Lana, algodón jerseys y picores

He terminado mi primer Lopapeysa. Y digo primer, porque estoy segura de que habrá más. Para mí, para Emma, para todos.. Bueno no, para todos no.
No recuerdo cuando fue que descubrí este tipo de jerseys, pero supe que tenía que intentarlo.
Encontré algunos patrones en la página de Lopi. Y me decidí por uno de los más sencillos. Aunque tenía claro que no lo dejaría en chaleco, sino en jersey.
Pedí la lana exacta que marcaba el patrón, allá por el 2011, y cuando la recibí, hice: pufffssss.
La lana me pareció áspera, tosca, ruda.. Y pensé, ¿cómo voy a tejer ésto? y lo que era más preocupante ¿cómo me lo voy a poner?. Tenía claro que esta lana, aparte de proporcionarte un estupendo exfoliado, podía llegar a producir urticaria. Seguro.
Y me quedé desinflada y sin jersey.
Pasó el tiempo. Llegamos al 2014, y se juntaron dos importantes factores: Mi propósito de no comprar más lana, y mis ganas de tejer (que no ponerme) un Lopapeysa. Así que sin pensarlo mucho más, lo monté.
Empecé a tejer, hasta que llegué al canesú. Monté las mangas por separado, y me dispuse a unir todas las piezas para empezar a tejer la parte divertida del patrón.
En ese momento, caí en la cuenta de que no tenía suficiente lana de base. ¡Qué raro que a mi me pase esto!!
Segundo desinfle: puuuuffffsssssssssss
Lo aparqué. Más o menos dos meses. Esta semana me dispuse a buscar soluciones: o comprar un solo ovillo, o volver a darle una vuelta para ver si podía encontrar una solución.
Deshice unas cuantas vueltas de las mangas y del cuerpo, y empecé a tejer el fair isle. Este video me ayudó mucho a dejar las hebras en su sitio, a no apretar ni a dejar demasiada lana en medio. Ya he probado esta técnica varias veces, y veo la mejora conforme aumenta la práctica. Y ahora tengo ganas de volver a tejer el PaperDolls de nuevo, o deshacer el mio, que no está del todo de mi gusto.
Y así, tejedora in extremis, again, terminé mi jersey. Y oye, ahora no lo encuentro tan picoso.
Tanto así, me lo he puesto, y al verlo Emma ha dicho: ¿Y el mío?. Así que me parece que tengo claro cuál será mi próximo proyecto.
Mientras, y como la envidia es muy fea, se ha puesto el jersey de búhos que le hice el año pasado, que ya le queda mucho mejor, y nos hemos lanzado al frío majorero.
De camino, hemos pasado por casa del tío mecánico-agricultor, y traemos una bolsa de algodón. Del de verdad, llenito de semillas, y perfecto para practicar limpieza, cardado, e hilado y que en medio de todo el proceso no pierda su suavidad.
Ahora toca averiguar cómo se hace para no dejarlo inútil y picoso.

