Calentando motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

Calentando Motores

Estamos ya en tiempo de descuento para el mes de la magia. Me flipa este momento. Porque todo lo que conlleve preparación, planificación, organización…, son mis cosas favoritas.

Dicen que la cabra tira al monte, y aquí monte no hay, pero cabras unas cuantas. Y tiramos para donde nos parece que hay yerba.

El Adviento empieza en 15 días apenas, y yo ya estoy con ese movimiento nervioso de los pies. Como cuando oyes una música que te pide bailar, pero estás en la cola del banco, o en la del Ayuntamiento. Un día, quizás cuando ya tenga 50 años y todo me importe una mierda muy poco, me ponga a bailar como Chanel.

La cuestión es que, para este momento del año, yo ya estoy sacando mi calendario, mirando chocolates en el super, y haciendo mi lista de actividades.

Estoy presuponiendo que sabes perfectamente de qué te estoy hablando, si esto no es así, te voy a explicar un poquito.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, se cuenta el tiempo que engloba los cuatro domingos anteriores al día de Navidad; y yo monto un pifostio importante. Mira tu si me vengo arriba, que me dio hasta para escribir un libro. Mi primer Manual.

En él te cuento desde donde me vino el chispazo de la idea para empezar a hacerlo, hasta como me organizo para que todo funcione perfectamente. Además, te suelto unas cuantas chapas que sabes que es mi motor en la vida.

Este año ya tengo un listado enorme de actividades. La cosa se pone complicada, porque por aquí nos estamos adentrando en la adolescencia, y hay actividades que a MiMariposita le hacen torcer el gesto. Esto me tiene nerviosa y tristona, para qué me voy a andar con paños calientes. Siento que estamos adentrándonos en el tiempo en que las madres sobramos y ellas quieren hacerlo todo solas. Hay pensamientos recurrentes que me vienen a la mente, ¿será la última vez que me deje peinarla? ¿será la última vez que vayamos juntas de mano por la calle? ¿será la última vez que quiera ver una peli de dibujos conmigo?

A ver, no me malinterpretes, me parece fascinante el tiempo de verla crecer, de ver como madura, se convierte en una persona, se gestiona, etc… pero no puedo dejar de extrañar a mi bebé. Supongo que nos pasa a todas.

Puestas en esto, estoy tratando de hacer unas actividades que contengan algo de manga, (que es la pasión número uno ahora mismo) y algo de disfrute cultural. Vamos a ver como se me da.

47

Hoy cumplo 47… Ya estoy muy cerca del medio siglo. Y mira tú qué cosas, que ya vértigo ninguno.

He tenido un cumple gitano porque aprovechando que casamos a mi hermana la chica este fin de semana, me apropié un poco de la celebración y de paso celebré yo también.

Hoy me he levantado temprano y me he dedicado la madrugada que es algo que me gusta mucho. Es mi autorregalo. El silencio, mis pensamientos y la tranquilidad de venir aquí, y soltar un chorro de letras.

Ahora voy a ponerme delante de mi libreta de desear, y así, numerados uno detrás de otro voy a escribir 47 deseos.

Entre ellos van a estar, seguir sana, seguir riendo, y seguir con ganas.

Ganas de caminar, independientemente de cómo sean los caminos. Seguir andando y seguir descubriendo. Dejar que se me sigan cayendo trozos de la armadura que hace tantos años me coloqué y que ha ido quebrándose con el tiempo. Dejar que siga entrando la luz por esas grietas. Temer cada vez menos cosas, atreverme cada vez a más cosas. Seguir. Aquí. Conmigo.

Bienvenido mi mes

Llegó octubre, y con él, un montón de eventos y festividades.

Durante estas próximas semanas, presentaré mi nuevo libro, casaremos a mi hermana la chica, y yo anotaré un año más en los años de vida que tengo. Entre otras cosas.

Tu sabes que yo me planifico y ando casi siempre con la agenda pegada al brazo. Todo eso para que todo lo que pretendía hacer durante este año y que planifiqué en diciembre del año pasado, se me juntara sin remedio en el mes diez de este año. Y esta es la cara que creo que tiene el Universo cuando me ve planificar tanto.

Yo que sé, la vida es así. Lejos de agobiarme, pretendo vivir cada acontecimiento con regocijo y goce, que si no, pa’qué.

