Tree of Life Birth Sampler

He contado muchísimas veces lo que me entusiasma empezar un proyecto. Tengo un momento tejeril apático. Tengo en las agujas una bufanda que ha ido avanzando a trompicones, simplemente no termino de sintonizar con el patrón y eso me incapacita para darle el empujón que necesita y darle matarile.
Para buscar motivación, me he cobijado en un patrón de punto de cruz, que tengo desde principios de año. La revista es de mi amiga alemana, que no tengo vergüenza tampoco es un secreto, porque a estas alturas de película, ya tenía que haberle devuelto la revista de marras, pero así estamos, entre el desastre y la mala memoria, sigue en mis manos.
Este fin de semana, celebrando la fecha, y el nombre del patrón, he pensado, que lo mejor sería hacérmelo con mis propias iniciales. Y con esa excusa tan ridícula, me he puesto a hacer cruces.


Me gusta el patrón, y me gustan mucho los colores elegidos. Lo que creo que no va a hacerme la misma gracia es intentar cuadrar mis iniciales, pero bueno, ya veremos como encaro el problema en ese momento.
Ahora no puedo pensar en otra cosa que en hacer la maleta, en la vuelta que me voy a dar con Troylo, y el baño que me voy a dar en MiNorte, aunque muera de hipotermia después. Tengo dentro el calor de un beso, y el abrigo de un abrazo, difícil será que me baje demasiado la temperatura.

No estaba en la lista (II)

El año pasado ya fui premiada con un aparatito que no estaba en mi lista de deseos, y que ha sido uno de los mejores regalos que me han hecho, de ello, dan buena cuenta los comensales que se han sentado a mi mesa, o los destinatarios de tuppers varios que han degustado lo que sale de allí.
Este año y cumpliendo los mismos requisitos (una semana antes y sin pedirlo), mi posesión de electrodomésticos ha vuelto a incrementarse. Se trata de una “C” gigante que me surte de la sustancia (en cantidad y sabor) necesaria por las mañanas para poder ser medio persona.
El café es espectacular, y lo que más me gusta, es que además de hacer juego en mi cocina, puedo preparar chocolates, capuccinos, y lattes machiatos…
No tengo que pedir las cápsulas a ningún sitio, porque los señores de Mercamoma me las suministran previo pago.


día a día paso a pasocafé a café…

Mientras no me falte tu beso en las mañanasy un café….todo estará bien

Libro 29 (2010): La sombra alargada del amor

“..Las sombras son las puertas del país de los muertos. No todas, por supuesto, y no siempre están abiertas, pero por ahí es por donde todo se comunica. Hay un trafico intenso en la tierra de los muertos, existen “barqueros” que conocen los pasadizos secretos y las horas en las que se puede pasar por ellos. Antes de lanzarme al doctorado en sombrologia, yo ejercí ese oficio. Casi todos los muertos recientes quieren regresar. Ya sea para ver de nuevo a las personas que quieren, o para vengarse de los otros, a menudo por los dos motivos. Pocos se quedan mucho tiempo…”

Haciendo pan, sin tortas y con Gastelo


Hace una semana, MiAmigaAlemana nos hizo el gran descubrimiento.
Yo podría venir y contar el largo, tedioso, y trabajoso proceso de hacer un pan casero, y que encima salga bien, rico, apetitoso y nutritivo, pero mejor les hago el cuento corto, y explico el gran descubrimiento.
Existe en un super-alemán, un preparado harinoso, para hacer diversos panes, integral, normal, y hasta con semillas.
El preparado contiene todo, la harina, la levadura, las semillas.. Solo hay que medir la cantidad de agua que debe añadirse y dedicarse a la vida contemplativa, esto es tomar las agujas con deseo con Gastelo de fondo, durante al menos las dos horas que necesita el proceso. El único requisito importante, es tener una panificadora.
La combinación entre este feo electrodoméstico y el preparado harinoso, da como resultado un pan estupendo.

Dividí el contenido del paquete en dos, y le añadí la cantidad proporcional de agua. Lo metí directamente en el recipiente de la panificadora. Elegí el proceso de panificación (existe este vocablo?) normal.
El aparatito empieza con su proceso de amasado, primero despacio y en sentido horario, aumentando la velocidad progresivamente, y alternando el sentido de giro. Aunque las matemáticas no fallan en la cuestión proporcional, tampoco puedo confirmar la exactitud de la medida, así que después de hacer cuentas y pesar gramos, fui vigilando la mezcla, y añadiendo agua o harina según precisé.
Cuando la máquina lo cree oportuno, hace el primer tiempo de espera para el proceso de levado.
Repite el ciclo otras dos veces. A mitad del amasado del último ciclo, emite un pitido, que te avisa por si quieres añadir algo a esta masa, en este caso, añadí unas semillas de amapola.
Y de ahí, empieza a hornear.

El resultado es un pan esponjoso, de color oscuro, porque la harina es integral, con las semillas repartiditas, y de un sabor estupendo.
Como digo el descubrimiento ha sido total, no hay comparación con la satisfacción de comer un pan hecho por tí mismo, aunque no hayas tenido que poner en juego tus dotes panaderas hallando la fórmula mágica de un pan perfecto, no por ello tiene menos valor.
Los desayunos con este pan, empiezan a ser otra cosa.

Me parece que a este paso, el deseo número 5 de mi lista, no va a ser tan difícil de conseguir.

