Ayer celebramos el día del libro. Tuvimos que readaptar nuestra celebración porque youknow..
En una situación normal, hubiéramos ido a Tagoror, nuestra librería de referencia, y nos habríamos quedado allí al menos una hora, remirando y toqueteando todos los títulos que nos llamaran la atención. Cada una en su sección.
Al cabo de un rato, nos hubiéramos tenido que decidir por dos títulos. Emma preguntaría: ¿Puedo estos tres, mamá? Y pondría ojitos de: porfiporfiporfi.
Y yo no sabría como negarme. Porque soy inflexible para casi todo, pero si me pide libros, ahí no sé cómo decir que no.
En casa hay libros por todos lados. Cuando me compré el Kindle, pensé que el problema de almacenaje de libros estaba resuelto, pobre ilusa.
No creo que gaste dinero mejor que en las librerías, bueno sí, el que gasto en viajes y lanas. Eso también es muy buena inversión.
Este tiempo de confinamiento se nos ha hecho mucho más llevadero gracias a los libros. Cada tarde, cada una coge el suyo, y a leer. Ha habido épocas en las que he tenido que obligarla, y con Adijirja he hablado largo rato, si no habrá sido un problema estar tan rodeados de letras, que han hecho que los libros no tengan demasiado interés por su cotidianidad. Ya me ha dicho Adi que no, lo que me alivia bastante. Y estos días lo he podido comprobar, cuando he oído el silencio más rato de lo normal, y me la he encontrado con un asiento improvisado, sobre las cajas de agua, pero pegada a los libros.
Creo que no hay foto que me guste más que ésta. Es como si las piezas se colocaran y cada euro invertido en libros tenga todo el sentido del mundo.
¡Ojalá! que lea siempre, y que encuentre en los libros todo lo que he encontrado yo. No sé qué hubiera sido de mí, si no hubiera leído.
Y tú también, si no estás leyendo ningún libro estos días, es el momento perfecto para empezar.