Hoy vengo tarde, y acalorada, y echando mucho de menos todo lo que me provoca MiNorte.
He estado haciendo recados y cumpliendo obligaciones, que aunque me quiera escaquear, pues no puedo.
En medio de todo el calor, y de todo el corre corre, la mascarilla, y los pelos a lo leona, venía yo pensando, que qué bien.
No sé por qué me acordé hoy, de ese verano del año 2010. Que se dice rápido, pero del que ya han pasado 10 años. Ya no me da vértigo mirar atrás. Y eso, para mí, es todo un logro.
Aquel verano de golpes en la autoestima, en la moral, y en todo aquello que no es físico pero susceptible de golpear. Cuando llegó agosto, yo era un colador, de puro agujero. Luego vino la trinchera. La recuperación. La confusión.
Y en medio de eso, MiNorte como constante. Piedra Playa con su mar que arrasa, y La Concha, con su tranquilidad. Siempre estuvieron ahí. Siguen estando.
Sinceramente no sé de dónde saqué la fuerza o cómo superé aquel verano. Fácilmente hubiera podido ser el último. Y en parte lo fue, porque fue el último que pasé siendo una.
Si tengo que asumir todo eso que se le achaca al signo de escorpio de morir y renacer, ese momento fue para mí el último semestre del año 2010. Mi momento Ave Fénix.
Ya no me cuestiono cómo me dejé vencer así, cómo me dejé tratar así, cómo acepté que ese era el dolor que merecía. En verdad han pasado 10 años, y no es que haya llovido mucho, pero ese tiempo que cargo a mi espalda, me ha servido para crecer. Me siento feliz cuando me levanto, y también cuando me acuesto. Me río sin miedo, y también bailo y como sin temor. La vida hoy se me hace muy llevadera. Nada que ver con aquel entonces, que vivir me parecía además de complicado muy trabajoso.
Que bien estar aquí, así, ahora.
En aquel momento era el mar de La Concha, tranquilo y manso, me dejaba hacer sin rechistar. Pero hoy, 10 años después, soy el mar abierto de Piedra Playa.
¡Ay! Si te cojo hoy, hoy te meto una revolcadura que apareces en Cabo Bojador.