Tú sabes cómo

 Hace un par de semanas, hablando con una persona, me dijo algo así como que yo no meditaba demasiado las decisiones que tomaba. En ese momento exacto me di cuenta de que esa misma persona de mí sabía mi nombre y poco más. Todo bien, sin acritud.

Probablemente solo estuviera viendo de mí y mi vida, la parte de afuera del iceberg, lo que queda a la luz. Solo se ve el movimiento, la decisión y la ejecución.

Siguió argumentando en que mis decisiones son rápidas, y que eso era solo posible porque no estaban muy pensadas. Y ahí hizo silencio para que yo alegara lo que se suponía que tenía que ser una defensa.

Ningún interés tengo en defenderme, mucho menos en justificarme. Pero en este afán que tengo de compartir lo que a mí me hace bien, me pareció oportuno señalar que yo no es que decida muy rápido, es que tengo cristalino qué y cómo quiero vivir. Y cuando lo que tengo delante no se ajusta a lo que quiero, me cuesta cero quitarme del medio. Ojo, que yo no decido por otros, ni tampoco quito a nadie. Ni mucho menos. Me quito yo, que es sobre quien tengo responsabilidad.

Me ha costado mucho tiempo y buenos euros, llegar aquí. Saber qué quiero, y cómo quiero vivir. Tengo muy detectados los lugares y actitudes que me drenan y por eso me pongo a salvo. También reconozco de un solo vistazo qué lugares y actitudes me llenan por dentro, y ahí me quedo todo el tiempo que puedo.

Por estas cosas, dejé de escuchar noticias allá en marzo de 2020. Y ¿sabes qué? No te aíslas, te sigues enterando de casi todo, pero desde otro lugar mucho más amoroso para mí. Uno que no me genera ansiedad ni estrés. He cambiado las salidas sociales a desayunos o almuerzos. A cenar fuera no me apunto porque el día siguiente es un amasijo de dolor de barriga y nubosidad cerebral, y no me renta (como dicen ahora los jóvenes). Y esto solo dos ejemplos.

He tenido que hacer un trabajo fino de detección y análisis para poder saber dónde sí y dónde no. He hecho una criba que flipas. Ni MariKondo.

Y lo tengo claro, cuando te estudias un poco, lo tienes claro. Un café, un rayito de sol, John en los auriculares y unos libros. Mi momento nutritivo solo depende de mí y de estos cuatro accesorios.

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