacerme la película, aunque también tengo que confesar que ha habido películas que han terminado en pesadillas. Pero de esas salgo rápido que para eso es mi movida.

Algunos de mis sueños se han ido materializando, poco a poco y algunos con contextos distintos a los que imaginé inicialmente, pero igualmente, me han reportado mucha alegría. He sabido reconocerlos cuando han llegado y además de soñarme, también me celebro.

De un tiempo a esta parte, me sueño feliz, incontenida, intensa. Y para alguien como yo, que ha renegado tanto de su identidad, llegar a este punto es algo que no tiene precio. Me sueño libre. En una casa con huerto y jardín, con dos perros bardinos que se llaman: Tango y Cash, como aquella peli de los 80. Me dedico a juntar letras, mirando al sur, a un terreno donde los que vinieron antes que yo y llevaban los genes que yo llevo, anduvieron. Esa parte de la tierra que siento que me reconoce cuando la piso. Sueño con una casa con mucha luz, y con un cuervo que se posa en una ventana. Sueño con una mesa con gente, con unas patas de cordero asadas en un horno de leña, con vino blanco afrutado, y con miradas que hacen que se me abra el piso. Sueño con bailar hasta que me duelan los pies, y con calzármelos siempre con zapatos bonitos. Sueño con camas cubiertas con quilts que he cosido yo, y con vestir a todos los que se sientan a la mesa, con lana que he tejido para ellos. Sueño con música, con las canciones de John, y con un “anda ven” mientras estiran la mano para agarrar la mía. Sueño con poder llegar a la marea cada mañana y meter los pies en ella, aunque sea invierno y sienta el agua como agujas que se me clavan de lo fría que está.

Sueño con estar bien. Con estar saludable y poder disfrutar cada cosa que sueño.

#AmorNOes

Desde hace algunas semanas, en la cuenta de Ximena Duyos, tiene una sección diaria que se llama #amorNOes.

Ya sabía yo que muchas de las cosas que he tenido que ir lidiando en mi vida, eran muchas cosas, pero lo que es amor, pues no.

Sobre todo, soy capaz de reconocerlo ahora, como te conté la semana pasada. Pero es que viendo los posts de Ximena, la cosa queda como mucho más clara.

Ya me perdoné, porque ya entendí. Pero hubo un tiempo que no solo acepté que aquello que recibía, que no era buen amor, sino que me parecía que era lo que me merecía.

Merecía que me hicieran luz de gas, merecía que me llenaran la cabeza de toxicidad sobre gente que estaban antes y que (según criterio del nuevo) no me querían bien, merecía que me revisaran el móvil porque yo no era de fiar, incluso merecí que leyeran mis libretas y que luego me castigaran por escribir en ellas. Y pensaba que me lo merecía porque yo había decidido que esas personas entraran en mi vida.

No es fácil asumir todo esto. No es fácil porque a base de un trabajo fino y minucioso, tu has dejado de ser tu, te has desmontado para no ser.

Lo que entiendes más tarde es que no te has desmontado tu, te han desmontado. Y ya no sabes quien eres. Si esto lo aderezas con castigo, porque es la única forma que tienes de reaccionar a estas situaciones, tienes una ensalada explosiva. Y vas dejando que te cambien los muebles de sitio, y que a ti te parezca bien.

Te quedas sin fuerzas y sin opciones para “salpicarte de allí”

Gracias a que un día comí, conseguí reunir fuerzas, y me coloqué unas gafas lilas, salí de allí. El que diga que es fácil, no entiende castellano ni todo lo que estoy diciendo. Es un trabajo de enorme magnitud volver a ser tu. Volver a poner tus sensores en su sitio y volver a confiar en ellos.

Porque ahora es como si tuviera un conjunto de sensores que funcionan igual que un parktronic. Cuando algo No es, pitan. Y ahora me hago caso, a la primera.

Porque ahora, estoy segura de que lo que me merezco es seguir manteniendo la paz que tanto me ha costado encontrar. Porque ahora, mis muebles están anclados al suelo y el destornillador lo tengo yo.

