Hace ya unos cuantos años en los que entré de cabeza a estudiarme. Supongo que lo hice porque llevo toda la vida estudiando, y en algún momento pensé que podía ahorrarme unos cuantos euros en terapia si aprendía a entender mi cerebro y cómo funciono.
En esos primeros años, por algún lado oí: chacha te jodiste.
Y sí, entrar en estos procesos es muy enriquecedor, pero también lleva mucha trabajera, y en algunos momentos da una pereza infinita. Pero claro, era esto o seguir repitiendo patrones y sufrimientos. Entrar y salir de la mazmorra de forma intermitente como ya he contado.
Cuando la cosa se pone así como más fea o densa.. de ese color hormiga. Todo cuesta. Me acuerdo ahora de la canción de Marwan de: la vida cuesta. Y sí, hay momentos que dices: en qué bendito momento me metí aquí.. Y entonces tienes que lidiar con la motivación, y muchas veces es más fácil volver a la ShitZone, que conoces, aunque huela mal.
De hace un tiempo para acá, encontré la explicación a por qué volvía sobre mis pasos a la mazmorra. Y lo primero es por eso, por la ShitZone, la cononces, te es familiar, sabes moverte ahí. Te sientes como una caquita, pero es una sensación que ya reconoces. Y la segunda es que no tenía bien clara la respuesta a la pregunta ¿Para qué..?
Te lo explico. Cuando haces algo, como en el en caso de querer salir de la mazmorra.. sabes que no va a ser fácil, te va a costar, y tu motivación muchos días va a pender de un hilo. Ahí lo único que te salva de seguir adelante es tener muy claro para qué quieres hacer lo que estás haciendo. En el caso de la mazmorra, la respuesta sería: para sentirme bien. Desde entonces, cada vez que me propongo un objetivo o una meta, lo primero que hago es responderme a esta pregunta. ¿Para qué quiero…. Whatever?
Si no tengo la respuesta clara cristalina, sé que es muy probable que a mitad de camino aborte misión. Y esto aplica a querer comer sano, a querer hacer ejercicio cada día, a querer tejer o a hornear bollos. Si no tienes claro el para qué, en cuanto se ponga un poco cuesta arriba el camino, te vas a venir abajo.
Por eso, antes de cualquier cosa, cuando me planteo algo que quiero hacer, me dedico unos minutos a saber para qué lo voy a hacer. Si la respuesta me convence, voy con todo, y me lleno la pared de recordatorios por si llega el momento del despiste. Cuando me pongo un poco mas remolona, me acuerdo rápido de mi “para que”, y parece magia, enseguida conecto con lo que quiero y me vuelven las ganas de hacer.