Un sueño revelador

Anoche soñé que andaba por un terreno pedregoso, caminando me encontraba una piedra muy grande que brillaba a lo lejos, no podía dejar de mirarla, y entonces me despisté. Dejé de fijarme donde ponía los pies y empecé a caer. Caía por un agujero que parecía no tener fin. La velocidad de caída no era mucha, te daba tiempo a ser plenamente consciente de que caías, y de que no podías asirte a nada. Mis manos, tocaban las paredes del agujero, pero todo estaba resbaladizo, y no había ningún saliente para poder agarrarme.
Seguía cayendo.
Pensé que no podría evitar estrellarme contra el suelo, y de pronto sentí que lo mejor era aceptar la situación. En ese momento, necesité casi más que parar de caer, un abrazo. Que alguien me rodeara con sus brazos y me diera apoyo, aunque sea en la caída. No quería que me salvara, solo quería un abrazo.
Sentía mucha angustia por no poder refugiarme en esos brazos. Así que en un acto que inicialmente me pareció muy patético, me rodee yo misma con mis brazos y cerré los ojos.
Tuve la sensación momentánea de que paraba de caer. Abrí los ojos, y así era. Me hallaba suspendida en el aire. Probé a agarrarme, y volví a caer.
Por mi cabeza pasó un leve pensamiento. Volví a auto abrazarme, y ahora no solo no caía, sino que empezaba a subir.
Me abracé con más fuerza, y la velocidad de ascenso se incrementó.
Cerré los ojos y seguí abrazándome. A los pocos minutos estaba de nuevo en la superficie.
Me senté al lado del agujero, y sonreí, era lo único que ahora mismo podía hacer. Me sentía exhausta pero feliz.
Anoche, en un sueño, encontré la única a persona que siempre podrá salvarme.

Oasis

los oasis son siempre espejismos
hay pasiones que niegan el cielo
cuando me quisieronyo no quise tanto
y cuando he queridono siempre quisieron
las palabras no solo definen
hay canciones que guardan misterios
cuando me llamaron
no escuché el mensaje
cuando yo lo quise
no me respondieron
poco mucho
algo casi casi nada
no siempre se cruzan
todas las miradas
hay distancias que guardan caricias
y lugares de pocos senderos
mis señales de humo
no encontraron ojos
y llegaron cartas
cuando estaba lejos
en el mar hay tesoros y peces
en el río hay arena y secretos
cuando lo quisiste
no salió la luna
cuando no esperabas
te llovieron besos
poco mucho…
Oasis/Pedro Guerra
Y yo hoy necesitaría el oasis de tus brazos, donde puedo resguardarme del sol, donde puedo beber del agua que guardas, donde poder ver el tiempo pasar sin que nada me perturbe, sin que nada me preocupe, porque lo más imporante mientras esté en el desierto, lo tengo…..
Refugiarme en el oasis de tus brazos….. aunque fuera un espejismo….

Odio tener razón

En estos días estoy librando una dura batalla contra mí misma. Contra lo que siento, lo que quiero y lo que debo hacer.
Las conversaciones tienen lugar cada día, y lejos de aclarar puntos, parece que todo se enrolla aún más.
Tomo posición de la tribuna y expongo de la manera más clara las conclusiones a las que he llegado, esperando y deseando encontrarme un buen luchador en frente, que luche con las mismas ganas que yo por lo que estamos debatiendo.
Lejos de eso, encuentro un contrincante que me escucha, que medita cada palabra que digo, incluso el tono. Se queda pensando, y al cabo de un rato del término de mi discurso, sintiendo que me mira a los ojos, me dice que sí que efectivamente tengo razón.
Odio tener razón en estos casos.
Quiero encontrar en frente a un igual que me discuta, y que me intente convencer de que lo que digo no es cierto, que no tiene base.. pero no, lo que encuentro es una persona cuya opinión frente a una situación es igual a la mía.
Incluso le parece bien mi plan de actuación.
Maldita la hora en que se me ocurrió, y maldito el momento en el que lo expuse.

La cena

No es mi última cena, tampoco es la primera.Es una cena del medio, del medio del tiempo que tengo, en el que me encuentro.Supongo que una buena cena, en mi caso es un síntoma medio fiable para saber cómo estoy.No es en Casa Lucio, pero seguro me supieron mejor que cualquiera de las que sirven ahí, más que nada porque me las puedo comer con mi ketchup Heinz, sin tener que sentir complejos.Fueron las primeras papas fritas que me hice en mi casa, y el segundo huevo frito también desde que estoy aquí. Hoy sin tener motivos, y tampoco sin necesitarlos, puedo decir soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad….

Pasó pasó pasó

Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí
Esta vez también te voy a decir que no porque sí, te voy a decir que no,
no me vas a condenar a verte toda la vida, todas las mañanas, olerte mientras tanto,
o ver cómo envejeces tan mal como tus padres (No,no…), ahora si podría decirte que
sí porque ya no siento nada, porque lo que era pasó, pasó, pasó

y mis dudas no se resuelven con deseos te deseo agitándote,… cerca.
Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí
También esta vez te voy a decir que no, no hago tratos con gente que busca la coacción
de tu amor sólo espero una sola verdad, te lanzarás a halagar mi vanidad,
para engañarme una vez más y yo encontrar en tu bolsillo la sanidad a mi economía,
una alegría para alguien que perdió la fe y vive en el exilio de la desnudez

por eso podría decirte que
sí porque ya no siento nada, porque lo que era pasó, pasó, pasó
y mis dudas no se resuelven con deseos te deseo agitándote,… lejos.
Solamente pensar, todas las mañanas levantarme contigo y aspirar el mismo aire
es mejor que mendigar es mejor que llorar por toda la humanidad
y no te voy a decir que no, y no te voy a decir que sí,
te voy hacer feliz, para condenarme en el fuego eterno, para arrugarme en el duro invierno
sí porque ya no siento nada, porque lo que era pasó, pasó, pasó
y mis dudas no se resuelven porque sí porque ya no siento nada,
porque lo que era pasó, pasó, pasó, pasó, pasó pasó.
porque sí porque ya no siento nada porque lo que era pasó, pasó, pasó

Si Si Sí/Los Coquillos
Pasó, Pasó, Pasó…
Y puedo hacerte feliz, y condenarme en el fuego eterno, y arrugarme en el duro invierno, porque ya no siento nada.. nada nada nada..
Pasó pasó pasó..

