Como ya lo preveí, vine resacada emocionalmente.
Poco tiempo, mucho cariño, mucha lluvia también, y mucha comida.
Se me hace corto el tiempo que paso en casa, con mi familia, con las niñas, con las quilters (pensar que a mis quilters preferidas las tengo ahora todas juntas en Fuerte, se me antoja un sueño hecho realidad). Ver a la abuela, a los tíos, a mi peludito (que parece una oveja más que un perri), a los sobrinos… cómo no voy a volver resacada emocionalmente?
Pero el principal sentimiento que me traigo, es la necesidad de retomar con avidez tanto el patchwork como el punto de cruz.
MiColegui está montando un taller digno de cualquier quilter que se precie. Está lleno de todas sus maravillas, todas las que ha ido haciendo durante estos años como quilter. Todo está quedando espectacular, y como digo, desde que entras sientes que tienes que sacar la máquina de coser y las telas. La noche del viernes me la pasé soñando con tops, con bordados, y con telas.
Así me pasé el finde dentro de mi armario, sacando patrones y kits que apenas recordaba que tenía.
Ayer me conciencié y reorganicé el armario de las lanas. He tomado medidas, y he llamado al número de la salvación, para que si en cualquier momento menciono, hago ademán, o siquiera pienso en voz alta, la posible adquisición de un solo ovillito de lana más, me interne rápidamente, y se haga cargo de la situación, para salvaguardar economías. Tengo lana como para tejer sin parar durante unos cuantos años. Lo mismo pasa con las telas y los hilos de punto de cruz. Así las cosas, ha llegado la fase dos: manos a la obra!
En esto, sé que MiColegui, su taller, y el estar tan cerquita, me van a ayudar muchísimo.
No sabes lo que yo sentí en cuanto os ví a las dos despues de tanto tiempo!