 

A quererse

He tardado unos cuantos años más de lo normal en aprender a distinguir el querer de la basurilla.

Y hoy, en este día tan amoroso, me apetece sacarlo a que le de la luz.

Cuando estaba inmersa en la treintena, quería querer, quería que me quisieran, y lo quería desesperadamente. Mucho querer mal enfocado, la verdad. Y cuánta oscuridad y cuánta mazmorra a cuenta de estos malquereres.

Hace unas semanas, haciendo un ejercicio de evaluación de esos que tanto me gustan, hice una línea de vida. Hacía arriba los momentos buenos, hacia abajo los malos. Todos los momentos buenos, tenían que ver con el trabajo; todos los malos eran corazones rotos. Estaba muy mal enfocada, y todo era porque tenía mal entendido los conceptos.

Estaba trabajando en aquella obra de aquel centro comercial enorme, cuando descubrí que estaba embarazada. Se acercaban las Navidades, y hablando con un encargado de una de las obras privativas, un hombre educado y respetuoso con el que hice buenas migas, me preguntó qué le pedía a los Reyes esas Navidades. Yo le contesté que se habían adelantado, que venía en camino un bebé. Se puso contento, y me felicitó efusivamente. Me dijo algo, que nunca se me ha olvidado, y que me viene a la mente con frecuencia.

Él tenía una hija que acababa de cumplir 22 años en aquel entonces, y se había ido a Londres a aprender inglés. Me dijo: ahora vas a saber lo que es querer, pero querer de verdad, del querer bueno.. aunque también vas a saber lo que es el miedo, uno de verdad también.

Y sí, he sabido de las dos cosas bastante bien desde que me reproduje.

Del miedo tengo un expertise, así que me he centrado en lo de querer, que era mi asignatura pendiente.

Estaba yo muy confundida en lo de buscar querer. Yo ahora quiero, y quiero a mucha gente, tal vez antes también, pero no lo valoraba de igual forma.

Ahora quiero. Sin dobleces, sin tapujos, sin vergüenzas.

No digo que el único amor que es de verdad es el de p/madres a hija/os, nada que ver. Digo que yo he necesitado de este amor para entender. Ahora me doy cuenta de que sé lo que es el amor, y de que antes lo tenía totalmente confundido con necesidad. Ahora tengo estos dos conceptos bien diferenciados, querer quiero a muchos, necesitar, a pocos.

Querer de reir en cualquier sitio, o también de bailar o de llorar. Querer de convertirme en leona, y también de convertirte en un ser de brazos mágicos que curan con solo abrazar. Y no me refiero al cura sana cura sana que les hacemos a los hijos. Me refiero a abrazar a otra persona, y decirle que todo va a estar bien. De dejar también que me abracen y recibir con total confianza el que me digan que todo está bien.

Querer y bailar, de lo mejor que puedes hacer, pero primero vas a tener que saber qué es cada cosa.

Que no haga falta un 14 de febrero para que quieras a brazos llenos.

La sentida cuesta de enero

 

Hay días que desde que me levanto, sé que va a ser un día sentido. Y me refiero a estos días en que lo siento todo. Que ya me gustaría a mí ir por la vida con una coraza, tipo la concha de los mejillones. No te creas, la mayor parte del tiempo el “fake it till you make it” me vale, y mi concha protectora está hecha de obligaciones, querencias y deberes, y de andar de un lado para otro como si la división del átomo dependiera de la cantidad de cosas que tacho en mi agenda.

Pero hay días en los que la concha se deshace, es como si se desvaneciera. Y esos, son los días sentidos.

Y lo siento todo, a lo crudo, a lo bruto.

Dice Glennon Doyle que la vida es Brutiful, y puede que tenga razón.

Pues eso, que ayer fue un día sentido.

Antes, cuando me conocía menos, y no me entendía, me rebelaba contra estos días. Y la vida se empeñaba en hacerme sentir cosas, y yo me resistía, ahí toda firme contra todo.

