Septiembre pandémico

Me encanta cuando la naturaleza me predispone a vivir lo que viene. Inauguramos hoy septiembre, y desde el fin de semana lo vengo notando.

Hasta me llovió y muestra de ello, la foto que mi hermana sacó. La foto preciosa, porque ¿cómo es de bonita esta foto?. Mi hermana hace cosas increíbles, lo mismo te saca fotos que te compone una canción.

La lluvia del fin de semana la agradecí infinito, porque terminé la semana pasada, huyendo despavorida hacia el norte, donde corriera un poco de aire y me despegara de la cara el calor más asfixiante del año.

En el norte siempre hace fresco, supongo que la orilla del mar tiene mucho que ver. Por lo menos allí, si sientes calor, tienes la orilla fresca donde refrescarte.

Pasados ya esos momentos, el termómetro ha vuelto a lo que espero de él. Unos cómodos 25º y el cielo plomizo, tipo panza de burro. Todo de lo más apropiado para este mes que estrenamos.

Para mí, como para muchos, el año tiene dos comienzos, en enero y en septiembre. Empezar septiembre es como un ensayo general de lo que vendrá. Siempre pongo grandes esperanzas en este mes, y este año aunque me esfuerzo por conservar mi ilusión, sé que tengo una sombra oscura, alargada y pegajosa, de la que me es muy difícil desprenderme. Tengo mucha angustia, generada por toda esta incertidumbre colectiva. Se me hace harto difícil dilucidar qué puede pasar o cómo vamos a salir de esta. Aunque también soy consciente de que yo solo puedo hacer una cosa, o bueno, dos: ponerme la mascarilla y mantenerme distanciada.

Septiembre empieza y debería empezar el curso escolar también. A día 1 no sabemos qué pasará. Después de seis meses no se sabe nada. Debe ser que no se ha tenido tiempo para evaluar posibles escenarios y con ello trabajar las distintas modalidades de clase. Estoy muy enfadada, ¿para qué lo voy a ocultar más?. Aquí sobra burocracia y faltan decisiones. Y me molesta infinito pensar que por culpa de estas dos cuestiones,  las personas que cobran (porque nosotros les pagamos) para ello, no actúan de manera efectiva para terminar con el papeleo y ponerse manos a la obra. Debería empezar  el curso, pero más bien parece un “sálvese quien pueda”.

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