Actividades de Adviento (II) y una receta de toda la vida

Seguimos con nuestra frenética actividad de Adviento.
Pusimos los copos de nieve, hechos con ganchillo, con este patrón  super divertido de hacer, y muy rápidos. Una vez colocados, no nos quedó otro remedio que ponernos un gorro y un buen jersey y asomarnos a la calle a ver qué tal habían quedado.
A la pregunta de ¿por qué debemos ponernos un gorro Emma?, la respuesta era rápida y lógica: mamá está nevando. ¡Claro! a veces mi lógica se va de vacaciones.
Pintamos piñas, pintamos más copos, para recordar cuándo fueron nuestras primeras Navidades.
En el cole,  la clase de Emma está haciendo un Belén, cada niño ha tenido que hacer una figurita de plastilina. La nuestra ha sido una oveja. Yo creo que la profe de Emma ya me va conociendo. Se nos ha quedado un poco Trancas-Barrancas. Pero, ahí está.
Y aunque andamos metidas de lleno en estas fechas, que parece que el tiempo se detiene, mi pipa de aguacate, me sigue recordando que todo sigue marchando, que el tiempo sigue pasando. Casi 5 meses después ahí está: casi 40 cm y unas hojitas.
Hicimos truchas. ¡Ay! las truchas. En esta cabeza asociativa que tengo, la Navidad viene aparejada a las truchas de batata, al encendido del árbol y al anuncio del turrón del Almendro. Es la primera vez que las preparo en casa, y tengo que decir que ha sido una experiencia tremendamente grata, olorosa y gustosamente hablando.
Esta es mi receta super particular. Puse en remojo las pasas en Anís del Mono, (y un chupito para la cocinera, fundamental para que todo salga bien). Y a hervir, una batata pelada y cortada en trozos, con la ralladura de un limón y un palo de canela. Cuando la batata está blandita, la casa huele a Navidad y el Anís te va dando ese puntito de ganas de cantar y bailar. En este momento es buenísima idea poner los villancicos de Michael Bubble. Se escurre y se machaca la batata, y se le añade, un buen puñado de almendras y las pasas remojadas. Yo compré las almendras ya molidas del Mercachona, y las pasas las corté con el cuchillo.
Se mezcla todo,  y le añadí dos nueces de mantequilla. Una vez que la pasta está bien mezclada (tipo puré de papa), se le va añadiendo azúcar. Esto es super personal, ya que depende del gusto la cantidad. Yo no le echo mucho, que no me gusta el empalague.
Y finalmente, se añade canela molida, y ralladura de limón.
Se mezcla un poquito más, y ya está el relleno listo. Es importante apartar niñas de tres años que son rápidas con la cuchara, y que si te descuidas, se comen parte del relleno.
Las grandes maestras trucheras, hacen la masa de harina y demás, pero aquí nos gusta más comer que amasar, así que masa de obleas (tipo empanadillas) y a rellenar se ha dicho. Se fríen en abundante aceite caliente y si se puede, esperar a que se enfríen.
Casi lo más difícil.
Todavía quedan.. ¿Quién quiere una trucha?

Actividades en Adviento

Esta semana he inaugurado Diciembre haciendo trabajo de campo. Me he dado un paseo con botas, chaleco reflectante y casco, por la parte norte de la isla.
El paseo me ha venido estupendamente para ver lo mucho que la tierra aprecia la lluvia que ha caído, y con tan solo dos buenos chubascos, todo empieza a brotar.
De tal forma, que parece que las semillas vienen en la lluvia.
La verdad, es que hacía tiempo que no me calzaba las botas, y lo echaba de menos, para qué negarlo.
Es cierto que después de dos años en el Mirador, acabé hartita del barro, el hormigón y el casco, pero en este punto, he llegado a extrañarlo bastante.
El trabajo me llevó hasta la montaña de Tindaya. Hay que verla de frente, estar en su tierra, y poder apreciar la energía que desprende. Pocas palabras y muchas sensaciones me guardo de todas las visitas que le he hecho. Visita obligatoria en cuanto Emma crezca un poco.
Y de vuelta a casa, a poner por escrito el trabajo de campo. Ha resultado bastante llevadero, realmente. Sobre todo, porque la entrega del trabajo, viene aparejada a la palabra vacaciones. Así que me he pasado la semana, trabajando deprisa y con furia, con tal de terminar. Y por fin acabé, me falta la entrega física, pero prácticamente puedo considerar que estoy de vacaciones.
Hecho que he aprovechado para organizar un Calendario de Actividades de Adviento, o debería decir un Calendario de Adviento de Actividades??. Anyway, de lo que va la cosa, es que dentro de nuestro Calendario de Adviento de calcetines, además de los bombones de rigor, he metido una actividad para hacer cada día.
Las actividades me las he sacado de la manga, unas tienen toda la lógica del mundo en estos días, otras son lógicas para mí. La cuestión es que le he explicado a Emma de qué iba todo el asunto del Calendario. Lo del bombón lo entendió a la primera, y trata de liarme y comerse el suyo y el mío. Y lo de las actividades, pensé que no se iba a enterar de mucho, pero gran error por mi parte. Cada día me levanto a la voz de: mamá hoy es (inserte aquí el día de la semana que toque), qué nos toca hacer hoy???.
O sea, que creo que lo de las actividades también lo entendió bastante bien. Si yo pensaba que me encantaba la Navidad, tengo que reconocer que a Emma no le encanta: le entusiasma.
De momento hemos hecho copos de nieve, hemos leído todos los cuentos de invierno que tenemos, hemos terminado el Belén, hemos hecho estrellas de dry clay, hemos invitado a las tías a desayunar, hemos puesto el árbol de Navidad, y hemos colocado los copos de nieve en las ventanas. Nos quedan todavía muchos días de absoluta diversión.

