Estoy tratando de aislarme entre tanto brote y tanta noticia tremenda, aunque estoy fallando estrepitosamente, la verdad.
No miro las noticias, y tampoco oigo la tele o la radio, sin embargo, me entero de todo, y en serio te lo digo, interés tengo cero. Yo sigo soñando con mi parcelita vallada a prueba de noticias y disgustos. Una utopía, ya lo sé.
Ayer, cuando ya me harté de ser receptora de cuanta información me rondaba, me calcé las zapatillas y me lancé al camino. Mascarilla puesta, por supuesto.
Siempre que estoy en MiNorte, y me echo a andar, mis pies toman la dirección y me llevan por dos posibles caminos: o a la playa o a las piedras. Ayer, fue este segundo destino el seleccionado.
Me flipan las casas viejas, no sé si alguna vez lo he dicho por aquí. Seguramente que sí, que llevo rajando aquí la friolera de 16 años. Ya puedo decir que mi relación más larga ha sido, sin duda, con este blog. Lo que son las cosas. Bueno, a lo que iba, que las casas antiguas tienen un fuerte poder de atracción en mi. Me encanta verlas e imaginarme qué pudo vivirse allí. En qué tiempo se haría, cuantas alegrías o penas se vivieron entre sus paredes. Soy capaz de imaginar historias completas, con principio, desenlace y final.
Ayer, según llegaba a esta casa vieja, mi cabeza se ponía en modo invent, y yo ahí viviendo mi invención. La cuestión es que esta casa vieja, no es una casa vieja cualquiera. De ésta sí sé cuándo se construyó, y también conocí a algunas de las personas que vivieron en ella. Lo del medio, me lo voy a tener que inventar, una vez más.
En mi ensoñación, me imaginé en mis próximos años, en los que desde una casa nueva, mi escritorio tiene vistas directas a estas piedras, y que con esta vista, voy a ser capaz de hilar perfectamente historias, y con ellas compongo un libro, o dos.. o una saga completa. Que yo cuando me pongo a soñar, soy bastante pro.
Y dando vuelta sobre esas piedras, me fui viniendo cada vez más arriba. Y me di cuenta de que algunas piedras, las han movido, y que hay un camino medio hecho por mitad de mi parcela, y que hasta se me han comido los tunos. Me enfadé mucho ayer la verdad.
Me senté por un lado, y respiré hondo. Me volví a ubicar desde mi escritorio, escribiendo sin tino, y siendo bastante feliz. Vendiendo libros sin parar, imprimiendo muchas ediciones de todas mis novelas. Ganando mucho dinero, como es lógico. Con la cuenta bancaria bien repleta, me levanté y me sacudí la tierra. Me puse en marcha otra vez, y de camino a casa, empecé a llamar a alguien que me presupueste una valla, y a otro alguien que me recoloque las piedras, y ya que estamos, no sé si buscar un bardino que me guarde los tunos. Volví bastante cansada de la caminata, porque ser terratenienta es muy complicado, la verdad.