Era super cansado, la verdad.

Hoy, que me conozco un poco y que me entiendo un mucho, me dejo ir. Esa cosa de rendirse, o surrender que dicen los ingleses, y que a mí me suena como mejor.

Cuando llega el día sentido, es como si llevara unas gafas especiales, o justo lo contrario. Como si me las quitara. Y fuera desnuda de filtros y capas.

Todo me sorprende, todo me causa una sensación.

El azul del mar infinito.. Atlántico sonoro, de ánimo robusto.

El cielo, gris, de acero.

Una canción de Leiva que dice que todo está más o menos bien o todo está mas o menos mal, y también eso es bien.

Un capítulo de Gabinete de Curiosidades, que me lleva a 1986, y me hace recordar cosas y personas que están muy guardadas en mi disco duro. Y aquellas emociones que salieron por acontecimientos que por grandes y tremendos, no supe gestionar. Sigo sin saber hacerlo. Pero ya no les tengo miedo.

El miedo. También el miedo aparece. Pero acompaña, no invade.

Y un café con espuma, y pan con aguacate.

El viento que mueve las palmeras, y la gaviota en el agua que aguanta el temporal.

Soy capaz de sentirlo todo.

Y todo está bien. Me rindo a disfrutarlo o superarlo. Sin el agotamiento de la lucha.

Aprender a vivir los días sentidos, ha sido mi gran logro de este enero que me ha parecido largo como un día sin pan.

Yonqui de la organización

Esta mañana me levanté al alba, para hacer todo lo que quería hacer antes de las 7:00am. Porque a esa hora justa, empezaba el directo en Instagram de LasClavesdeSol y JuanaFernández.

Y yo, que no me he perdido ninguno de estos directos inspiradores, sabía que este directo me iba a dar esa palmadita en la espalda, que ahora mismo estaba necesitando.

El directo de hoy iba de planificación.

Venga va, voy a descubrir un secreto sobre mí: adoro la planificación (ja! Esto no te lo esperabas)

Total, que en mi cabeza, me puse el directo como si fuera un momento de evaluación. Escuchar a estas dos genias hablando de mi tema favorito, ¿qué mas puedo pedir a un viernes?

Y sí. La evaluación fue positiva. Estoy haciéndolo bien, y si por momentos soy una friki de la organización y la planificación, mi razón para serlo, es grande y poderosa. Como la fuerza de la Guerra de las Galaxias.

Principalmente, tengo un objetivo claro en la vida, y es no andar como pollo sin cabeza en el día a día. Y para eso, el camino es uno. Claro y simple: la agenda.

Ahora me vienes a decir lo de la magia de la improvisación, y la sorpresa, y no tener todo tan calculado.. Y mira, pues igual me estoy perdiendo alguna chispa o algo. Pero mi motivación, es una. Yo quiero hacer determinadas cosas cada día, cada semana, cada mes, cada año. Y quiero hacerlas sin correr. Y yo, para mí, el método es este: la agenda.

Mi organización diaria, está tan sistematizada que se hace sola. Y me ahorro un montón de tiempo en pensar. Pensar si la ropa está limpia o tengo que poner una lavadora. Pensar qué vamos a comer. Pensar qué tengo que comprar. Pensar qué facturas tengo que pagar. Pensar qué tengo que limpiar. Pensar cuándo le toca la revisión al coche… ¿sigo? ¿Tu sabes cuánto tiempo hay ahí para gastarlo en lo que realmente me apetece?

De las cosas que planifico con más detenimiento es lo que quiero tejer durante el año. Y en función de los patrones elegidos, compro la lana. Ahí ves (además de que compro muchas cosas en Charuca) lo que voy a tejer de aquí a junio. Un proyecto por mes. La lana preparada dentro de las bolsas, los patrones en digital en el teléfono, y listo. Ya no voy a perder tiempo en rebuscar qué quiero tejer en cuanto se me acabe lo que tengo entre manos ahora.

