Pidiendo prestado

Soy mi cuerpo.
Y mi cuerpo está triste, está cansado.
Me dispongo a dormir una semana, un mes;
no me hablen.
Que cuando abra los ojos
hayan crecido los niños y
todas las cosas sonrían.
Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío.
Échenme encima todo lo que tenga calor,
las sábanas, las mantas,
algunos papeles y recuerdos, y
cierren todas las puertas
para que no se vaya mi soledad.
Quiero dormir un mes, un año, dormirme.
Y si hablo dormido no me hagan caso,
si digo algún nombre, si me quejo.
Quiero que hagan de cuenta que estoy enterrado,
y que ustedes no pueden hacer nada
hasta el día de la resurrección.
Ahora quiero dormir un año, nada más dormir.

Soy mi cuerpo/Jaime Sabines
..Y habiéndolo dicho el maestro tan bien, ¿para qué voy yo a añadir nada?

I’m on rehab

Nunca pensé que fuera a decirlo, como lo cantaba la Winehouse, pero así es.
Ayer empecé mi tratamiento de rehabilitación.
Supongo que me rehabilito de malas costumbres, malas posturas, y demasiado estrés.
En esta semana me ha tocado explicar cada día, a personas distintas que siento electricidad en las muñecas y manos, que el cuello es una pieza fija sin posibilidad de movimientos con el resto de la espalda, y que de un tiempo a esta parte el cambio de temperatura en las manos, empieza a preocuparme.
Tengo que decir, que todas y cada una de estas personas que me han escuchado con atención, merecen mi sonrisa y gratitud, han sido todas muy amables. Así las cosas, ayer me dirigí presta y on time a mi primera sesión de rehabilitación.
Mi fisioterapeuta personal se llama Javier. Es joven, atlético, y muy muy activo. Me dio a leer las normas del centro al momento que me daba unos parches y una sábana que he de llevar conmigo cada día. Las normas son algo extrañas. No se puede leer, escuchar música, hablar por telf, dentro de la sala.
No leer???? No entiendo bien por qué.
Mi tratamiento consiste en una tabla de ejercicios cervicales, guiados por Javier.
10 minutos de Tensiones, o sea, corriente eléctrica, para eso los parches, que me los pone César.
8 minutos de Onda corta, te sientas en una silla de madera, y una máquina manejada por Zaida, emite esas ondas sobre la parte afectada.
15 minutos de Masaje, administrado por Maica.. encantadora masajista, que me explicó con detalles en qué consiste mi mal y como se mejora con sus masajes.
5 minutos de Ultrasonido, una especie de ventosa conectada a otra máquina y que Fayna coloca sobre mis hombros.
Y ¡hale! a casa.
Todo esto a una velocidad considerable. No hay posibilidad de relajación. Hay un movimiento frenético de personas, pacientes y profesionales, de un lado a otro, siguiendo cada uno un protocolo determinado.
Estuve allí poco menos de una hora. Como se me impide leer, escribir, hablar por telf.. no me queda otra que poner en marcha mis neuronas.
Estoy convencida de que el tratamiento me vendrá genial para mis cervicales, pero también sé, que será totalmente perjudicial para mi cerebro, demasiado tiempo libre para pensar.

Mis pensamientos

Últimamente, he recuperado mis pensamientos. Como cuando estaba en ElTerruño.
Me refiero a que me ocupo y me preocupo más de mí, ya que he tenido que ir dejando otras ocupaciones y preocupaciones, porque al parecer no me competían como yo creía, aunque lo asuma de esta manera, sin preguntar, ya que muy bien no lo entiendo.
Con ese tiempo, he recuperado mis pensamientos.
No recordaba cuántos eran, y de qué variedad.
El sábado, vegetando, dí en la tele con un documental llamado King Corn. Todavía sigo digiriendo todos los datos que almacené después de verlo. Soy o estaba completamente inconsciente de lo que como, aunque quiero pensar que tal y como lo planteaban ese alimento a mí no me llega. La cuestión es que ingerimos basura, a cambio de que se siga generando dinero. Dinero que siempre acaba en los mismos bolsillos, dicho sea de paso…. y yo esta política no la entiendo.
La noticia ayer, de que se escapen 7 tigres de un mini-parque-zoológico, y que para arreglarlo, abatan a 3, me deja sin palabras,… no entiendo que esta solución sea la apropiada.
Me dedico a divagar sobre estas cuestiones, a fin de saber qué siento y qué pienso sobre las cosas que pasan alrededor. Y las conclusiones son siempre las mismas… no entiendo lo que pasa en el mundo, y tampoco entiendo lo que pasa en mi interior.. últimamente entiendo poco, y eso que me rompo la frente pensando… sigo sin entender…. si pudiera, dejaría de pensar, pero para eso todavía hay que seguir matando vacas y tigres, y cultivando excedente de maíz, a ver si cuando explote todo, algún científico iluminado, le da por investigar algo sobre el cerebro humano y como dejar de pensar.

