Mis certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en El Cotillo y en cualquier otra parte. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran, ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo, y no tengo, ni quiero tener, nombre ninguno: entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.
La pálida. El libro de los abrazos. Eduardo Galeano.
Anima, saber que otros estuvieron aquí antes de llegar yo.
Galeano tiene el don de saber escuchar y hacer historia el sentimiento…
Consuela, a pesar de todo, que las certezas desayunen dudas…
Un beso, Violeta.
Para empezar la semana, te regalo un trocito de Benedetti y su Buzón de tiempo:
No es la primera vez que escribo mi nombre, Renato Valenzuela, y lo veo como si fuera de otro, alguien lejano con el que hace tiempo perdí contacto (…)
Es cierto que tales dispersiones suelen ser momentáneas, metamorfosis que duran un suspiro, pero siempre me dejan inestable, desasosegado, indefenso. Es por eso, Renato Valenzuela, que tal vez haya llegado el momento de ajustas nuestras cuentas. Con el tiempo, con el pasado, con las heridas, con las promesas, contigo/conmigo. Todas.
mil besos
Leí hace poco el libro y me encantó. Yo también me sentí reconocida en tantos pasajes…