Tortilla, pasta y fin de curso

A estas alturas de película, ya sabes que tengo yo más de una tarita. Pero que lo de la organización y la planificación llega a cotas de enfermedad estudio.

Tengo cristalino lo que se come los lunes, y tu si has venido por aquí un poco, también: los lunes son para las lentejas. Lo que pasa últimamente, es que aquí mi compañera de piso, si le pongo lentejas solas, como he venido haciendo de aquí para atrás, pues me protesta. Que eso es poco, que le da hambre enseguida. Así que he ido suplementando las lentejas con lo que se me ha ido ocurriendo. Después de unas cuantas posibilidades, el segundo plato que ha ganado su puesto con diferencia, es la tortilla. Así que ahora los lunes son de lentejas y tortilla. Ya solo falta que me acepte la ensalada para complementar, y me va a parecer que he retrocedido 25 años y estoy en el comedor universitario, cualquier lunes.

Y los viernes, pues yo como pasta. Aquí o en cualquier sitio. Me flipa la pasta, y comer pasta el viernes es como cuando te ibas de fiesta los jueves por la noche, para ir ya inaugurando el fin de semana. Que yo esto no lo sé de cierto, porque nunca lo hice, pero que lo supongo, vamos.

Esta salsa de tomate que he descubierto por azar durante el confinamiento, ha pasado a ser una de mis preferidas. Cebolla, tomate, bacon, alcaparras y una guindilla. Yo lo freí todo primero y luego me olvidé de ella unas cuantas horas mientras la crokpott hacía su trabajo. Qué gran invento la olla lenta. Hice un par de kilos de esta salsa, así que tengo para unos cuantos viernes.

El plato de pasta de hoy va a ser al gusto de MiMariposita, que ya está oficialmente de vacaciones. Qué curso más raro le ha tocado vivir, a ella y a todos los niños. Para mí el curso ha sido un poco un chiste, la improvisación, las dudas, los pocos medios, y también las pocas ganas, para que te voy a decir otra cosa; han hecho un curso que además de caótico de por sí, haya sido muy complicado de salvar.

He podido comprobar que mis dotes como docente están entre cero y nada. Actitud y ganas le he puesto, puede que lo que faltó en otros sitios, pero me han faltado las aptitudes y  la paciencia también. He tenido que hacer balance de necesidades y provisiones, y al final me he apuntado a esto de: zapatero a tus zapatos. He pedido ayuda, a personas que además de capacitación tienen pasión por lo que hacen y gracias a ellas hemos salvado los muebles. No ha sido fácil. Y ahora ya, a toro pasado, creo que puedo afirmar que hemos hecho lo que hemos podido, con la mejor de las intenciones. Pero otro curso así va a afectar mucho en el futuro de los escolares.

Tengo tres meses por delante para mentalizarme. Para desarrollar la paciencia, y para preparar un buen temario para el curso que viene ayudada por quien sabe de esto. Ojalá me equivoque, pero me temo que el curso que viene no diste mucho de este que ahora acaba, y algo habrá que hacer. Dicen que la necesidad es la madre del ingenio, y mira tu por donde, tengo yo un papelito que me avala para ingeniar y estoy rodeada de gente que me van a echar una manita en el tema.

 

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