Hechos encadenados

Tengo sobre las espaldas, las experiencias acumuladas durante casi tres décadas y media. Debería estar acostumbrada a muchas cosas, como el comportamiento de la gente que tengo más cerca, y que llevan acompañándome todo este tiempo. Sin embargo, que ElPatrón me llame un domingo en la mañana para darme la noticia de una defunción (el ciclo de la vida, nada que no esperemos), y pedirme que acuda “en su representación” a los actos propios de esos momentos, me sigue causando ciertos desajustes, en esta vida solitaria, e independiente, como si fuera un espíritu libre y suficiente, que llevo.
Aún así, la responsabilidad inculcada de ser la primogénita sigue siendo poderosa, y aún teniendo un discurso perfecto y muy válido para estos casos, solo alcanzo a decir: Sí papá, yo voy.
Así que un domingo que se presumía vegetativo sin más, se convierte en una ida rápida al aeropuerto, recogida de los 4 tíos paternos. Esa es la primera transformación que sufro: solamente verles las caras, y meterlos en el coche, se me cambia un poco el humor.
Consulta rápida al GPS (ElTécnico) particular, y rumbo al edificio en cuestión.
Los escasos 30 minutos de trayecto, se convierten en un rato tremendamente agradable, y la sensación de no querer dejar la compañía.
Una vez en el sitio, y abstrayéndome relativamente de lo que realmente me tenía allí, encuentro a otra familiar. Un saludo rápido, y las ganas, la necesidad, o puede ser que la empatía sentida y pocas veces vivida, nos enredan en una conversación que dura horas, y que me introduce de lleno en un proceso de identificación personal que pocas veces he tenido.
El día va acabando, y yo de nuevo, meto a mis 4 tíos en el coche para devolverlos AlTerruño, dando abrazos y besos, con indicaciones específicas para que los repartan allá.
De vuelta a casa, sigo pensando. Lo que inicialmente parece algo totalmente desagradable, aunque sea un trámite, se convierte en un día muy muy importante.
Sigo dándole vueltas a todo lo que ayer hablé, a todo lo que ayer escuché, a todo lo que ayer me dijeron.. Sigo dándole vueltas, y sigo sacando cosas en claro.
Serán los genes? Será la edad? Será el momento?… y sigo diciendo lo mismo que el sábado…
Si…. ya…… casualidad.

Libro 10 (2010): Nosotras que no somos como las demás

“… Desgraciadamente el mar es un amante caprichoso, que no se deja seducir en invierno. A partir de septiembre se muestra irascible y frío y no la deja entrar en él. Susi sabe que podría arrastrarla en una de sus mareas, vapulearla airado y luego lanzarla contra el rompeolar igual que un niño enfadado con su madre estamparía un juguete contra la pared. Sabe que podría matarla, congelándola. Sabe que es neurótico y cilotímico y que necesita tiempo para sí mismo. Se lo concede porque lo ama y por tanto lo respeta, así que en invierno nada en una piscina….
…. Porque cuando está dentro de él le pertenece. Y si él decide cambiar de humor, si decide sorprenderla co una marea repentina, un oleaje imprevisto o un remolino inesperado, la tendrá a su merced. Por eso el mar es su verdadero amor, y no la triste piscina.
Porque no existe el amor sin entrega, y sin riesgo…”

Sí sí, Casualidad


Llevo varios días que parezco Robocop por culpa de una contractura en el cuello. Sospecho que es debido al estrés, pero por si acaso, anoche decidí tomar cartas en el asunto, y administrarme un poco de química para casos extremos, como creía que era el que se me presentaba.
A raíz de esto, amanezco hoy como si las neuronas que tengo y la comunicación entre ellas fuera inexistente. Estoy lenta, más de lo habitual; espesa, más de lo normal; y un poco cansada de existir, como diría mi amigo Helio.
Así las cosas, me he dedicado a vegetar de muy buena gana, hoy sábado. Siguiendo las recomendaciones de Lolita me puse a buscar la peli (500) Days of Summer, que tardé bastante rato en encontrar, pero que ha merecido muchísimo la pena dedicar ese ratito a la búsqueda. Baste decir que la he visto dos veces, en VO y doblada. Sin dudas, va a pasar a formar parte de mi estantería de favoritas.
Mientras y como si de otra adicción se tratara, sigo ganchilleando agarraderas. Gastando todos los restos de Katia Mississippi que tengo en el cajón. Me gusta especialmente el resultado con este par.