Que llueva que llueva…

Aún seguimos con resaca de tormenta. El fin de semana pasado, nuestras islas se llenaron de lluvia, y de frío.
Supongo que esto es algo normal y esperable en la época del año en la que nos encontramos. Pero cuando se vive en una isla, pseudodesértica, la lluvia en sí, es un hecho extraordinario, que llena a los majoreros de alegría.
Esta lluvia fue de esas que aquí se le dice: lluvia parejita. Es una lluvia tranquila, que dura un buen rato, que no destroza, y que llena las gavias de la isla. La lluvia que esperan los agricultores, y también la que espera la tierra, que está ávida de humedad y como premio, en las próximas semanas nos regalará laderas verdes, y trastones verdes también.
Por eso, aquí la lluvia de esta forma se vive con alegría, con regocijo, y con fiesta.
Emma sigue con sus catarro intermitente, así que esta primera lluvia de otoño la hemos vivido desde detrás del cristal. Observando como corría el agua por la carretera, cómo se iban haciendo los charcos cada vez más grandes, y poniendo atención a ver si oíamos algún trueno.
De paso aprovechamos para hacer la primera actividad que  se propone desde el cole: adornar un árbol de Navidad.
Lo hemos rellenado con unos mini-pompones que me traje de EEUU, allá por el 2006 y que dormían en un cajón, junto a otro montón de materiales y utensilios a los que poco a poco le daremos uso. En estos momentos me cae muy bien la Violeta consumista y previsora que hay en mí, y a la que le daba libertad para hacer y deshacer en mis visitas a los Estates. Qué cantidad de cosas que he ido acumulando y que ahora me vienen estupendamente para hacer estas actividades o pasar estos fines de semana de obligada reclusión en casa.
La segunda actividad que propuso esta vez el AMPA del colegio es un Nacimiento. Pinterest ha sido mi gran aliado en esta ocasión, y aquí estamos dándole a la brocha para hacer nuestra propia versión del Nacimiento en un cartón de huevos.
Yo hubiera pasado todo el fin de semana en medio de estas dos cosas. Pegando un poco, dejando secar, pintando otro poco… alargándolas todo lo posible. Sin embargo, aquí mi ayudante, es amante de los trabajos rápidos que se acaban pronto. Como hoy leí en el blog de Glaramknits, la paciencia no son virtudes propias de los tres años, así que supongo que actividades como estas nos ayudarán a cultivarla un poco. Tengo que ir buscando también los caminos propicios para ir curando el orgullo, la rebeldía… Y si pudiera ir acumulando dosis de paciencia para mí, también seria muy útil.
Y después de una mañana de trabajo, hay que llenar las barrigas. La crema de verdura es siempre un plato apropiado para estos días de fresco. El descubrimiento de esta semana es el queso fresco granulado del Lidl (cottage cheese). En las sopas, cremas, o caldos, queda espectacular. Otra novedad de esta crema, es que la he hecho de calabaza, pero en lugar de meterla en la crema en crudo, la he asado primero. Cada día estoy mas convencida de que podría vivir, sin muchas cosas, pero no sin mi horno!
Y por fin, uno de mis bordados de este otoño ya tiene sitio. Para que no se me olvide. Para que no se nos olvide.

Un nuevo juguete y la noche blanca

Fue este verano, cuando empecé mi aventura lanera. Fue también en esos días cuando dos de mis amigos canariones estaban por MiNorte pasando unos días.
Mi amigo Luthier, me preguntó por el proceso de hilado. Yo encontré el momento super propicio para soltar una de mis arengas favoritas sobre el lavado, cardado y finalmente hilado de la lana.
Mi amigo, Luthier e Ingeniero, me preguntó por el huso. Le enseñé el mío, y le expliqué los problemas que tenía cuando hilaba. La deformación profesional, nos llevó en seguida a hablar de centros de gravedad, aceleración centrípeta, y descripción de trayectorias.. Yo no sé en qué momento la palabra rueca salió en la conversación. Y la descripción de rueca eléctrica, tampoco.
Lo siguiente que recuerdo, es a mi amigo buscando en Google.
Una semana más tarde, yo seguía peleándome con mi huso descentrado, y mi lana de pelo corto. Fue entonces cuando me llegó un mail con unos planos, que no supe interpretar bien, más que nada porque me quedé petrificada de la sorpresa.
Unos días más tarde, recibí un whatsapp, diciéndome que el proceso había comenzado, pero que iríamos de la revolución industrial hacia atrás en el tiempo.
Hace quince días, mis amigos volvieron a Fuerte, y me trajeron este maravilloso juguete.
Es una rueca eléctrica. Construída y diseñada completamente por mi amigo Luthier-Ingeniero.
Yo estoy tan tan contenta, que no paro de mirarla. He hilado, muy poquito, porque el tiempo no me acompaña. Necesito una mañana entera con un termo de dos litros de té, música, y una gran bolsa de lana preparada para hilar. Y hasta ahora, la combinación de factores no es la adecuada.
De momento la miro, la toco, y compruebo todos sus mecanismos. Sigo maravillada con ella.
En los ratos que me quedan libres, entre la contemplación de mi rueca eléctrica, y la obligada rutina, trato de hacer listas y organizar mis must do, con mi hobbies, y no encuentro la forma de la conciliación perfecta. La lista de hobbies es alarmantemente larga, y cada día tengo la sensación de que crece. Esta capacidad mía hacia la dispersión es digna de estudio.
Y como en medio de todo, también hay que coger aire, y respirar, y salir a la calle, y bailar.. La semana pasada aprovechamos la Noche Blanca capitalina para asistir a nuestro primer Mapping Graffiti. Fue muy divertido y de cierta manera hipnotizador.

Ciclos, plagas, y una cocina en marcha

Hemos entrado en Noviembre, y con él en el nuevo bucle que va a ser nuestra vida los próximos años.
Ciclo de estornudos, mocos, toses, y catarros varios.
Emma no ha estado en guardería, y según la sabiduría popular, no está inmunizada. Lleva dos meses y algo en el colegio, y ha perdido dos días de clase, a razón de un día por mes.
No sé si tiene que ver con la interactuación con otros congéneres, con la actividad que desarrolla, con la autonomía que ya tiene y que hace que se ponga o se quite las chaquetas y gorros cuando le sale del moño, o que el tiempo está del revés. Pero la realidad es que está padeciendo los catarros que nunca padeció.
Y es que como dice la Dra Amalia, los mocos son muy pesados. No la dejan descansar bien, le producen tos, y la ponen de mal humor. Una de estas noches, y viendo que iban pasando las horas, y que la tos no paraba, hice caso a esa culturilla popular: la cebolla partida en trozos en la cabecera de la cama. Y no, no nos funcionó. Dejar un tufo considerable en toda la casa, y revolverme a mí el estómago sí, pero la tos: intacta.
Lo que sí funciona, es el jarabe (dice mi madre que mi abuela lo hacía siempre y le llamaban lamedor, vaya usted a saber por qué). Una cebolla morada cortada muy chica, el zumo de un limón y un buen chorro de miel. Y se deja macerar toda la noche. Al día siguiente se cuela y se toma cucharadas de este jarabe varias veces al día. Es asqueroso, no hace falta que lo diga, pero lejos de lo que esperaba, Emma abre la boca obediente y para dentro. La tos se va calmando, y parece que el pecho se va descongestionando. Tendremos que esperar unos días más para afirmar con rotundidad que funciona.
Pero mi atención, mis nervios, y mi histeria está toda concentrada en la última circular del colegio: atención padres y madres, ya hay piojos. Sí, piojos. Y solo de leerla me ha empezado a picar toda la cabeza. Tengo a Emma loca, revisándola cada día, y también apestada por el aceite del árbol del té. Es que es solo pensarlo y me entran los mil males. Y parece ser que no es solo en el colegio, estos días, lo he leído en muchos blogs. Madres contra piojos, esto es la guerra. Yo estoy preparada con escudo, armas, y camuflaje en la trinchera, cagada del miedo por si me toca salir a luchar.
Y qué hacer estos días, en los que parece que ha cambiado el tiempo, que cuando sales hacia el colegio a las 9:00 de la mañana, el termómetro ha superado mínimamente los 20º y sopla un aire fresco, pues te emocionas y enciendes el horno. Un pollo en cuartos, con papas, cebolla, bien de limón y alcaparras. Y al horno hasta que todo esté bien hechito y jugoso. Para esa hora, son las 12 del medio día, rozamos los 30º y vuelves a  maldecir el no tener más tomates para hacer gazpacho. El tiempo te la ha jugado otra vez. Pero el pollo está rico, haga frío o calor.
Otra receta que hemos probado esta semana, y que es un win win, y además me va a servir para poner el enlace otra vez, de la autora de la receta. Laura Vitale, tiene recetas sencillas, habla muy rápido, y come con gusto. Tiene todo lo que una cocinera debe tener. Me gusta la forma exagerada que tiene de alabar los platos, y de saborearlos. He probado varias recetas ya, todas con buen resultado. Este caso, y para saciar esta necesidad de carne en guiso que llevaba arrastrando varios días, hice el Osobuco con risoto a la milanesa. La carne estaba buena, pero lo que de verdad me encantó fue el arroz.
Y como siempre, la barriga llena, la cocina recogida y esa necesidad de paz y sosiego que dan las plantas. Hemos cambiado las plantas de la ventana, porque los kalanchoes no daban más de sí ya. Ahora tengo esta nueva variedad, que no sé bien como se llama. Aunque por cómo están floreciendo deduzco que están a gusto.
A veces no hay que saber el nombre de las cosas para saber qué se necesita y cómo tratarlas.

Oasis Park

El domingo pasado, nos fuimos de excursión al Oasis Park.
El Oasis Park, es una especie de parque zoológico, que hay en el sur de la isla.
La filosofía del centro es la de recrear los hábitats naturales de las especie que aloja, aunque la realidad es que ninguno de los animales que están allí han vivido nunca en la sabana africana. Todos lo animales provienen de otros zoológicos, o han nacido y criado aquí.
Es cierto, que mientras paseas por el parque, no tienes sensación de barreras. Es decir, los animales están detrás de rejas, pero los espacios son tan grandes, que las barreras quedan semiocultas.
Hay una gran variedad de animales, y a algunos les puedes dar de comer, como a las jirafas, o a los elefantes.
Tienen, también, una granja de camellos. Hasta ahora no le había prestado especial atención a este animal, y eso que por las dos partes de mi familia ha sido un animal fundamental en la vida que llevaban. Mi abuelo materno, crió varios ejemplares, que utilizaban para transporte. Y mi abuelo paterno hizo lo mismo, con la salvedad, que cuenta la historia familiar, que mi padre se crió con un pequeño camello. Mi abuela paterna, tuvo seis hijos. Cada dos años uno, y así hasta seis. Les daba de mamar hasta que aparecía el siguiente bebé. De hecho, sé también que dio de mamar a mi padre y a un sobrino a la vez. No sé cuantas veces habré imaginado la conversación sobre lactancia y parto con ella, porque también era “partera”. Pues bien,  mi padre, debió quedarse con ganas de seguir mamando,  y no se le ocurrió otra cosa que mamar de la camella junto a su compañero de juegos, el pequeño guelfo. Me ha costado creer esta historia muchísimo, porque ¿cómo es posible que un niño de un par de años se metiera entre las patas de la camella y ésta no le diera un golpe?. Pero no, toda la familia tiene fresca la imagen de mi padre bebiendo la leche de la camella, que él mismo ordeñaba directamente, lo cual me indica que no fue solo una vez.
Este domingo pude comprobar que realmente los camellos no son tan hostiles como yo pensaba. De hecho, me han parecido super amigables. A las crías se las puede alimentar con biberón. Y se dejan observar y tocar sin problema, aunque esto último yo no quise comprobarlo.
Realmente, me quedé encantada con ellos, tienen una cara simpatiquísima.
Aledaño al zoo, hay un vivero de plantas, el único jardín botánico de la isla, y los domingos un ecomercado.
Dentro, hay tres restaurantes, y también merenderos para que puedas comer si decides llevar la comida tu.
Emma soportó la excursión de día completo, muy bien, caminó ella sola todo el tiempo, cargando su propia mochila. No hizo gran calor, porque las plantas refrescan muchísimo el ambiente.
Realmente, se pasaron las horas muy rápido, y salvo un solo detalle, que tengo que solventar (yo y mis fobias gatunas), todo fue genial.
Es un destino estupendo para pasar el día con niños. Y con esta excursión, hemos dado el pistoletazo para las excursiones domingueras.

39

39. Aquí están. Aquí los tengo. De momento se parecen a los 38, y supongo que también a los 40, a los que aún no conozco pero que ya estoy camino para ir a su encuentro, aunque falten aún bastantes días.
39. Y no están mal, y parece que me siento cómoda en estas primaveras.
Y aunque parezca que todo es igual, hay sutiles diferencias. Unas casi inapreciables, otras muy circunstanciales. Les quiero dar a todos estos cambios la misma importancia.
Mis 39 llegaron y yo los recibí con flores. Con clavellinas de color rosa empolvado. Algún día alguien tiene que decirme quién es el autor de todos los nombres de estos colores imposibles: rosa empolvado, rosa talco, gris marengo, azúl petróleo, verde musgo.. Me fascinan los nombres de los colores… Anyway, que me disperso, esto parece que sigue igual, con 20, con 30 y con casi 40..
Desde por la mañana me dediqué a encender el horno, mientras contestaba llamadas y mensajes. Es bonito sentirse tan querida y arropada.
Horneé unos bollos de canela, porque sé que cuando mi familia viene a merendar a casa, es lo que esperan  encontrar, o galletas caseras o bollos de canela.
Días atrás, y mimándome haciéndome un par de regalos me hice con el libro de Alma Obregón, de tartas perfectas. Encontré una receta de la New York Cheesecake. Y la vi tan apetecible y con tan buena pinta, que me decidí a hacerla. Tengo que decir, que por fin, por fin, he encontrado la receta definitiva de la NYCheesecake. Es de-li-cio-sa.
Y los invitados dieron fe de ello, porque no sobró ni una miguita.
Llegada la noche, en silencio y sola, me dediqué a evaluar el día, y a darme un pequeño homenaje, sintiéndome tranquila. ¿Cuántos años soñé con sentir esta tranquilidad?. Tenía tan poca fé en que llegara el día en que me sintiera tranquila, en paz, feliz… Y llegó. Claro que me la tuvieron que traer. Siempre pienso que Emma no trajo ese pan que dicen que traen los niños bajo el brazo. Emma se lo comió antes de llegar (doy gracias por su apetito), pero a cambio me trajo esta maravillosa paz interior que tengo.
Y para darle las gracias por ello, nos fuimos a ver a Peppa Pig, que estuvo de visita por aquí. Este es otro pequeño detalle que me acompaña con el cambio de edad. En todos los saraos infantiles que llegan o pasan por la isla,  hago check-in. Y sin complejos.
Pero donde hay notables diferencias desde mi cambio de cifra es en mis rutinas faciales. He decidido que ha llegado el momento de usar carmín rojo, de ese de señora, de ese de mujer sin complejos. Y a juego las uñas.
Para la cara, tengo una crema con color de La Roche Possay, para atajar la rosácea que también me acompaña desde hace poco (pronto post sobre tan desanimante y angustiante tema); y para evitar el sol Heliocare 50 (mi imprescindible, en verano e invierno). De noche, he empezado a usar la crema antiwrinkle de La Prarie. Y por fin, he encontrado algo para mis escaramujos que me los deja de manera aceptable: una crema de peinado de Sebastian, es cara, pero por fin mis rizos lucen como a mi me gusta. Del maquillaje en sí, hablamos otro día, cuando me decida a hablar de la rosácea, que en mi caso, llevo tiempo sufriéndola en silencio.
Y después de cuidarme con estas nuevas rutinas faciales, no tengo miedo a decir que sí, que ya tengo 39 años. Que aquí los llevo, con un corazón que tiene cicatrices que ya no duelen, y que late tranquilo y acompasado. Y que vaya, que me sientan bien estos 39!

