Superar los 2 minutos críticos

Hace unas semanas mi admirado Ibán Yarza, tuvo a bien compartirnos su receta del Roscón de Reyes, en el programa de David de Jorge (RobinFood). Fue el empujoncito que me faltaba para intentarlo.
He hecho dos pruebas, una el domingo pasado y la otra hoy mismo.
He seguido la receta y el procedimiento al pie de la letra, con solo una diferencia entre pruebas.
La primera prueba la hice a mano, y con fermentación corta a temperatura ambiente. Esto es, que amasé con mis manitas, y respeté los tiempos de levado en la cocina.
La segunda, la hice en Thermomix, siguiendo el mismo orden. Amasando en velocidad espiga, y con 3 minutos de tiempo. Respetando también los tiempos de espera. La única diferencia, es que después del boleado y formado, puse el roscón en la bandeja de horno con la forma definitiva, lo tapé y lo dejé toda la noche en la nevera. Esta mañana, bien temprano, y haciendo un simulacro de lo que será mañana por la noche, calenté el horno y pa’dentro.
Realmente las diferencias entre una y otra forma no son sustanciales, al menos no en el sabor.
La gran diferencia es la comodidad de no ensuciarte las manos, y no tener que pasar por esos dos minutos críticos.
Al principio mezclas con la cuchara todos los ingredientes, menos el azúcar y la mantequilla. Añades el azúcar y aquello empieza a descontrolarse. La masa se vuelve pringosa, aunque sigue siendo manejable. El colmo viene al añadir la mantequilla. Ahí ya no hay forma de manejar la masa, se pega a todo. ¿Por qué estoy yo tan incómoda con esta masa pringosa entre manos, si en la tele a Ibán y a David, se les ve tan sonrientes y a gusto?. Y ahí, te invade una sensación de esto no está bien, lo mejor será hacerlo desaparecer. Cruza por tu pensamiento la idea de tirar la masa deforme y pegajosa a la basura, a la voz de ¿qué necesidad tengo yo de meterme en estos jaleos, si un roscón vale 5€?.
Dos minutos críticos, como cuando colocas por primera vez el bastidor en tu quilt para acolchar, y no sabes dónde poner las manos, ni como tirar de la aguja, y te vas poniendo nerviosa, y no termina de salir.. y parece que el tiempo no pasa y la cosa no mejora.. Pero si no tiras la toalla, de pronto, y como magia, la sensación de incomodidad empieza a mitigar, y las puntadas empiezan a salir parejas.. Y cuando te has dado cuenta, han pasado cinco minutos, y ya has acolchado un pequeño trozo. Te separas del bastidor y admiras el trabajo. Sí, ha merecido la pena soportar y superar esos dos minutos críticos, porque el resultado lo merece.
Lo mismo pasa cuando comienzas a tejer con cinco agujas, la hebra a la izquierda. No sabes dónde poner los dedos, y ya no recuerdas ni por dónde tenías que meter la aguja. Maldices el momento en que decidiste hacer calcetines, ¿para qué?, si los hay preciosos a unos pocos euros.. Pero aguantas, y sigues empeñada en domesticar tus falanges para que consigan terminar una vuelta entera. Y cuando te vienes a dar cuenta, llevas tejiendo un buen rato, y ya tienes cierta velocidad, y el calcetín empieza a tener forma.
Dos minutos. En muchas situaciones hay que aguantar estoicamente esos dos minutos, porque el resultado bien merece la pena.
Apretas los dientes, y esperas, y sigues. Dos minutos críticos. Y la crisis habrá pasado.
Este es mi primer propósito de año nuevo. Darle a todo, al menos, ese margen de tiempo.

7 opiniones en “Superar los 2 minutos críticos”

  1. Tendré que ponerlo en practica jejejej,porque yo soy de las que enseguida me pongo nerviosa y tiro la toalla.
    Espero que hayáis tenido una buena salida y entrada de año y como se que os habéis portado bien,los REYES MAGOS seguro que vendrán cargaditos de regalos.
    Un abrazo fuerte para las dos.
    Felices Reyes.

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