Ciclotímica

Dos días con calima y viento… Y la cabeza como rellena de algodón.
Los ojos pican, la nariz parece taponada, y la cabeza pesa, como rellena de un algodón muy denso.
No puedo pensar con claridad, y eso me estresa.
Y me estreso porque en LaObra todo es para ayer.
Y ayer estuve trabajando hasta las 7 de la tarde.
Y a las 7 de la tarde tuve que dar cuatro vueltas para poder aparcar.
Y cuando aparqué, me sentía muy cansada.
Y cuando me siento tan cansada no puedo dormir.
Y si no puedo dormir, me pongo a pensar..
… pero como no puedo pensar por la calima, me estreso….
Y volvemos a empezar.

Regalando tiempo y extrañando reinos

Ayer, a medio día, cerré la segunda de las agarraderas. Tengo que decir que este experimento en espiral, circular de resultado, es de conclusión redonda.
Rápido, entretenido, y muy bueno para las que como yo, todavía nos peleamos con el ganchillo.
Puedo cerrar ya un intercambio, solo me falta ahora los detallitos que me gusta agregar al preparar el paquete.
Cuando me meto en un intercambio, me pasa igual cuando compro un regalo, me gusta vigilar los detalles, que la persona que lo va a recibir, pueda percibir que he dedicado al menos un ratito en encontrar algo que le pueda hacer ilusión. En eso estriba la importancia de regalar, al menos en mi caso, regalo algo material, pero lo importante del hecho en sí, es el tiempo.
El tiempo que he dedicado en mi cabeza a elaborar dicho presente. La mayoría de las veces lo que más regalo es tiempo. Yo, te regalo mi tiempo.
Por la tarde con dos tejedoras, me animé a vomitar sentimientos, palabras, pensamientos, con un poco de anhelo, con otro poco de decepción, con otro poco de rabia, y con otro poco de angustia. Para asentar luego los chakras y el estómago me tomé un té aromatizado de color granate (qué pasaría si tiñéramos con él chicas????) acompañado con un cabello de ángel que me dejó en estado cuasi-zen.
Al llegar a casa, me regalé tiempo, para descubrir mientras veía Princesas, que aún de eso me queda bastante.

“Dicen que las princesas son tan sensibles que son capaces de sentir la rotación de la tierra, por eso no tienen equilibrio. Dicen que son tan sensibles que pueden enfermar de tristeza si se alejan demasiado de su reino”..

Y debe ser cierto, porque yo llevo algunos días bastante desequilibrada, y ayer creí morir de nostalgia al recordar mi reino, pero de nostalgia feliz… algunas veces la nostalgia me trae lindos recuerdos, recuerdos que solo quisiera revivir.

Libro 9 (2010): La princesa de hielo

“…. Sentía una soledad indecible. El mundo había quedado frío y desolado sin ella y no había nada que él pudise hacer para mitigar la frialdad. El dolor era más llevadero cuando podía compartirlo con ella. Desde que había desaparecido, era como si soportase el sufrimiento de ambos él solo, lo que era más de lo que creía poder resistir. Pasaba los días contando minuto a minuto, segundo a segundo. La realidad exterior no existía, él sólo era consciente de que ella había desaparecido para siempre….”

Lectura rápida, interesante, y muy adictiva.. No puedes parar hasta que prácticamente has acabado con él.

Sin palabras

No sé quienes son, ni tampoco sus nombres.
Se mueven en una autocaravana, entre BocaBarranco y Pozo Izquierdo.
Deben rondar los sesenta años. Calzan Crocs, y un moreno típico de los que se mueven con las olas.
Otean el horizonte y se comunican en una especie de alemán-francés.
Ella en alemán, él en francés.
Comen mucha fruta, y también beben mucha agua.
Se sientan uno al lado del otro y se terminan de comer cada uno su manzana.
A los pocos minutos, cuando ella ha terminado, y a él le quedan solo unos mordiscos, ella se levanta y llega hasta su casa con ruedas. Coge algo, y vuelve a sentarse a su vera.
Cuando él ha terminado su manzana, se miran, y entonces ella saca lo que ha ido a recoger: unos cuadraditos de chocolate.
Se miran con infinita ternura, se miran con un grandísimo amor. Comparten el chocolate, y si los miras mucho, les ves sonreír con los ojos, diciéndose todo aquello para lo que las palabras son insuficientes.
Yo, desde mi coche, detrás del cristal, los observo.
Eso es lo que quisiera, arrugarme junto a alguien, donde los silencios estén llenos de gritos.