Brokeback Mountain

Hace unos meses y para documentarme para un proyecto secreto que me hace infinita ilusión (ella creando hype desde el primer párrafo), releí unos libros que me marcaron mucho, hace más de una década.

Eran libros que me removieron mucho por dentro, que me hicieron sentir, y en los que me construí en aquellos años oscuros. Las que lleven tiempo por aquí, saben de qué hablo.

Los releí esperando recibir las mismas emociones que aquellas primeras veces. Porque tengo que decir que, durante aquellos años, los releí más de una vez cada uno. Y siempre, sentí lo mismo, aún descubriendo cosas nuevas, las emociones se mantuvieron.

Esta última lectura fue muy diferente. No sentí nada parecido a las emociones ya conocidas, es más, en algunos sentí emociones totalmente contrarias. De entrada sentí como un poco WTF.. Conforme fueron pasando los días desde la lectura, fui dándome cuenta de que yo era otra persona, y que conmigo, habían cambiado las estructuras sobre las que durante otra época me sustenté.

Sentí alivio, y también sentí tristeza. Siempre me da pena desprenderme de algo que conozco muy bien. You know.. el apego y esas cosas.. I’m work on it.

Cuando hube asimilado esto, sentí paz. ¡Qué bien haber cambiado!, haberme desprendido de creencias y de dramas varios. Todo bien.

Pero pasados unos días, empecé a sentir desasosiego. ¿Y si todo lo que me encantaba hasta ahora ya no me gusta?, pensé que desprenderse de unas cosas está bien, pero y ¿si con esto me quedaba desnuda?, y si me quedaba desprovista de todo lo que hasta ahora sentía que me formaba.

Te digo la verdad, estuve unos días, rechazando ver libros, canciones, películas, series… de las que eran fijas para mi, por miedo.

Como sabes, este agosto me puse así como valiente. Me sentía la valentía y el coraje por todos los poros, como la misma fokin cheetah de la que habla Glennon Doyle, que si no sabes lo que es no sé que estás haciendo con tu vida…

Vuelvo, que la facilidad para dispersarme no la he perdido, la cosa es que con un arranque de valentía, fui cogiendo canciones y películas.

De mis películas favoritas ever: Notting Hill, Memorias de África, Los puentes de Maddison y Brokeback Mountain.

Con gran alivio he podido comprobar que sigo sintiendo, que esa fue otra ansiedad que me entró .. ¿y si lo que me ha pasado es que a base de tanto drama me he vuelto inerte?..¿Am I dead inside?. Pero no, I am fockin alive. Y con estructuras nuevas sobre cimientos viejos.

Dejé para el final Brockeback Mountain, porque ella en su totalidad encierra el momento más oscuro de mi existencia, o al menos uno de los más difíciles. Y cuando una está así, pues se agarra a un clavo ardiendo. Vi tantas veces esta película… me llegué a aprender partes de memoria. Asumir que ya no me emocionara me aterraba hasta el pánico.

La vi hace tan solo unos días… y ¡oh alivio! Todo sigue igual. Desde los paisajes que me quitan la respiración, las sutiles notas de la guitarra que hace de banda sonora, hasta Jake de apellido impronunciable… del cual me he vuelto a enamorar un poquito, por cierto.

Está bien ir desprendiéndose de pieles, como las serpientes, ir creciendo y madurando… pero da mucha tranquilidad conservar el interior, aunque tenga cicatrices.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *