El tiempo se fue acortando, tanto como la distancia.. Y por fin, ambas cosas se hicieron cero.
Y después de dos días en montaña rusa, llegó también el momento de bajar, pero no al suelo.
De pronto es difícil cambiar la rutina, y dejar de ser solo uno.. admitir que ahora soy uno más uno, más Troylo, claro, que está presente en cada paso, en cada conversación.
Situarnos en esa ansiada calma, donde las cosas que no son habituales se den de forma natural.
Volver a comer sin mirar el plato, sin pensar en nada. Saborear cada bocado, y mirarme de frente en el espejo de nuevo.
Hay pocas cosas que me satisfagan tanto como cocinar para él, y sorprenderle en cada platillo, así sea un plato elaboradísimo, o simplemente un picoteo rápido.
Todo lo mira, y lo saborea como si fuera una receta sacada de El Bulli, y hubiera sido el mismísimo Ferrán Adriá quien lo hubiera hecho. Lo agradece y lo alaba de la misma manera.
Me gusta la calma, me gusta esta rutina poco común en mi vida, pero que tal parece que siempre haya estado así.
Y a mí me gusta esa calma que se te nota hasta en las letras que pones en tu blog, y me gustaría que te duraran mucho mucho tiempo.
Felicidades colegui.
un beso a los dos
Hay cosas que se dan con la misma naturalidad de lo que se hace cotidianamente…Qué bueno es el reencuentro…Todo se viva con mayor intensidad, si cabe.
Bienvenida calma
Un beso y un abrazo muy fuerte
Y así debería ser siempre… rico disfrutar el mandil, la calma, la sonrisa en el plato, la caricia al pasar, los ojos que desean y tú notas pegados en tu espalda, la mano antes de llegar a tu piel… la oscuridad y el amanecer… mmmmmmmmmmmm… besos para los dos
Si es vida…
no puede ser rutina… al menos no en tu cuerpo.
A ese tipo de costumbre si conviene acostumbrarse… ^^ muchisimos salu2 para que las cosas sigan asi y si se puede mejor!
Violeta que bonito leerte tan calmada… tan feliz! 😀 que bonito que bonito..
Gracias por lo del otro día chica 😉
estamos en contacto!!