Además, este es mi mes, no solo porque nací en octubre, sino porque ya el otoño me lo imagino con gusto. Digo imagino porque por estos lares nada de árboles naranjas y bucólicos… bueno, nada de árboles, en realidad. Esperemos que sigan habiendo lluvias como las que dejó Hermine, que hizo las delicias de todos los majoreros, y que nos va a dejar grandes paseos por las medianías, viendo lo verdita que se ha puesto la isla. Todos contentos.

Yo por mi parte, como ya te vengo diciendo, pretendo vivir este mes con todo lo que me traiga. De momento ya he asado un buen trozo de calabaza, y me deleito las tardes con un pumpkin spice latte. Bien rico.

Despedí septiembre con un paseo por MiNorte, y una visita a Mojo Art Shop, donde ya se encuentra mi Manual de Primavera, entre un montón de boniteces que diseña Erika.

También mandé una sherpa al sur, y ya pronto, voy yo a hacerme la foto pertinente. Y mi libro también está en otra preciosa tienda de esas tierras, en Trecepeces.

Objetivos nuevos de último cuatrimestre

Me gusta mucho la palabra que usan en Francia para referirse a esta recién estrenada semana y mes: La rentrée. Me suena a arrancadilla, a coger impulso y a entrar con todas las ganas.

En estas estoy esta semana. Ya tengo todo listo para el cole de Emma, y también para afrontar el mes. Ya no puedo decir eso de que he sido estudiante media vida, porque la realidad es que hace demasiados años que dejé de ir a formaciones regladas, es decir: cole, instituto, universidad… sin embargo, sigo estudiando. Tengo alma de estudiante eterna.

Septiembre es además, el inicio del cierre del año, y esto también me estimula a planificar y organizar.

Ya te conté que cada año me hago una lista de propósitos y objetivos. Que desde el año pasado, que hice el Taller de Objetivos de Ana Albiol, soy capaz de filtrar concienzudamente cada meta que pongo, y saber qué quiero y para qué. Sobre todo el para qué. Es lo único que me queda al final cuando siento que las fuerzas me fallan. Si mi para qué está claro, y me mueve la barriga, me van a importar menos las piedras que vaya teniendo que saltar en el camino. En este momento del año, me planto delante de mi listado, elimino lo que ya está conseguido, o lo que ya no me interesa; que esto también me pasa. Lo que me movía en enero ya no lo hace en septiembre, y ¿sabes qué? Que no pasa nada. Se tacha y listo.

En este septiembre tengo tres grandes objetivos que dependen mayoritariamente de mí: repetir los cursos de Vanessa Marrero, para de verdad conseguir Tranquilidad Económica, que por momentos se me esfuma; presentar mi Manual de Primavera y hacer que lo lean hasta en Tombuctú; y un proyecto secreto que aún no te puedo contar. Ya lo sé, esto no se hace, pero es que en esta ocasión es así. Me lo perdonas.

Por medio de este último cuatrimestre, cumpliré años, casaré a mi hermana la chica, trataré de mantener la casa en condiciones mínimas sanitarias, descansaré, educaré, me beberé la culpa y me esmeraré en conservar todo mi brillo.

Deséame suerte y una agenda del tamaño de Isla de Lobos.

La pila cargada

Se me acabó el mes de fiesta. No puedo decir que no lo haya gozado, porque una no tiene más que tener un límite al despiporre para que el poco que haya lo exprimas al máximo.

Solo una semana en mi pueblo me ha bastado para dormir como una ceporra, leer muchísimo y estar ensalitrada la mayor parte del tiempo.

Con los años me doy cuenta de que realmente cuando la batería está comprometida, solo tengo que poner rumbo norte.

Hace unos años, muchos, estaba yo un poco regular. Vivía en GranCanaria, y fue uno de esos momentos en el que no pude coger la semana entera de vacaciones para poder estar en mi pueblo con los míos. El viernes de la fiesta, pillé el binter, y me vine a casa. Recuerdo que mi hermana LaBajista vino a buscarme al aeropuerto. Fuimos hablando todo el camino, poniéndonos al día, y según dejamos atrás la rotonda de Lajares, y encaminamos La Costilla, tuve el regalo de ir viendo como se ponía el Sol. En ese momento tuve la certeza de poder respirar perfectamente a pleno pulmón. Como si hasta ese momento lo estuviera haciendo a medias. Supe, sin lugar a dudas, que ese era mi lugar en el mundo.

