Un domingo en casa, da para mucho.
Hacía tiempo que tenía ganas de experimentar con las agujas de doble punta, y la forma de tejer hexágonos.
Tengo la malísima costumbre, de leer por encima un patrón cuando se trata de experimentar, cosa bien distinta, si tengo elegida con cierta seguridad cualquier otra cosa que vaya a acometer. Recuerdo que para el kiri, casi memoricé el patrón antes de montar los puntos.
Sin embargo, cuando me encuentro con algo nuevo y distinto, las ganas de empezar le pueden a la cordura. Así, cojo con pinzas las instrucciones y me pongo a montar puntos. Eso en el mejor de los casos, porque de pronto me entra una vena inventiva y le doy vueltas al patrón, creyendo que puedo variarlo a mi antojo según las necesidades.
Empecé con lana Katia mississippi, y disminuí en la primera vuelta y trabajé normal la segunda. El resultado es un hexágono con rayos, que no me gusta demasiado.
Segundo intento, ya creyéndome una experta, con una lana que compré en Houston, y que cada vez que la miro, me pregunto, en qué estaría pensando cuando la metí al bolso, previo pago, claro está.
El primer hexágono, me pareció muy chico, así que ni corta ni perezosa, aumenté los puntos.
El resultado, es un hexágono que no puedo ni definir, porque es como si le sobrara un triángulo.
Conclusión: intentaré luchar contra esta manía de no seguir las instrucciones, que si están, será para algo.
Casi siempre estan para algo pero a veces tambien estan equivocadas, cuando menos lo esperas surge una idea brillante y hay que aprovecharla, cuando hago punto me gusta seguir los esquemas pero también me gusta dejarme llevar y hacer cosas distintas.
Sabes? a mi me pasa justo lo contrario: sigo las instrucciones punto por punto. Tu virtud es la creatividad. Todo un problemón en los timpos que corren, sí señor… 😛