Interiores I, II.. y III

Y llegó Agosto… y con él la inevitable cuenta atrás. El día D es a finales de mes, aunque no tenemos nada claro que lleguemos de la misma forma, es decir, siendo “una” a ese momento. Estamos en conversaciones MyLittleButterfly y yo, a ver si se decide venir antes, durante o después.. Ya está todo listo, pero por si acaso faltase algo, por andar preparada.
He decidido que ya no tejo nada más, porque ando haciéndome un lío con las medidas y el tiempo, así que para no llevarme sorpresas después, he puesto el baby knitting en stand-by, hasta que ella esté aquí.
Sí, ya sé, soy una ilusa creyendo que luego tendré tiempo para dar un punto, pero bueno, ya se verá..
De momento sigo con los interiores, vistiendo los suyos y desvistiendo los míos. Ya estoy en posición de decir que las braguitas me salen bien, y le tengo cogido el punto a los puntos montados, los menguados, y los aumentos. Tejidas en círculo, sin costuras, y con el resultado más cursi del mundo. Así que ya tengo el patrón prácticamente organizado, solo me falta ponerle forma y dejarlo bonito para repartirlo.
Sus interiores vestidos, los míos desnudos… frente a la gente que quiero y que tiene tantas preguntas y dudas sobre todo lo que está pasando. He abierto la caja, esa donde se guardan los desplantes de los demás, que te niegas a aceptar porque en el fondo no puedes creer que no te importen o que no te dañen. Una vez que todo está al aire, y en contra de todo lo que se suponía inicialmente, no te sientes desvestida ni desnuda, sino vestida, arropada, y muy atendida por todos aquellos que por fin te ven desprovista de cargas.

Y así un poco borrosas, hemos empezado con el control hospitalario. Una vez alcanzada la semana 36, el parto puede presentarse en cualquier momento a partir de ahora… los datos numéricos de esta semana son: 36 semanas, yo 60kg, ella 2.7kg, duermo menos horas, pienso muchas más, como menos cantidad pero muchas más veces, y sonrío muchísimo más que nunca.
Y sigo viéndome de reojo en los escaparates, y sigo sin reconocerme

Alicia y el Galimatazo, a mi modo

De todos es sabido que mi película favorita de dibujos animados, es Alicia en el País de las Maravillas.

Supongo que es porque el libro me fascina, no en vano, fue el primer libro que recuerdo haber leído, en versión cómic y para lectores de 7 años. Se me quedó grabado ese libro.
Hace poco leí la versión real, y me siguió entusiasmando. Es un libro sin edad.
Como ahora, y no me canso de decirlo, por causas ajenas a mi gusto, tengo muchísimo tiempo libre, que no está mal si me lo remuneraran de alguna manera, pero no es así; trato de enfocarlo en lo que tengo entre manos, o mejor dicho, entre interiores.
Leo a tiempos iguales libros para mí, para ella, y para el proceso. Me deleito imaginando el momento en que pueda hacer realidad esos instantes en que pueda leerle un cuento, o inventarme una historia. Dicen los entendidos, que a los niños les encantan las historias inventadas, y yo que soy aplicada y fantasiosa a partes iguales, he pensado que la mejor forma de inventar una historia, es creando unos personajes sólidos y atractivos.
Manos en las agujas he tejido la tan vista Poppy de Ysolda, y el erizo Smith, de la misma diseñadora. Y como ya tienen personalidad y estilo para las aventuras que han de vivir aquí, así que para nosotras serán Alicia y su Galimatazo.
Se acabaron los cuentos de princesas que esperan príncipes en corceles blancos.. nuestros cuentos estarán protagonizados por una niña intrépida, que se ayuda de un erizo superdotado para superar los obstáculos que vengan a su encuentro.

De la cabeza a los pies

Normalmente trato de mover lo mismo los pies que la cabeza, lo que me mantiene muy ocupada todo el día porque mi cabeza centrifuga a una velocidad que daría vértigo al mayor de los equilibristas.

Sin embargo, las 28 semanas de gestación que llevo, imposibilitan muchísimo mis movimientos, no solo por los 13 kilos de más, sino también por una cosa llamada reflejo de Ferguson, que no me viene bien sufrir ahora, la verdad. Así que los ejercicios físicos están limitados a la natación, y a la rutina diaria de yoga. Aparentemente no habría problema, pero lo hay.
Mi cabeza sigue gira que gira, unas veces arreglando y otras enredando.
He tenido visita, paseo, regalos..
Hoy me he perdido unas velas, una tarta, y a todos esos Alemanes, alborotando, cantando, y riendo.
Así que no me queda otra que tejer, y volcar todo ese movimiento neuronal sobre las lanas y las agujas.
El día me ha cundido muchísimo, dos gorros simples, uno para MyLittleButterfly, y el otro para regalar; un gorro Aviatrix, y dos pares de botas.
Todos los detalles en mi Rav.
He ido deshaciéndome de la tanda de ovillos de Merino 100% que tenía en el cajón, y ya tenemos forma de afrontar tanto en la cabeza como en los pies el frío que pueda venir de cara al próximo invierno.
Y a ti.. a ti.. te lo digo en petite comité….

La lana que eligió cómo tejerse


Hace ya casi dos meses que la recibí, vía paquete postal, desde el otro lado del Atlántico.