Lo mismo tengo con los libros. En la agenda tengo una lista de favoritos para este año. Y también de películas y series. ¿Cuántas veces has tenido dos horas para ver cualquier cosa y te has pasado 45 min viendo el menú, sin saber qué elegir? Pues eso.

Agendo mi ocio, el trabajo, las actividades domésticas, las actividades maternales… Todo está en la agenda, y mi cabeza se maneja ligera durante los días. Y lo que es más importante para mí, eso de “no me da la vida” en mi vocabulario no está, aún siendo yo muy fan de LuciaBe.

The party is over

Vamos a estrenar el año.. y el blog este año.

¿Qué crees? Este año he vuelto a hacer una lista moderada de propósitos, y el blog está en los primeros puestos. ¿Conseguiré venir cada viernes a escribir aquí? Pues no tengo ni idea, yo me lo propongo, y luego a ver cómo se van dando las cosas. Lo que tengo claro, es que si ni siquiera me lo propongo, por aquí no paso. Así funciono yo.

Primero pensarlo, luego hacerlo, como se vaya pudiendo.

Ayer vinieron los Reyes.. Con toda la magia y toda la ilusión. Aunque no contaba yo con todo de mi parte.

Resulta que aquí escribimos la carta allá por primeros de diciembre. Cuando recogí la carta de Emma, veo con todo mi asombro, que ha pedido la muñeca Rosaura. Te voy a decir la verdad, pasé varias horas intentando convencerla de que la quitara de la lista. Esa muñeca me horripila. Es casi de mi tamaño, pordiós!

Todos mis intentos cayeron en saco roto. La muñeca parecía innegociable. Tanto, que aunque le dije que pusiera regalos de reserva “porsiaca”, ella se negó. Tres únicos deseos.

Me vestí de Reina Maga, y me dispuse a abordar la misión, con la ayuda inestimable de LaPeque.. Una vez en la juguetería, yo, lo tenía claro, iba a sustituir aquella muñeca por cualquier cosa que me pareciera adecuada. LaPeque, se posicionó en contra. Pasamos por caja, con la muñeca a cuestas. 1.05m de muñeca, te recuerdo.

Fue pasando el mes, con todas sus actividades y sus cosas. Vacaciones, y tal. Y tres días antes de la noche más mágica del año, viene la niña y me pregunta si puede cambiar la carta.

Horror. Terror. Tragedia.

Cuando le pregunté el por qué, me dice que es que estaba pensando en la muñeca, y que ahora cree que igual le va a dar miedo. Si se despierta a media noche, y en la oscuridad la ve ahí.. pues igual se muere del susto. ¡Ajá! Ahí quería llegar yo.

Nada que hacer. Yo intenté quitarle hierro al asunto. Y decirle que eso no iba a pasar.

Por dentro, otra vez, me castigué fuerte por no hacerme caso a la primera.

Anoche, vinieron los Reyes, y con ellos, el metro cero cinco de muñeca.

Durante el día todo bien, pero ¡ay amigas! Cuando llegó la noche…

Si te cuento que estuvimos casi media hora de reloj por toda la casa, buscándole un sitio adecuado para que durmiera, ¿te lo crees?. Rosaura anoche terminó durmiendo en el patio. Y, así, todos contentos.

Esta mañana, Emma ha ido al patio a buscarla y a darle los buenos días. La tiene sentada en el sofá, mientras ella arma un puzzle. Parece que en lugar de ser “hermanas” van a ser vecinas que se reúnen durante el día para jugar. Todo bien. Problema solventado.

Y ya con esto, tenemos resuelta y completada la Misión Navidad 2021. Ayer, antes de comer, ya teníamos toda la Navidad desmontada. Siempre lo hago así, en caliente y deprisa. Es mi manera particular de luchar contra la pereza. Cuando recojo no pienso, me pongo en piloto automático, y casi sin darme cuenta, está todo en cajas y listo para guardarlo. El rincón de los lunares, vuelve a estar desocupado de luces y bolas, y la planta que desahucio cada diciembre, ha vuelto a su sitio. No tengo idea de qué tipo de conexiones se hacen en mi cabeza, pero quiero pensar que así como se va guardando todo, en mi mente también se van apagando las luces del modo fiesta, y ya me predispongo a afrontar enero, con las cuestas que traiga.