Tengo ese recuerdo anclado a la memoria, y siempre recurro a él cuando siento que las circunstancias se me hacen bola. Si creo que la cosa se pone demasiado seria, sé que solo tengo que subirme al coche, y terminar en MiNorte.

Ensalitrarme, llenarme los pies de arena, y reencontrarme con la que fui y seré.

Siento que allí soy yo en cualquier grano de arena, o en los riscos, es como si estuviera mimetizada con el entorno. Y también siento que allí, la energía se me repone, sin necesidad de hacer gran cosa, solo estar. Solo ser.

La fiesta de MiNorte

Ayer celebramos el día más importante del verano. La fiesta de MiNorte. La patrona de MiNorte es la Vírgen del Buen Viaje.

En este pueblo, la fiesta es algo que uno se toma muy en serio. Y desde principios del mes se constituye la comisión de fiestas que será la encargada de planificar y organizar todo el programa de la semana de celebraciones y festejos. Desde hace unos años, esta tarea recae sobre la asociación Cotillo Joven, que además de ser jóvenes, son gente con muchas muchas ganas, y que casi sin recursos sacan cada año una fiesta para adelante con un montón de cosas.

Las calles se llenan de banderas, que llevan cosiéndose semanas, y luego todo el mundo se predispone a pasarlo lo mejor posible.

Cada casa prepara su puchero típico, y se degusta con su sopa de primero, y su vasito de vino. El postre suelen ser tunos o fruta (aquí se le dice fruta al higo de la higuera) y todo está acompañado de un montón de conversaciones cruzadas. En cada casa se junta un chorro de gente, familia lejana, y amigos varios. También se descuelgan los resacados que vinieron a la verbena y que amanecieron en el pueblo. Siempre encuentran un amigo con un caldero de puchero al fuego.

En mi casa creo que el record de gente a la mesa fueron 32. Después de eso nos hemos quedado en la media de 20.

Cuando el caldero ya está apartado del fuego, una se pone un traje fresco y se acerca al muelle a ver cómo embarcan a la Vírgen. Fíjate que yo no entiendo bien qué me pasa, pero en ese momento me embarga una emoción que no soy capaz de controlar, y se me saltan las lágrimas. Y tengo de promesa conmigo ir cada año a hacer lo mismo: ir a verla embarcar mientras se me salta la emoción por los ojos.

Este año ha sido más o menos así, como los anteriores, y los otros 45 años que los llevo viviendo, y sin embargo siempre distintos.

Cuando llega la noche, se sienta una en el sofá y hace recuento de invitados y de cómo estuvo la comida, y suelta eso de: ay que cansera, pero qué bien lo hemos pasado, no?

Manual de Supervivencia

Si llevas tiempo por aquí, sabes que mi expertise, a parte de meterme en mazmorras, es hacer manuales. Llevo 20 años confeccionando manuales de uso y servicio de forma ininterrumpida.

Cuando Mónica, del Enfoque, me propuso seguir con una columna mensual en el periódico, lo tuve claro: voy a darle forma de columna a mi Manual de Supervivencia. Porque a mí, me ha costado lo mío llegar a esa suerte de manual.

Que nos colocan aquí, de niñas nos ayudan a vivir nuestros padres, las amigas… y creces, y se supone que ya eres trabajadora y que tienes más de 30 años, y entonces te das cuenta de que “emos sido engañado”… La vida no es fácil, y eso te lleva de cabeza a la Mazmorra.

Por eso hace unos años, y para hacerle el camino fácil a cualquier que se pudiera encontrar en las mismas mazmorras oscuras en las que he estado yo, fui escribiendo pequeñas indicaciones para vivir.

Con esa filosofía, fui componiendo pequeños pasos, sencillos y al alcance de la mano de cualquiera para que, aún estando en la mazmorra, fueras teniendo luz.

He hablado de escribir, de alimentarse, del silencio, del mar, de la belleza y de leer. Estoy en el ecuador de mi Manual de Supervivencia, y creo que estos son los puntos clave para que el estrés diario y a veces la apatía, no hagan fuerte en tu vida, y te pases los días intentando encontrar la rendijita por la que pueda colarse la luz. Para mí seguir estos mínimos me asegura irme a la cama con satisfacción y con la pila medianamente cargada.