Libro 28 (2010): Valkirias

“.. Recordó que, una vez, un domador le había contado cómo conseguían mantener a los elefantes presos. Los animales, de pequeños, estaban amarrados con una cadena a un tronco de madera. Intentaban salir, pero no lo conseguían, lo intentaban durante toda la infancia, pero el tronco de madera era más fuerte que ellos.

Entonces se acostumbraban al cautiverio. Y, cuando eran grandes y fuertes, bastaba con que el domador les pusiese la cadena en una de las patas, y la amarrase a cualquier lugar, incluso a una estaca, ya que no osaban salir. Estaban presos al pasado..”

Detalles aparentemente sin importancia

Durante mucho tiempo mi propia imagen no me interesó para nada. Luego pasó a ser lo más importante. Nunca los extremos son buenos, y en este sentido los probé los dos. Ahora, habiendo conseguido un equilibrio entre ambos puntos, creo que es más dañino el extremo donde la imagen lo acapara todo.

Como digo, creo que ahora mismo me siento equilibrada, y aunque verme bien no me quita el sueño, si que no me gusta descuidarme.
Conocí a alguien una vez, que siempre me decía que la belleza no era casual, y que si uno quería estar bella, pues había que currárselo un poco.
Hay una serie de detalles en mi imagen, que creo que la conforman y me definen, y que aunque no son signos de belleza como tal, a mí me hacen sentir un tantito así.
Siempre llevo las uñas pintadas, al menos las de los pies. Suelo llevar las manos cuidadas, aunque no signifique que siempre tengan color.
Recientemente, y gracias a LaLoly descubrimos este nueva modalidad de llevar las uñas pintadas. Tengo que practicar más, porque estoy más acostumbrada al pincelito y la pintura húmeda. No obstante me pareció una forma muy rápida de llevar las manos perfectas.
Todo será que ahora no pueda quitármelo, y todo lo bueno que tiene ponérselo, vaya a ser un infierno para eliminarlo.

En cuanto a colores… no tengo límite. Antes me limitada al rosita pastel, tipo manicura francesa, o a algún color cereza. Pasada la treintena, y conforme van pasando los años, he ido perdiendo el decoro. Mis uñas pueden acoger cualquier color.
Dentro de mis preferidos están todos los esmaltes de Deliplus, la relación calidad precio es inmejorable. Claro que si buscas un color llamativo, intenso, y shockeante.. Dirígite sin dudas al stand de H&M. Estas lacas de uñas me tienen totalmente conquistada, y como digo, los colores son increíbles.
En la última reunión de tejedoras, asistió nuestra sobrina mayor, que con sus dos añitos recién cumplidos distingue perfectamente los colores, y cogiéndome las manos me dijo: tus uñas pintadas de azul!. Me gusta que la gente repare en ello.


Otro detalle importante, siempre llevo una traba en el pelo. La voy cambiando, poniéndole alguna florecita, o algún lacito.
Mi pelo es rizado, oscuro, e indomable. Tengo la cabeza llena de remolinos, y si no pusiera esta traba, estaría todo el día con el pelo delante de los ojos. Mi pelo va por libre, y es totalmente indomable, ya lo he dicho?. Ya no me causa frustración, y lo único que hago es quitármelo de los ojos para poder ver bien, que con la miopía es suficiente. Así la cosas, otra de mis compras compulsivas, junto con las cremas, los gloss y las pinturas de uñas, también están las trabas. Las voy comprando y almacenando, porque siempre son pocas.
Creo que he ido conformando una imagen de mi misma, que puede reflejar muchas cosas intrínsecas de mi carácter. He tenido que pasar por los dos extremos para ir sintiéndome cómoda con lo que tengo por dentro y por fuera, a partes iguales.

Té y cruces

Acercándose la temida fecha, aunque asumida al fin y al cabo, he ido haciendo balances (de esos que tanto me gusta hacer) y también recuentos. He caído en la cuenta, de que hace mucho tiempo que no me doy uno de esos viajes al infierno que solía darme antes. Indudablemente es una señal inequívoca de que voy creciendo. Sinceramente no los extraño para nada, aunque la creatividad sí que la echo un poco de menos, en contraposición, busco a mis musas en otra parte.
Este día de fiesta en medio de la semana, me ha servido para asumir que aunque no del todo, he ido controlando mi cabeza, con todo lo que conlleva.
MiGurú, un día me dijo que tenía que encontrar la sensación de paz en cualquier sitio, en cualquier lugar, con cualquier persona, porque así solo dependería de mí, exclusivamente de mí.
El martes, lo comprendí, lo comprobé, lo festejé… y solo fue necesaria una hora para experimentar la absoluta sensación de paz y libertad.
Me centré en mi cocina, y los ingredientes que ese mismo día adquirí.
En medio de los fogones, tenía pensamientos recurrentes y contrapuestos.
Tranquilidad por estar tan bien con tan poquito, un poco de pena por no tener con quien compartirlo. Por una vez, puestos ambos sentimientos en la balanza, ganó la tranquilidad, y como digo la sensación de bienestar es completa.
Para conservar este estado, seguí buscando cosas que me hacen mantenerlo, y a pesar de que inicialmente me pareció un árdua tarea, en cuestión de minutos descubrí el grado de mi equivocación: una taza de té rojo, un patrón de punto de cruz, unas madejas de hilo, y el último disco de Santiago Cruz de fondo… paz y tranquilidad para toda la tarde garantizada.