Muchas veces al tejer, apoyo los codos en los muslos, haciéndose un huequito entre la pierna y el brazo, y ese huequito se queda vacío esperando que algo o alguien lo ocupe.
Troylo siempre está atento, y apenas apoyo los codos, se levanta de donde quiera que esté y mete por ahí su cabeza, apoyando también la misma sobre mi pierna.
Nos hemos acostumbrado a estar así. Yo tejo, y él descansa pegadito a mí.
Es agradable tejer en silencio, con la compañía de Troylo.
Desde que estoy aquí, estoy sin él.
Tengo vacío algún hueco más, aparte del que se forma cuando tejo.
En unos días, volveré a tejer mirando al Sur, con la cabeza de Troylo en el hueco que se forma entre mi codo y mi muslo, mientras, sigo tejiendo viendo capítulos sueltos del Internado.
Hay que ver… la compañía que nos hacen los muy puñeteros… Calima, cuando estoy el ordenador, mete la cabeza bajo la mano que levanto para el ratón, como si dijera "prefieres acariciar eso antes que a mi??"
Acabo de ver tu propuesta de hilos violetas, pero estoy en casa de la suegris y no me lo he traido… a ti te sobró algo de la tuya??? o como siempre llegaste al limite??? 🙂
No faltan fotos en este blog???? Pensé que iba a ver alguna foto del finde………je,je. La verdad es que lo que quiero es que veas que aunque no lo sepas siempre te leo y te pienso, un besito guapa
Cómo echo de menos a India aquí, deja un hueco imposible de llenar. Parece mentira lo importantes que se convierten en nuestra vida.