Preparando la Pascua

Hemos tenido un fin de semana por encima de los 20º, por fin. La realidad es que estábamos casi más cerca de los 30º que de los 20º. Y yo feliz. Por fin pude sacar los pies de los calcetines, y también los brazos de las mangas largas.
La primavera se acerca rápidamente, y el pistoletazo de salida este año será la Pascua. Previendo este acontecimiento lo primero que he hecho es poner este corazón rosado detrás de la puerta, para recordarme que el tiempo sigue pasando y que aunque parezca que los días se alargan irremediablemente, la primavera está a la vuelta de la esquina, y con ella, la luz, las flores y las cosas bonitas.
No puedo evitarlo, las cosas bonitas e inútiles son una de mis mayores debilidades.
Para ir preparando la Semana Santa, me arremangado y me he puesto a amasar. Estos bollos de cuaresma (Semlor), son como para morirse. La receta real es el bollo relleno de una especie de mazapán y nata, que debe ser la antesala de la resurrección (muy apropiado para las fechas), pero he tenido un problema de logística en mi almacén y cuando me fui a poner a montar nata, horror, no había. Por un momento, albergué la posibilidad de meterme en el coche y buscar una tienda que pudiera suministrármela, después de intentarlo en la tienda más cerca de casa, y en la que solo había nata para cocinar.
Y llegó el momento de la crisis. ¿Cómo no iba a terminar de hacer la receta? . ¿Cómo?. Y me doy cuenta de lo muy anclada que estoy a determinadas cosas. En mi cabeza las cosas son en línea recta, y no hay espacio para grandes improvisaciones, ni grandes cambios que no haya tenido previstos anteriormente. ¡Y ya está bien!. Vuelvo a salir de mi zona de confort y de mi corsé.
No voy a negarlo, este tipo de situaciones, inicialmente me suponen mucho estrés, con sudores fríos y temblores. Entonces me siento, y respiro, y pongo la tetera. La verdad es que, no hay momento de estrés, que una buena taza de té no me alivie.
Caigo entonces en lo absurdo de la situación. ¿Y qué importa que no haya nata, es que el bollo no es comestible solo?. Me entra la risa, y de forma automática cojo el bollo y le hinco el diente. Madre mía, si así está tan bueno, cuando le ponga la nata, la crema de almendras y lo deje en un bol con leche caliente para que se atorrije (palabra que acabo de descubrir que no existe, y que es tan necesaria… ¿cómo es posible que exista la palabra absurda “amigovio” y no exista atorrijar??), debe de ser la bomba. Y lo sabremos próximamente, porque el próximo fin de semana me aprovisionaré de todo lo necesario.
Con un desayuno así, se hace necesario salir a la calle, coger aire, y aprovechar el sol y el calor.
Nunca voy a encontrar mejor sitio para hacerlo, que cerca de la mar. La playa, El Charco, una escollera o el propio muelle.
El Planeta ya está arranchado, y a estas horas, está surcando el Atlántico buscando la manera de llenar los tanques. Vuelvo  a mi faceta de armadora, que en principio me aterra, y que una vez que salto abordo me entusiasma. Yo empiezo a creer que por mi cuerpo corre buena parte de agua salada.
De vuelta a casa, no he podido evitar pasar por un jardín municipal, en el que he descubierto unas matas de lavanda. He recogido algunas flores, porque he pensado que si es municipal, ese jardín también es en parte mío, ¿no?. ¿No iba de eso, todo el rollo de que el pueblo es de todos?.

