Red

Hace ya algunas semanas que vimos la película Red. Como viene siendo habitual, desde ese momento hasta ahora, Emma la ha puesto a una media de 18 veces por semana. Menos mal que Disney no cobra por visualizaciones, porque me iba a salir por un pico.

Me gustó mucho la película. Y aunque parece que la explicación a la aparición del panda rojo, se debe a la cuestión hormonal de Meilin Lee, me parece a mí, más interesante darle una visión más global al asunto, porque todos llevamos un panda rojo por dentro, que puede desatarse según qué momento.

Cuando terminó la película, nos quedamos hablando sobre ella, porque yo tenía mucha curiosidad por ver si aquí se habían pillado todos los matices de la misma.

Esa tarde, habíamos ido al centro comercial, y Emma se había encaprichado de algo en cada una de las tiendas en las que entramos. Ya sabe ella que yo soy inflexible, y que si salgo con el pensamiento de no comprar, no voy a hacerlo ni aunque me lleven a rastras. Cuando terminamos de hacer los recados que teníamos pendientes, nos metimos en el coche y a casa. Emma vino todo el camino refunfuñando porque no le quise comprar nada. Argumenta cada uno de sus enfados y de sus caprichos de una manera muy contundente y trabajada, la verdad. Pero como digo, yo soy inflexible. Cuando llegamos a casa, le dije, tienes dos opciones: seguir enfurruñada, o respirar y que se te pase, para ver una peli y estar tranquilas un rato. Me dijo que veríamos la peli, pero que quería dejar constancia de que estaba tremendamente enfadada porque yo era muy tajante y que no negociaba nada, que se iba a pintar un rato, y que luego ya si eso, veríamos la peli. Y así lo hizo.

Después de ver la película, como contaba, nos pusimos a hablar, y yo empecé con una arenga, en plan: todos tenemos un panda dentro, y hay que saber llevarlo, porque tenerlo siempre controlado, no es tampoco bueno. Yo fui diciendo aquello con la boca pequeña, porque aunque no quiero que se quede con todo por dentro, como madre, tener que lidiar con un panda rojo cada día, tampoco es una cosa que me seduzca.

Ella, muy seria, me dijo, no mamá, yo a mi panda lo dejo salir cada vez que quiere, como esta tarde por ejemplo, lo dejo salir y luego lo tranquilizo pintando.

Me quedé ojiplática ante su comprensión y gestión del panda. Y esto fue como una tortita para mí, que todavía me creo que tengo una niña de teta, y aquí tengo ya una persona que si quiere, cada día me da una clase.

 

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