El Portal del León

Hoy, dicen los expertos, es el día en el que se activa el Portal del León. Y la foto de los cuervos es por dos motivos. Leones por aquí (Thank God) no hay, y porque para mí no hay bicho que mejor rollo me de, que los cuervos. Si hay magia, rituales y señales, para mí, tienen que haber cuervos y puestas de Sol.

La primera vez que oí hablar de esto, fue el 08.08.2008. Era una fecha singular, y yo estaba atravesando un año, un tanto complejo, digámoslo así. La cuestión es que en aquellos momentos que ni Instagram y apenas Facebook, aquella información llegó a mí. No tengo ni idea de cómo. La cosa es que una que es por naturaleza flipada y tendente a cuestiones sin explicación que se ajustan perfectamente al concepto de magia que le quiero dar a todo, aquel portal me pareció justificación suficiente para hacer un ritual, que en aquel momento consistió en un baño de mar a la hora exacta.

Aquí hago una memoria de lo que hice ese día. Cada año, desde entonces, sea como sea el día o esté siendo el mes, yo me doy un baño a las 20:00.

La cosa, es que con la edad me he ido flipando, y ya no solo me doy el baño. Aprovecho para encender velas, quemar palo santo, y hacer listas. Me encantan las listas, casi tanto más que las libretas. Y hago listas de deseos e intenciones hoy desde hace unos cuantos años. Ahora que ya tengo experiencia, puedo ver qué cosas se van cumpliendo y qué cosas no se han cumplido porque llegaron cosas mejores.

Ya tengo mi ritual de hoy listo, y si eres así, flipada por naturaleza como yo, te invito a que hagas el tuyo. Si puedes acercarte a la playa, tira.. si no, a la ducha, pero el agua es importante.

Una cosa importante, es que los rituales son personales, pon o quita lo que necesites; haz lo que te venga a la cabeza. Si solo quieres darte el baño, ok; si lo que te apetece es hacerte una clase de yoga con meditación, ok; si te va más bailar y cantar, ¡dale!… esto solo vale según la intención que tu le des.

Lo importante aquí es tu intención, y que no pierdas de vista, de que hay magia por todos lados.

Agosto

Todos los meses del año tienen algo anclado en mi cabeza. En enero es cuando tengo el folio en blanco y me dedico a ponerme objetivos como una descerebrada; en febrero los Carnavales; en marzo el Equinoccio… y así con los 12 meses. Y en ¿Agosto?.

Agosto siempre fue el mes del despiporre, desde que era chica. Estar sin ninguna preocupación más allá de saber a qué hora va a subir la marea para ir a la playa, o a qué íbamos a jugar. Cada día un juego nuevo, con risas y conflictos, porque eso es estar en grupo. Un grupo con un mismo apellido, y con una buena cantidad de genes repetidos.

Y claro, cuando vives esta libertad y esta felicidad desde chica, asocias sin remedio al mes de agosto con la fiesta y el despiporre.

Me hice mayor, y no he sido capaz de perderme un agosto en MiNorte, cuando las cosas se dan bien, paso el mes entero; cuando están medio bien, medio mes; y si el curro no me da tregua, paso al menos una semana. Pero que no esté allí de forma permanente, no me quita del cuerpo la sensación de que agosto es el mes de quedadas y reuniones. De charlas y verbenas, de playa y siestas. De tomar mojitos o quintillos, y de partir un poco de queso con bizcocho en cualquier momento del día.

Esos agostos, están clavados en mi memoria con una calidad de tinta imborrable que me dan la alegría suficiente para soportar los meses en los que no puedo sentir esa despreocupación que dan las “vacaciones”.

Mis recuerdos están llenos de primos, tíos, mi abuela; el silbo en el risco, las lapas a la plancha; las tardes sin hora; los pies llenos de arena todo el día… Me di cuenta hace mucho que esta mochila me proporciona un cable a tierra, y un remanso de felicidad y seguridad, porque cada año, llega agosto.

Me hace inmensamente feliz que mi hija esté viviendo lo mismo; 35 años después, con menos primos, pero con la misma libertad y alegría. Su mochila se va a parecer mucho a la mía, y no sé cómo explicártelo, pero eso me da seguridad, porque como yo, ella tendrá un sitio al que volver, siempre. Porque agosto y MiNorte llegarán cada año.

Agosto es la promesa de que hay una ventana en el año donde todo da igual, y donde no hay que preocuparse más allá de que el bikini esté seco y que hayan quintillos en la nevera, o que las chicas estén listas para tomarnos un mojito.