Whatever

Casi un mes sin tener más de diez minutos para sentarme aquí y escribir unas letras.
Mes que he estado sumergida en un montón de trabajo (léase con tono contento e ilusionado…). Una vez más las expectativas me han hecho pasar este mes con el humor un poco más bajo de lo normal.
Cuando Emma empezó en el cole, pensaba que tendría tiempo para hacer un montón de cosas, a saber: leer, limpiar, cocinar, tejer, nadar… Ahora lo escribo y todavía me da la risa.
El Universo hizo acuse de recibo a todas esas peticiones que yo había mandado, solicitando trabajo, y decidió enviármelo todo junto. Con resultado de no solo no poder hacer todo lo que me apetecía, sino que he estado hasta durmiendo una cuarta parte de lo que lo hago normalmente.
Ayer por fin, pude ir aclarando la mesa, e ir terminando con todo lo que tenía pendiente. Hoy me he sentido igual que cuando estaba en la Universidad y hacía el examen final. Al menos hasta que empezaban los nervios por ver la nota, tenía unos días de total relax y tranquilidad.
Este mes pasado, hemos hecho algunas cosas, y hemos aprendido otras.
Soy, por naturaleza, una persona poco paciente. Cuando iba empezando el verano, y después de algunos incidentes por culpa de mi poca paciencia, decidí que tenía que hacer algo. Mis formas de aprender no son lógicas para todo el mundo, así que bueno, lo explico. El 23 de Julio puse en remojo tres pipas de aguacate. Leí un poco en la red, y descubrí que es relativamente fácil sacar esta planta, solo que el ingrediente principal es la paciencia… justo lo que yo no tenía, y lo que más necesitaba. Supe que era mi MasterClass. Puse, como escribo, tres pipas en remojo, sujetas por sendos palillos. Durante el primer mes, aparentemente no pasó nada. El segundo mes ya habían claros indicios del desarrollo de las raíces.  Y así han seguido pasando los días. Lentamente.
Mientras tanto, hice natillas y bollos de canela. Creo que voy a pasar a la historia de mi familia, como la hija, hermana, tía, algún-día-espero-abuela que siempre tenía natillas y bollos de canela. Y es que la vida es más llevadera con estos dos platos. De hecho, creo que van a formar parte de mi recetario contra el desánimo, la apatía, y la depre.
Es un gran momento del día, merendar un bollo de canela, y aprovechar ese momento para leer. He vuelto a la biblioteca de mi pueblo, y dejándome llevar solo por las portadas saqué este libro. Han pasado 15 días y sigo en shock. Es el libro más horrible que he leído en mucho tiempo, qué digo tiempo, en toda mi vida. Es triste, oscuro, incluso cruel. Menos mal, que Emma no pareció entender el mensaje del libro, y que yo, después de sacudirme el espanto de la cara, lo llevé corriendo a devolverlo al lugar de donde nunca debió salir. No sin antes hacerle una foto, por si algún día me olvido, y me vuelvo a fijar en la portada.
Ni qué decir tiene, que este mes no ha habido tiempo para amasar, ni levados largos. Pero como pan seguimos comiendo, probé el pan sin amasado, sin levado, y sin casi trabajo, que se hornea en bolsa en horno frío. Es un auténtico descubrimiento, y el pan queda bastante bueno.
Por supuesto, tampoco ha habido tiempo para tocar las agujas, pero después de un sábado sin casi dormir, el domingo se hizo necesario buscar una actividad que distrajera mi mente de cualquier cosa que fuera el trabajo. Y me dí a la tarea de bloquear el haruni. Puedo afirmar sin miedo a la crítica, que el trabajo del bloqueo es directamente proporcional a los resultados que se obtienen con él. Cuanto más me cuesta estirar, poner alfileres, volver a estirar, reposiciones alfileres.. mayor es la magia del bloqueo. De tener un guiñapo de una lana suave, a tener un chal calado enorme y resultón. Contentísima con este resultado.
La semana pasada, donde ya tenía acumulado grandes dosis de sueño y malos humores, se hizo necesaria la vía de escape. El mar,.. para alguien que ha nacido en una isla, asomarse a ver la mar, es como afirmarse en que todo sigue en su sitio, que todo sigue girando, que todo pasará.. Y aunque no pude meterme en remojo, solamente tener dos minutos para contemplarlo en silencio, perdiéndome en el horizonte, fue suficiente para recargar las pilas y seguir adelante con el resto de semana.
El remate a la semana, la puso la merienda con mis chicas del Centennial. Para agasajarlas, hice un Banoffee Pie (cuando tenga más rato, voy a tener que hablar de Laura Vitale,  que si no la conocen, se las voy presentando.. Gracias Loli, como siempre, por traer gente tan guay a mi cocina). Fácil, rápido y súper rico.
Esa tarde tuvimos overbooking de visitas, y de la tarta no quedó nada para la noche.
Y, casi tres meses después de haber puesto las pipas de aguacate en remojo, siguiendo con su vigilancia y sus cuidados, las raíces son ya patentes, se empiezan a multiplicar, y hay una clara muestra de actividad.
La paciencia es el ingrediente clave, y no olvidar que some things take time.