Aprendiendo y pensando

Llevo tejiendo calcetines más de diez años. Sin embargo, siempre los he hecho igual, desde la pierna hasta la puntera, en agujas de dobles puntas y de uno en uno.
Esta semana, he sentido la necesidad de explorar nuevos caminos. Y después de que ElGurú, me pidiera un nuevo par, me lancé a hacer los dos a la vez y en aguja circular.
Utilicé este video para orientarme un poco. La verdad es que ha sido una grata experiencia, y se elimina por completo la pereza que da empezar de nuevo cuando acabas el primero. Sin contar que los dos quedan exactamente iguales.
La principal pega que le veo al método, es tener que separar los ovillos. Normalmente la lana de calcetines que tengo es de un ovillo de 100r, suficiente para el par. Pero para tejer los dos calcetines a la vez, necesitas hebras separadas. Inicialmente usé el mismo ovillo con la hebra de fuera para un calcetín y la de dentro para el otro. Pero se me iba enredando constantemente y perdía más tiempo poniendo las hebras en orden que tejiendo, así que finalmente dividí el ovillo en dos. Odio ovillar.
De igual manera, seguramente volveré a repetir esta forma de tejer, porque tiendo mucho a estancarme en lo que me gusta, y me voy cerrando caminos casi sin explorarlos primero, y eso no es muy bueno. Me he propuesto, poco a poco a salir de mi zona de comfort.
Y con los calcetines casi controlados, me he metido de lleno en la cocina.
Yo no sé qué tienen los calderos de caldo que tanto abrigan en una casa.
Una cocina con un buen caldo es una cocina de gente feliz.
La semana pasada hice un buen caldo de pollo y verduras, de esos de estar cociéndose a fuego lento durante casi tres horas.
Con dicho caldo, preparé dos de mis sopas-caldos-cremas preferidas: el Borsch y un CornChowder. Los platos calientes de cuchara abrigan, arropan, y alimentan cuerpo y espíritu.
Y cuando uno está tan abrigado por dentro y por fuera, tiene el espacio propicio para pensar. 
Hoy ha ocurrido un lamentable y desgraciado accidente en mi pueblo. Un accidente de coche que se ha saldado con un herido y un muerto.
En estos días en que las redes sociales se han hecho con el dominio total de nuestros pasos, nuestros pensamientos y casi nuestras vidas… casi antes de que llegara la ambulancia al sitio del accidente, ya estaba circulando una foto por whatsapp del momento con un texto totalmente distorsionado de lo sucedido. Lo más triste es que a mí me llegó ese horrible mensaje a través del grupo del colegio, y en seguida empezaron a llegar mensajes de: que lo paguen, que haya justicia,…. que les corten la cabeza!!
Yo recibí la noticia y todo lo demás entre asqueada y ojiplática. 
¿Ya no hay control?. ¿El móvil y la tecnología nos ha secuestrado el sentido común?. No entiendo cómo nadie es capaz de pensar que tal vez, alguno de los que estábamos en ese grupo podría estar implicado con los accidentados, o con el fallecido… Y cómo es posible que salga toda esa ira sin ni siquiera tener toda la información de lo que había pasado. Todavía ahora siento náuseas de cómo el morbo es capaz de tomar el mando en este tipo de situaciones.
Se me viene a la mente, este fantástico texto de Wayne Dyer:
When you squeeze an orange, you’ll always get orange juice to come out. What comes out is what’s inside. The same logic applies to you: when someone squeezes you, puts pressure on you, or says something unflattering or critical, and out of you comes anger, hatred, bitterness, tension, depression, or anxiety, that is what’s inside. If love and joy are what you want to give and receive, change your life by changing what’s inside.

Que salga toda esa ira, sed de venganza, sin ni siquiera pararse a pensar, a cuestionar la información… ¿Qué tenemos dentro?.
Y tu.. ¿qué tienes dentro?

Carnaval 2015

Yo no soy carnavalera. Cuando distribuyeron el gen carnavalero en mi familia, se lo llevaron todo mis hermanas, a mi hermano y a mi, nos dejaron este gen a cero.
Pero cada año llegan los Carnavales, y cuando era sola, me escabuía fácilmente de estas fiestas. De lo único que disfruto durante estos días, es de la Gala Drag.
Ahora ya no soy sola, y parece que mi pequeña saltamontes, tiene el gen en modo crecimiento.
El año pasado no se enteró de mucho. Este año desde finales de enero, me decía constantemente que quería el disfraz de Elsa (Frozen). Así que esta vez, no he podido escapar, y me parece que en los años siguientes tampoco. Pero las cosas están de mi lado, hay alrededor nuestro personas muy importantes y muy carnavaleras, así que me harán el trabajo fácil, y todos contentos.
En el colegio de Emma, nos citaron un día por la tarde para elaborar el disfraz que sacarían en el pasacalles escolar. El tema del carnaval de mi pueblo este año, era el espacio. Así que con el material que la profe nos listó y nuestra mejor predisposición nos fuimos al colegio. La verdad es que el “traje espacial” quedó bastante apañado, y el rato que pasamos todas las madres, abuelas, algún padre, y tías de los compañeros de Emma fue bastante divertido.
El pasacalles estuvo genial, porque era todo el colegio. Siempre se reparten, y los mayores van con los pequeños, para que ayuden a controlar a las pequeñas fieras. Había batucada y ganas de fiesta. Hasta los más pequeños, o sea la clase de Emma, iba bailando. Ellos lo pasaron genial.
El siguiente evento al que acudimos, fue al Coso, o sea, cabalgata carnavalera por excelencia. Este año había mucho frío, y también muchas menos carrozas. Me pareció algo deslucida, aunque los que acudieron tenían unas grandes ganas de fiesta.
De lo mejor que encontré: una comunidad amish, que no quiso perderse tremenda fiesta. Una comunidad amish, con la que estoy fuertemente emparentada. Me parece que es la parte de la familia que más disfruta del carnaval, y los premios a los disfraces de grupo cada año, es buena muestra de ello.
También me gustaron mucho los sobres de frenadol, están en todos lados en estos días.
Y finalmente la Gala Drag 2015. Tengo que reconocer que la ganadora de este año, dio un gran espectáculo, la Drag Valkiria. Aunque mi favorita era la Drag Bang Drag. Me encantó el traje, el número y el título de la fantasía. Pero sin lugar a dudas, el gran número fue el último, el de la Drag Grimassira Maeva, en la hora 2:18:50. Tenía motivos para ganar el año pasado, y este año estuvo a la misma altura de la actuación anterior.
Y con esto, y un pastel que tengo en el horno, hasta el año que viene fiestas carnestolendas. Tengo un año para asumir, que igual el año que viene me toca enfundarme un disfraz.

