Mi cuarto de los gritos

Tengo un cuarto pequeño, con paredes acolchadas. Es hermético, y está insonorizado.
Es un cuarto de los gritos. Ahí dejo canciones cantadas a pleno pulmón, poesía recitada que me sacan una sonrisa o una lágrima.
En mi cuarto de los gritos caben gritos, por supuesto, unos de pura felicidad, otros son de pura rabia. Otros son susurros porque me da miedo que al oirlo yo misma me asuste. Y otros son los peores sapos y culebras que pueden salir por la boca.
Son la transformación de un estado tan doloroso que si dejara que siguiera en mí, no podría seguir gritando.
Todos mis gritos están ahí, ordenados por fecha. Al abrir la puerta solo yo estoy acostumbrada a tanta palabra en alto volumen, y a mí no me afecta. Por eso es hermético e insonorizado.
Ayer se abrió una ventana del cuarto de mis gritos. Salieron voces estridentes, que aunque se supone que es la mía, una vez fuera de la fecha y del entorno del cuarto, pierde forma y fondo.
Salieron al aire gritos, palabras, canciones, poemas… Fue como un tsunami ocasionando algunos daños.
Anoche cerré la ventana, y puse silicona en todo su contorno, para recuperar su hermetismo.
Estuve también revisando todo el cuarto y su instalación. Está lleno, demasiado lleno, de demasiados gritos. Estoy haciendo una construcción aledaña para empezar a guardar otros gritos y otras canciones. Creo que es el momento de clausurar el primer cuarto, y dar comienzo al uso del segundo. Pensé en prescindir de un cuarto de los gritos, pero a estas alturas, sería como prescindir del té a las cinco. Solo necesito un nuevo espacio, con nuevas instalaciones, y con nuevo trabajo de insonorización.
Ahora que todo el trabajo técnico está organizado, es el momento de ocuparme de los daños ocasionados en los afectados.

3 opiniones en “Mi cuarto de los gritos”

  1. Una magnífica idea, esa del cuarto, todos deberíamos tener uno, bien grande y bien preparado tanto para las veleidades como para los exabruptos sonoros. Que nadie te robe nunca tu derecho a utilizarlo. Un beso.

  2. Ya decía yo que me parecía el otro día haber visto a tus vecinos con tapones en los oídos…
    Pero, a pesar de los vecinos, no creo que debas prescindir de ese cuarto; quizás sí hacer uno nuevo o, al menos, cambiar el color de las paredes…

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