Quiero tener un jardín, y lo repito y me lo repito varias veces al día, como si fuera un mantra que a base de repetición fuera a materializarse.
Me gustan las flores, y sueño con tener flores frescas en casa de forma regular. Parece que esto sí que lo voy a ver hecho realidad muy pronto, aunque las flores no vengan de mi jardín, todavía.
Pero hay otra cosa que va más allá de tener flores en los jarrones de casa. Yo lo que quiero es llenarme las manos de tierra, pelear con bichos y plagas, y sobre todo, recolectar semillas para verlas crecer. Deleitarme con observar el paso lento del proceso que hace que una semilla se acomode en la tierra, y se tome todo el tiempo necesario para germinar, crecer y florecer.
Aprender cuáles son los mejores momentos para cultivar según qué cosas, y observar. Sobre todo, observar el proceso. Me encanta el proceso, ya eso lo sabes.
Ya no recuerdo desde cuando sueño con esto. Luego me puse a leer a May Sarton y a Pía Pera, y ya entonces lo tuve clarinete. La mayoría de las mujeres que me causan admiración, cultivan un jardín o un huerto.
Antes me contaba la historia de que cuando fuera algo más mayor, y tuviera próxima mi jubilación, la jardinería sería una de mis grandes ocupaciones. Y de ahí me di de frente con la cuestión de que ¿quién me está garantizando que yo voy a ese momento? ¿quién me asegura que voy a llegar a los 65 (si es que esa es la edad con la que me jubile, que desde ya te digo que estoy currando a tope para reducirla considerablemente).
Nadie me lo asegura, y nadie me lo garantiza. Así que ¿por qué esperar?
Me he puesto manos a la obra. Esto no es el jardín con el que sueño, pero desde luego me hace el apaño para ir satisfaciendo algunos de mis deseos. Es como ir haciendo prácticas.
Tengo un balcón grande que uso muy poco. Así que allí he dispuesto unas buenas jardineras y he plantado bulbos. Hace ya un mes que me asomo diariamente a mi balcón. Observo la tierra, riego, y tomo notas. El momento en el que vi brotar estos primeros bulbos, lo tengo guardado en el recuerdo y vuelvo a él cada vez que tengo ganas de recrear un instante de felicidad a base de sorpresa, recompensa, y satisfacción. El día en que vea salir la flor va a ser un día de trompetas y fanfarrias.
También me estoy preparando para que no salga nada: ¿tulipanes en Fuerteventura? Ya sabes. Y esta preparación sé que me está dando herramientas y aprendizajes para gestionar la frustración, la desilusión, y no caer en la trampa de la pataleta.
Solo hace un mes que tengo mi jardín en maceta y ya soy consciente de cuántas cosas he aprendido. El día que tenga un jardín en tierra de unos cuantos metros cuadrados de matas y flores, voy a parecer una biblioteca de sabiduría andante.