La semana pasada te conté cómo me había llegado la inspiración para escribir el Manual de Primavera. Hoy te cuento la materialización de esta novela.
De mis libretas, me puse a hacer refritos y a ir inventándome lo que me parecía oportuno. La cuestión es que tirando del hilo y dejando fuera de la habitación donde escribía, a la niña y a la jueza que habitan de forma casi permanente en mi, fui capaz de construir una historia.
En abril de 2021 escribí los primeros párrafos. Hice mi Excel para saber cuántas palabras al día tenía que escribir, en función de la longitud que quería que tuviera el libro, y de los meses que iba a estar escribiendo. Durante los meses siguientes, mi vida tuvo dos escenarios: mi vida, y la vida de Sonia, Pedro y Enriqueta. Me pasé un montón de madrugadas, escuchando a Gian Marco, mientras escribía y trataba de entender qué estaba haciendo, aunque al final creo que nunca lo logré. Pero me impuse el keep going que llevo tatuado en la pierna y seguí hacia adelante.
Un año después puse punto y final a mi primera novela. Después vinieron muchas semanas de inseguridad total, y lo dejé todo en cuarentena. Después de un mes lo retomé y lo leí del tirón, y me gustó, y me sentí satisfecha con el resultado.
Le eché narices, y le encargué a Érika Castilla la portada. No sabía muy bien qué contarle sobre el libro, porque en aquel entonces no tenía ni la sinopsis clara. Ella me pidió un capítulo entonces, y ahí me ví, que tampoco sabía por dónde cortar. Le mandé el libro entero y le dije que se pusiera a leer y que cuando se cansara que parara. Para mi sorpresa, fue de las primeras que lo leyó, y su feedback fue la patada que necesitaba para seguir adelante a paso ligero. Cuando me mandó su propuesta para la portada me dejó sin palabras, el resultado es mejor que si lo hubiera encargado a medida. Erika captó de lleno la esencia de la novela.
Luego se lo pasé a mis lectoras beta, y ahí estuve explicando y moldeando lo que yo entendía, porque lo había escrito yo, y lo que sobraba porque ya se entendía. Vamos, que saqué la tijera y la cinta métrica y le di otra vuelta. Y al final dije: se acabó y para la editorial lo mandé. Hoy lo tengo entre manos, y no puedo esperar más a que también lo tengas tu y me cuentes que te dice.