Esta Navidad ha sido regular, no solo por la pandemia. Este año nos tocó restar en la familia. Como siempre, esto es un enmierde, con toda su tristeza y toda su pena. Pero este juego es así, y cada vez que tengo claridad de pensamiento, me vale para recordar que no pierda un segundo en penas y me concentre en seguir hacia adelante, en intentar estar bien, y en hacer lo posible para lograrlo, por mi y por todos los que estamos aquí.

En el 2021 me propuse bailar el año, este año lo voy a bailar y cantar, así llueva todos los días, algo que tampoco aquí va a venir mal. Si ven que llueve mucho, me avisan.

Dar gracias

Ya ha pasado la primera semana de Noviembre, y con ella, llevamos ya una semana entera dando gracias.

Para mi Noviembre es un mes en el que me enfoco en agradecer, y en hacer extensible esta actividad, a todos los miembros de esta casa.. o sea Emma.

Yo tengo desde hace años, una rutina muy establecida de agradecimiento.

Te la cuento, porque a mi lo que me mola, es contar cosas, como ya te habrás dado cuenta.

Yo me levanto cada mañana tempranito, lo primero que hago es beberme un vaso de agua y estirarme.

Luego estiro el mat, y enciendo la app Timer. Escojo una meditación que ronde entre los 10-15 min. Luego hago unos cuantos saludos al Sol, en ese mismo mat, y me voy derecha a mi mesa de trabajo. Tengo una libreta de dar gracias. Escribo cada día tres cosas por las que me siento agradecida en ese momento; luego otras tres cosas que pasarán ese día y por las que también doy gracias. Y ya de último, a la noche, antes de meterme en la cama, escojo otras tres cosas que agradezco y que hayan pasado durante el día.

Hace aproximadamente 5 años que tengo esta práctica. Tengo ya unas cuantas libretas llenas de cosas que agradezco. Dentro de estas cosas hay algunas que son muy importantes, como la salud, la vida, Emma,.. etc… y otras que agradezco mucho aunque a priori puedan parecer “pequeñas cosas”. Suelo agradecer de seguido por el agua con gas, por el suavizante Talco de Mercadona, por el café Lavazza… o por ese cachito de chocolate que me comí en la merienda.

Durante noviembre, saco mi panel de agradecimiento. El mismo que llevamos usando 6 años. Lo fabriqué una mañana con un cartón pluma que compré en la librería, y muchos papeles de scrap que tenía en casa. Puedes dar rienda suelta a tu imaginación y hacerlo más o menos complicado. El mío me dio muy poco trabajo, la verdad, y ha sido muy resistente, porque mira todo el tiempo que llevamos usándolo, y creo que aún va a seguir funcionando unos cuantos años más. Cada noche las dos escribimos en un papelito, algo por lo que demos gracias ese día.

Tardamos apenas unos minutos, pero es un momento del día que ninguna de las dos quiere perderse, y que esperamos con emoción. Y esto viene unido directamente, a que es imposible estar dando gracias y sentirte mal.

Tengo guardados en una caja, todos los papelitos que hemos ido escribiendo estos años. Es un chute de alegría y optimismo volver a ellos, y darles una leída.

No me voy a poner a echar aquí una arenga sobre esto, porque hay libros enteros sobre el tema, evidencia científica y estudios concienzudos. Dar gracias sienta bien a todo el mundo.

Y siempre, siempre, siempre… hay algo por lo que dar gracias. No te olvides.

 

Resumen de Agosto

Ya estamos en uno de mis momentos favoritos del año. No me aguanto las ganas de estrenar libretas y bolígrafos, de cambiar el tablón del estudio y llenarlo de fotos nuevas, intenciones, deseos… porque BREAKING NEWS: soy una intensa.