Gracias por todo, hasta por las letras tristes de las canciones

Si el otro día me cargué con las vitaminas que traen las aguas cristalinas de las orillas de la isla donde habito, hoy traigo cielos.
Cielos azules, nublados, nubosos, despejados. Cielos infinitos, cielos.. Sobre nosotras.
Y miramos hacia arriba, y mientras Emma busca formas, (juego que le divierte muchísimo), a mi me da por pensar, en lo grande que es el cielo, y en lo chica que soy yo.
Se hace raro, que todos los días lo tengamos encima de nosotros, y casi no lo miremos.
Y caigo en la cuenta, porque Emma (una vez más: Emma..) la semana pasada, descubrió que las nubes se ponían naranjas. Y se quedó parada en seco, imposibilitada para andar.
Con cara de asombro me preguntó qué era lo que estaba pasando, con mezcla de susto y sorpresa.
Pero durante la semana vamos deprisa, porque llegamos tarde a todo o a nada que realmente tenga importancia, pero corremos, porque si no no llegamos.
Y cuando me hizo esa pregunta, y ya era tarde para ir a no me acuerdo dónde, yo también me paré.
Le expliqué que era la hora en la que el Sol se iba, y por eso todo se ponía naranja.
¿Y a dónde se va?. Fue su respuesta-pregunta. Seguí explicándole, pero por las caras que ponía, me di cuenta de que no terminaba de entenderlo.
Este fin de semana, en MiNorte, sabía que tenía una tarea ineludible: enseñarle la puesta de Sol a Emma.
Nos sentamos en primera fila, y el cielo nos regaló una puesta de Sol limpia, naranja, con un Sol redondo y perfecto. 18 segundos de despedida. Emma quedó totalmente satisfecha, y sus dudas totalmente resueltas. La mejor foto de ese momento la tenemos en nuestro disco duro mental, porque la cámara se quedó sin batería.
Da igual, porque MiNorte es el mejor sitio para poder ver la puesta de Sol. Al día siguiente disfrutamos de otra, incluso más impresionante.
Y vuelvo a lo grande que es el cielo, y lo impresionante que son los espectáculos que nos brinda. Y de pronto, me dan ganas de abrir mucho los ojos, mirar al cielo, y dar gracias. Siempre gracias. Por el Sol, por la Luna, por el mar que nos baña cada fin de semana, por poder disfrutarlo llenas de salud.
Y entro casi en comunión con la naturaleza donde todas las gracias que doy me parecen pocas.. Y me hago el propósito de ser más agradecida, no solo de corazón, sino también de palabra. Me prometo decirlo más.
Y así, me encuentro saboreando un salmorejo de melón, y una ensalada de pimientos asados. Y siento la necesidad de buscar a las personas a las que un día, se les ocurrieron semejantes platos. Porque como ya he dicho infinidad de veces, uno de los ingredientes contra la depresión es el salmorejo. No existe un plato más simple y más mágico que el salmorejo.
Y a su altura está la ensalada de pimientos asados. Simples pimientos rojos, untados con aceite, un diente de ajo, sal y una hoja de laurel, asados durante casi una hora a fuego medio alto.
Ventresca de atrún, un huevo duro, unas aceitunas.
Y termino de limpiar los platos, y me siento totalmente en paz con el cielo, con el Sol, con mi estómago. Pongo el aleatorio del ipod, y suena: La vida aparte de Paco Cifuentes. Hacía años que no la escuchaba. Y es triste, y dura, y ahora mismo no me reconozco en la letra… pero sigue siendo una canción bella, por la que siento también la necesidad de dar gracias.