Hay días que desde que me levanto, sé que va a ser un día sentido. Y me refiero a estos días en que lo siento todo. Que ya me gustaría a mí ir por la vida con una coraza, tipo la concha de los mejillones. No te creas, la mayor parte del tiempo el “fake it till you make it” me vale, y mi concha protectora está hecha de obligaciones, querencias y deberes, y de andar de un lado para otro como si la división del átomo dependiera de la cantidad de cosas que tacho en mi agenda.
Pero hay días en los que la concha se deshace, es como si se desvaneciera. Y esos, son los días sentidos.
Y lo siento todo, a lo crudo, a lo bruto.
Dice Glennon Doyle que la vida es Brutiful, y puede que tenga razón.
Pues eso, que ayer fue un día sentido.
Antes, cuando me conocía menos, y no me entendía, me rebelaba contra estos días. Y la vida se empeñaba en hacerme sentir cosas, y yo me resistía, ahí toda firme contra todo.
Era super cansado, la verdad.
Hoy, que me conozco un poco y que me entiendo un mucho, me dejo ir. Esa cosa de rendirse, o surrender que dicen los ingleses, y que a mí me suena como mejor.
Cuando llega el día sentido, es como si llevara unas gafas especiales, o justo lo contrario. Como si me las quitara. Y fuera desnuda de filtros y capas.
Todo me sorprende, todo me causa una sensación.
El azul del mar infinito.. Atlántico sonoro, de ánimo robusto.
El cielo, gris, de acero.
Una canción de Leiva que dice que todo está más o menos bien o todo está mas o menos mal, y también eso es bien.
Un capítulo de Gabinete de Curiosidades, que me lleva a 1986, y me hace recordar cosas y personas que están muy guardadas en mi disco duro. Y aquellas emociones que salieron por acontecimientos que por grandes y tremendos, no supe gestionar. Sigo sin saber hacerlo. Pero ya no les tengo miedo.
El miedo. También el miedo aparece. Pero acompaña, no invade.
Y un café con espuma, y pan con aguacate.
El viento que mueve las palmeras, y la gaviota en el agua que aguanta el temporal.
Soy capaz de sentirlo todo.
Y todo está bien. Me rindo a disfrutarlo o superarlo. Sin el agotamiento de la lucha.
Aprender a vivir los días sentidos, ha sido mi gran logro de este enero que me ha parecido largo como un día sin pan.
Enero siempre es largo, muy largo y hay que vivirlo y dejarlo ir como quien no quiere la cosa, siempre digo que enero vale por dos, no me gusta, nunca me ha gustado pero esta ahí, ya por fin acaba hoy.
Siii…. por fin la cuesta ha pasado 🙂