No, esto no es información nueva, lo que es nuevo es que ya no me importe que se sepa, y que además, me apetezca gritarlo. Me encantaría llevar un cartelito que diga: atención persona intensa, para que los que se decidan a acercarse, sepan lo que se van a encontrar. Que de todos modos, ya tampoco me importan las caras que ponen cuando me desato y me apasiono.

Este año, porque si septiembre me motiva, enero me pone mucho, directamente, pues eso, que cuando llegó enero, hice mis listas y mis objetivos. Uno de ellos era el coaching grupal. En marzo se dio la posibilidad de que hiciera un proceso grupal con Sol Aguirre y fue estupendo. Me abrió los ojos a cosas que no sabía bien que estaban ahí. Después de eso, volví a las sesiones individuales y me puse a trabajar con Roxana.

Desde la primera sesión pude definir lo que era mi shitzone: una burbuja de un material elástico, que me rodeaba, y que aunque me tenía protegida, de cierta manera también me tenía secuestrada. Semana a semana, hemos ido trabajando la consistencia de mi burbuja. Ha sido un proceso calmado, minucioso y muy consciente. He ido viendo tímidos resultados en este tiempo, porque el gran cambio ha llegado este Agosto.

Lo normal en este mes es que me hubiera cogido mi portátil y me hubiera ido a MiNorte. El trabajo en estos meses está siendo mucho, más de lo que pensé a principios de año. Hubiera mal trabajado durante este mes, pero a gusto de todos, menos mío. Porque ni vacaciones ni trabajo.

Así que este año, abriendo un pequeño agujerito en mi burbuja, pensé en mi. Me quedé en casa, sacrifiqué muchas cosas, pero trabajé a gusto, adelanté mucho y me despegué de “la niña buena” que siempre responde a las expectativas de las demás. Me tomé libre cada jueves para ir a tomar mojitos sin alcohol con mis tejedoras; y me quité sin casi pensarlo, unas pocas creencias limitantes sobre las relaciones y las interactuaciones.

Me tomé solo una semana de vacaciones, sin ordenador, sin teléfono profesional, y sin nada más que con la intención de dormir, leer y mucha agua salada. Y eso fue lo que hice. Creo que hacía tiempo que no dormía la noche entera sin enterarme de nada. Como en un coma profundo. Es una de las cualidades de MiNorte, el sueño es totalmente reparador.

Me sentí valiente después de dormir tanto, y me bañé por primera vez (45 años tengo, yendo  solo  a caminar) en PiedraPlaya. Dejé que MiGurú prácticamente me llevara de la mano a la orilla, y me zambullí. ¿Lo hice con miedo?: Por supuesto. ¿Repetí?: también.

Estos dos pequeños actos sin mucha trascendencia, han sido como un efecto mariposa en mi burbuja. Ese pequeño agujerito que se creó cuando decidí cambiar mi verano, ha ido creciendo, hasta el punto de que he podido sacar las manos. Una vez que las he tenido fuera, saqué la cabeza. Y para cuando ha terminado agosto, ya solo queda de mi burbuja imaginaria, lo mismos desechos que quedan cuando se explota una sopladera.

He vuelto a mandar canciones, y he recibido mensajes que dicen: vi esto y me acordé de ti. He sentido la tranquilidad de pensar que todo está bien, y también la ansiedad de que todo se puede poner peor. Entre medias, soy consciente de que solo me hace falta una dosis extra de ansiedad para rehacer mi burbuja, pero también sé que estirando mucho los brazos, puedo romperla.

Por dentro, tengo la sensación de haber sufrido una micro metamorfosis. Hay cosas que reconozco, hay otras que son totalmente nuevas. ¿Asustada?: bastante. A una freak del control como soy yo, esto no puede parecerle más que un ataque kamikaze. Pero aquí sigo, cogiéndome de la manita y diciéndome que todo está bien, porque amigas, en lo que queda de año, voy con todo.