Hace unas semanas estuve de paseo por Madrid. Este viaje tenía dos propósitos, uno elaborado y el otro mucho más simple. El elaborado consistía en pasar por el Teatro y ver el musical de Aladdin. Ser madrepantoja también es esto. Y la heredera y gen artístico requieren de estas visitas. Y yo le hago el gusto, porque también disfruto del espectáculo, la verdad, aunque para mí el mayor espectáculo es mirarla a ella de reojillo y ver cómo se emociona y cómo vive la obra.
La llevé siendo plenamente consciente de lo que me esperaba a la vuelta, porque ya lo viví con el Rey León. Poner en bucle la película, la de dibujos y la real, y escuchar la banda sonora a todas horas. No me importa, como digo, verla apasionada por algo, me lo compensa.
Me he dado cuenta según han ido pasando los años, que tenía un terror bien interno en cuanto a esto de las pasiones. Cuando fue creciendo y fue demostrando sus gustos, empecé a descubrir este terror. Me aterraba pensar en un futuro en el que ella no se apasionara por nada. Ese futuro en el que todo le diera igual, y que nada le entusiasmara lo suficiente como para hacerla mover del sitio, le brillaran los ojos pensándolo o viviéndolo. Me da infinita lástima que pase la vida y no te apasione algo. Lo que sea.
Afortunadamente, y corriendo el riesgo de que la revolución hormonal cambie algunas de estas pasiones, puedo respirar medio tranquila. La Mariposita ha demostrado unos índices de pasión bien elevados. Antes estas pasiones eran diversas, ahora quiero pensar que se van conectando, o por lo menos afinando. Le apasionan los espectáculos, los libros y todo lo que tenga que ver con Japón, desde la comida hasta los mangas, y todo lo que pase por el medio.
El propósito simple de ir a Madrid era ver el Retiro y la explosión de la primavera. Aquí ni otoño ni primavera, para eso hay que salir fuera, así que para allá que fuimos.
El Retiro estaba florecido, y me hizo el gusto. Y yo fui dejando salir una de mis pasiones: las flores. Verlas, acercarme, reconocerlas, apreciarlas… Encontrar tulipanes que eran la primera vez que veía en directo, porque ya te imaginas que por aquí, pues de forma natural muchos no hay. Cada año planto bulbos de tulipanes, con la ilusión de verlos florecer, pero nada, aquí aunque hay frío, no es el suficiente. Me pregunto si la epigenética también afecta a los bulbos. Las flores me despiertan tantas cosas que terminaré aprendiendo a trabajar con ellas, a entenderlas y a conocerlas. Seguro.
Mientras paseábamos, le hice esta reflexión a LaMariposita, cómo se apasionaba ella con el musical, y como me apasionaba yo con las flores. Y le eché la filípica de la gran importancia que sentía yo que era tener una pasión, aunque fueran cosas que solo le interesan a una. Ella muy juiciosa me dijo que al final nuestras dos pasiones eran la misma, las dos disfrutábamos de un espectáculo. Me tuve que quedar callada y darle la razón, claramente.