Mi idea era tejer un Shawl, como le había visto hacer a Lolita. La suavidad de la fibra me tenía completamente enamorada.
Así que me puse manos a la obra, y seguí el patrón más coñazo del mundo mundial. Puse atención, ganas y tiempo, ahora que dispongo de él en mayor cantidad (no por gusto ni tampoco con alegría). El patrón es bastante enrevesado, y tuve que deshacer varias veces. Mi gusto por la lana iba perdiendo fuelle conforme iba tejiendo vueltas de cada chart. Algo no iba bien.
No me estaba gustando nada el resultado, y la propia lana me enviaba mensajes (teniendo que deshacer a cada rato) de que no estaba siendo bien tejida.
Cuál fue mi sorpresa, al darme cuenta de que la cantidad en stash iba a ser insuficiente para poder terminar el último chart.
Estaba claro el mensaje: esta lana no era para ese proyecto.
Pasé la noche del jueves dialogando con ella, y debatiéndome entre comprar otro ovillo más (nada recomendable en estas circunstancias), o deshacer todo el Shawl.
El viernes por la mañana, sintiéndome más perdida de lo normal, puse remedio a mi desubicación, y tomé rumbo Norte. Allí iba a despejar todas mis dudas acerca del final de esta lana tan caprichosa.

Allí, Adi a parte de estar esperándome con el mejor pinche-ayudante y unas deliciosas magdalenas de pera, tenía posible solución para mi pequeño problema tejeril.

Me dediqué a revisar su bien surtida biblioteca lanera, y a ver in situ la cantidad de ropa tejida que tiene el pequeño pescadito. Así decidí que había llegado la hora de darle un giro radical a mi malogrado Shawl.
Cuando llegué a casa, lo deshice sin pensarlo demasiado, como quien quita una tirita sin casi haber cogido aire primero, con un rápido movimiento y con el factor sorpresa de cara.
Un rato más tarde, 4.5 horas exactamente, con John Mayer de fondo cantando “who says i can’t get stone” mi lana había decido de qué forma quería materializarse.

La quickie baby sweater fue el proyecto elegido. He practicado el picot ending, y he estado buen rato devanándome los sesos decidiendo los botones más adecuados.

Ha sido con diferencia, la lana más caprichosa, y el proyecto más rápido de mi vida tejeril, lo que me demuestra una vez más, que en todo en la vida, solo hay que prestar atención e intentar entender.
Y por cierto, se ha abierto la veda…

Dándole término a los pendientes

Un fin de semana entero esperando por la lluvia, sabiendo que iba a estar en casa, resguardada y calentita.
Pues nada, que no llegó.. La lluvia es como ese amante que nunca llega cuando lo esperas, y de pronto, cuando sales de casa con la mirada cabizbaja, sin depilar ni maquillar, arrastrando los pies, y toda la carga que sientes que el mundo te ha depositado encima, reaparece..
Así es la lluvia, esta mañana salí poco abrigada, sin paraguas, y con mi pelo recién peinado, y ahí estaba ella.. En fin.
El fin de semana lo pasé en casa, rodeada de series y lanas.
Terminé los yoga socks, para mi clase de los martes. Tobillos calentitos sin miedo a resbalarme.
Terminé también el potholder navideño. Que ha resultado un fiasco, no por el patrón ni por su elaboración, sino porque la lana ha soltado una cantidad indecente de tinta, y lo que se prometía blanco, ha terminado rosa. La irritación alcanza niveles fuera de escala.

Así y como cogiendo carrerilla, terminé también un abecedario en punto de cruz, que le ví a MiColegui cuando estuve en Fuerte. Lo hice con hilo de Crescent Colors, en color Smoke; y la tela es un lino, que también me dio MiColegui en su día, hace ya algunos años.

Y ya que había cogido carrerilla, me puse de lleno, acompañada de un gran chocolate a la taza, con el Paper Dolls. El resultado final difiere bastante del original. Aún tengo que rematarle todos los hilos, y bloquear ligeramente, porque las muñequitas quedan un tanto arrugadas.
Pero eso se los cuento próximamente, en post aparte.
Y hoy San Valentín, espero que el amor les inunde.. Yo he tenido mi ratito esta mañana, y como es normal, me ha sabido a poco, pero me lleno de paciencia para el próximo encuentro.

Despintando la rutina

Se acabaron las fiestas, (las más extrañas y emotivas desde que tengo consciencia), y yo voy de vuelta a mi rutina. En estos días, pude terminar mi primera incursión con el Fair Isle, que se convertirá en un potholder en algún momento de este fin de semana, si encuentro las ganas que he perdido hace unos días.
Ha sido una experiencia frustrante en su inicio, pero bastante gratificante en su término.
Aunque la frustración o más bien la ira, ha llegado de nuevo. La lana que usé ha desteñido, de tal forma que la parte blanca, tiene un ligero tono rosilla.
Señores de Katia, porque era un potholder, que si es una chaquetita infantil, monto la del pulpo!
He aprendido a trabajar con las dos hebras de lana a la vez, tejiendo con una hebra a la derecha y otra a la izquierda, creo que hasta he adquirido un poquito de coordinación.
Ya tengo todo listo para empezar con el jersey el cual, ya he empezado dos veces, porque no atino con las medidas. Espero que esta última vez sea la definitiva.