Viejos y nuevos


Siempre me han encantado los zapatos.
Probarme zapatos de cualquier estilo, forma, color, modelo…
Con los años me he dado cuenta de que los zapatos no son lo importante, lo que de verdad me causa curiosidad son los pies.
Se puede saber mucho de la persona por los pies y por los zapatos.
Hoy me he comprado unos zapatos nuevos, son los segundos zapatos de color verde que he tenido en mi vida.
Mis pies ya no toleran cualquier tipo de zapato, ya están algo viejos y algo cansados… pero son los que tengo, son los que me llevan y me traen

Ricky Tims y Troylo

Este es mi último proyecto. Será un tapiz basado en la convergencia harmónica desarrollada por Ricky Tims. He usado la base de la teoría para hacerlo, aunque al final me ha quedado algo extraño, que no se puede encasillar dentro de esta técnica. Aún le falta unos detalles, que terminaré usando los consejos de Dijanne Cevaal, así que cuando esté finiquitado le volveré a sacar la foto de rigor.Y ahí está mi Troylo también. Le encanta posar, y en cuanto me ve con la cámara se mete en medio para salir en la foto. De entrada se hace el tonto, aunque los dos sabemos muy bien que es más que listo. Cuando no hace una cosa que le mando, o que trato de enseñarle, intenta hacerse pasar por tonto, aunque ya los dos sabemos que de tonto no tiene un pelo.Poco a poco ha ido acostumbrándose a mis manías, y a mis hábitos, y ya reconoce muchos de ellos. Como cuando me pongo una chaqueta, desde que me ve hacer esto, sale disparado hacia la puerta y me espera allí, sabe que es el momento de bajar a la calle. O cuando volvemos del paseo, y vengo hablando con él porque ha hecho todo correctamente, desde que oye: “muy bien”, vuelve a salir corriendo a esperarme debajo del mueble donde sabe que están sus galletas. Lo que peor seguimos llevando los dos es la hora del baño, aunque parece que poco a poco lograremos aceptarlo.Me tiene asombrada que no ladre, ni si quiera haciéndole rabiar, todo lo más que hace es emitir un ligero gruñidito. Y también me asombra la necesidad de mimos diarios que necesita. Muchas veces no quiere jugar, ni tampoco que lo acaricie, le gusta que lo tenga cogido en mis brazos, sobre todo cuando veo la tele. Y le encanta enredarse en mis pies cuando estoy cosiendo a la máquina. Con su compañía simplemente, tengo la sensación de que nunca estaré sola.

Esa suave voz

Un día hace ya unos años, escuché una voz por primera vez, que me indicó por qué camino debía seguir.
Esta voz me acompañaba siempre en las crisis, en los malos momentos, y también en los buenos. Hacía un breve resumen de lo que acontecía, y me aconsejaba sutilmente por donde debía seguir.
Me ha dado la paciencia suficiente para llegar donde ahora estoy, y también me ha proporcionado la calma necesaria para poder superar los ratos menos fáciles.
Hace días que me encuentro en uno de esos momentos, en los que se me hace ya indispensable, y llevo tiempo haciendo esfuerzos por volver a escucharla, por descubrir qué debo hacer, si volver a coger la silla donde siempre espero o seguir..
La voz ya no me habla, no emite ningún sonido. Esta muda. Ya no la oigo.
Por eso he guardado la silla donde he esperado, me he calzado los botines de andar, y me he echado al camino.
Ya la voz no me acompaña, y hoy siento que las canciones tampoco.

Sandwich de atún

Hace unas semanas me prometí que nunca más volvería a entrar al bar de la esquina. Ni si quiera para pedir un vaso de agua.
No me gustan los modales de las camareras, eso de que anden sirviendo lo que luego yo comeré mientras se fuman sus cigarrillos.
Aún así, mis malos hábitos hicieron que hace unos días, la necesidad de ingerir algo fuera superior a las promesas que me he hecho, y terminé entrando y pidiendo un desayuno.
Desde el principio me olió mal, en sentido literal. El sandwich olía raro. A la segunda mordida, ya no me pareció que solamente olía mal: sabía raro también. Le dí otra mordida más, solo por otorgarle el beneficio de la duda, y no dejar que mis paranoias influenciaran en el desayuno. Ni caso.
El sandwich terminó en la papelera, yo con dos euros menos, y con las mismas fatigas.
En menos de dos horas había vomitado tres veces. La fiebre me subió rápidamente, y la cara se me puso como un tomate.
Me ardía el cuerpo, y la cabeza me daba unos martillazos que me parecían imposibles de aguantar.
Gracias a varias cosas, pude sacar hasta el último restito del sandwich de mi cuerpo, pero las secuelas siguen ahí.
Y volvemos a la rutina de no cenar, y de sentir el estómago como si me hubiera comido una lavadora.
.. Y las demás cosas que tengo alrededor, por una vez… ya no ayudan.