He tardado unos cuantos años más de lo normal en aprender a distinguir el querer de la basurilla.
Y hoy, en este día tan amoroso, me apetece sacarlo a que le de la luz.
Cuando estaba inmersa en la treintena, quería querer, quería que me quisieran, y lo quería desesperadamente. Mucho querer mal enfocado, la verdad. Y cuánta oscuridad y cuánta mazmorra a cuenta de estos malquereres.
Hace unas semanas, haciendo un ejercicio de evaluación de esos que tanto me gustan, hice una línea de vida. Hacía arriba los momentos buenos, hacia abajo los malos. Todos los momentos buenos, tenían que ver con el trabajo; todos los malos eran corazones rotos. Estaba muy mal enfocada, y todo era porque tenía mal entendido los conceptos.
Estaba trabajando en aquella obra de aquel centro comercial enorme, cuando descubrí que estaba embarazada. Se acercaban las Navidades, y hablando con un encargado de una de las obras privativas, un hombre educado y respetuoso con el que hice buenas migas, me preguntó qué le pedía a los Reyes esas Navidades. Yo le contesté que se habían adelantado, que venía en camino un bebé. Se puso contento, y me felicitó efusivamente. Me dijo algo, que nunca se me ha olvidado, y que me viene a la mente con frecuencia.
Él tenía una hija que acababa de cumplir 22 años en aquel entonces, y se había ido a Londres a aprender inglés. Me dijo: ahora vas a saber lo que es querer, pero querer de verdad, del querer bueno.. aunque también vas a saber lo que es el miedo, uno de verdad también.
Y sí, he sabido de las dos cosas bastante bien desde que me reproduje.
Del miedo tengo un expertise, así que me he centrado en lo de querer, que era mi asignatura pendiente.
Estaba yo muy confundida en lo de buscar querer. Yo ahora quiero, y quiero a mucha gente, tal vez antes también, pero no lo valoraba de igual forma.
Ahora quiero. Sin dobleces, sin tapujos, sin vergüenzas.
No digo que el único amor que es de verdad es el de p/madres a hija/os, nada que ver. Digo que yo he necesitado de este amor para entender. Ahora me doy cuenta de que sé lo que es el amor, y de que antes lo tenía totalmente confundido con necesidad. Ahora tengo estos dos conceptos bien diferenciados, querer quiero a muchos, necesitar, a pocos.
Querer de reir en cualquier sitio, o también de bailar o de llorar. Querer de convertirme en leona, y también de convertirte en un ser de brazos mágicos que curan con solo abrazar. Y no me refiero al cura sana cura sana que les hacemos a los hijos. Me refiero a abrazar a otra persona, y decirle que todo va a estar bien. De dejar también que me abracen y recibir con total confianza el que me digan que todo está bien.
Querer y bailar, de lo mejor que puedes hacer, pero primero vas a tener que saber qué es cada cosa.
Que no haga falta un 14 de febrero para que quieras a brazos llenos.
Casi me hace llorar tu relato. También tengo una hija y la quiero mucho. La quiero desde el corazón.
Tu blog es un respiro entre todas las prisas de Instagram .