Stitch block cowl, o la mayor pesadilla de febrero

Hay veces que las cosas se atragantan, así sin más. Y eso fue lo que me pasó con este patrón.
Empecé bien, y el primer bloque lo hice bastante rápido. Seguí con el segundo, y ahí comenzó la pesadilla.
Una equivocación, dos, y tiro de la hebra.
Con el problema de que es harto difícil recuperar puntos con este patrón. Con lo cual, tiré de la hebra hasta el principio. Y de vuelta a empezar.
Comencé de nuevo, volví a alcanzar el segundo bloque, y volví a meter la pata.
Por suerte, esta vez supe deshacer el error. Volví a comenzar el segundo bloque, y volví a equivocarme.
Y así hasta casi diez veces.
Llego el momento en el que estuve a punto de dejarlo estar. Deshacerlo todo y volver a guardar las lanas hasta nuevo aviso.
Tenía en mi interior un cúmulo de sentimientos que no me dejaban pensar con claridad: frustración, enfado, hastío..
Era incapaz de volverlo a coger, e incapaz de seguir con otra cosa. La solución vino de la mano de un paseo por el muelle de mi pueblo.
Me he criado entre el muelle, el barco, los norays, y los cabos. Me siento en mi zona de confort en el muelle, donde huele a brisa marina, a gasoil, y también a pescado.
Me senté en un noray, mientras ElPatrón terminaba de acomodar unas redes. Y se me fue la pinza.
Ya se sabe que mis pensamientos son capaces de concatenarse de una manera totalmente absurda.
La cuestión es que volví a casa con el firme propósito de terminar el cuello, así fuera necesario que me convirtiera en Penélope tejiendo y destejiendo lo mismo hasta el infinito.
Iba a terminar este cuello, aunque luego no le diera ningún uso.
Y lo retomé. Y volví a equivocarme. Pero lo deshice sin pensar, de forma mecánica. Y seguí.
Y ya no me equivoqué más. El problema ahora, era otro.
Ya tenía el cuello completamente atragantado. Ya no lo veía tan bonito como cuando me decidí a tejerle, y además lo estaba encontrando enorme, y grande, y muy gordo. Las instrucciones marcaban una longitud de casi dos metros, lo que me parecía demasiado para mi. Según continuaba tejiendo, no me podía quitar la imagen de la cabeza de Lenny Kravitz y su bufanda. Pero ya me daba igual, la cuestión era acabarlo.
Tejí, seguí tejiendo. Seguí con el bloque tres, y lo terminé.
Lo uní. Y con ese aire de superioridad que da la ignorancia, lo estiré, le di forma, y me lo puse.
Ese preciso instante en el que me lo puse,  sentí hasta la música de campanillas. Igual que cuando el hada madrina convierta a la chica de las cenizas en Cenicienta: Shalakadula, chachicomula, bididibadidibu…
Oye, pues es bonito, y no queda tan grande.. Y qué calentito es… ¡Pero qué maravilla de cuello!.
Y así pasó de ser la pesadilla de febrero a convertirse en mi segunda piel. Probablemente no me lo quite hasta que llegue la primavera.

¿Cabra yo? Beeeeeeeee

Todo empezó el jueves pasado cuando fui a buscar a Emma a clase de inglés. Es uno de los pocos trayectos que puedo hacer andando, cosa que  agradezco e intento disfrutar. De pronto caí en la cuenta de este mimo que se abría paso entre la pared y el pavimento. Siempre me flipa la capacidad que tiene la naturaleza de imponerse, aunque tratemos de llenarlo todo de asfalto y hormigón.
Pero esta vez, mi atención no era captada por la naturaleza en sí, sino por lo apetecible que me pareció la planta. Supongo que en algún lado de mi cabeza se hizo una mala sinapsis, y me pareció apetecible porque me recordó a las acelgas, no sé, por pensar algo.
Afortunadamente, el resto de mis neuronas siguieron trabajando bien, y ni se me ocurrió tocarla, porque es una de las plantas silvestres más tóxicas que hay por estos lares, eso lo saben todas las cabras.
Pero, en mi cabeza ya quedó fijada la necesidad de verde, de hojas verdes, tallos, pencas, pequeños brotes,.. lo que fuera.
Y caí en la cuenta de que tengo una semana cabra. A mí me pasa, que de pronto me siento una auténtica cabra y solo me apetece verde. Que anda que no son bonitas las cabras que hay en la isla. Para muestra: dos fotos. Que se las he robado vilmente a mi primo de su Facebook. Porque ya sé que mi primo es un artista y saca unas fotos espectaculares hasta con el móvil, pero mucho tienen que ver que las modelos sean tan guapos. Cabras como ganado, porque los de las fotos, precisamente, son machos.
Cabra y ladrona, no sé qué más tengo hoy.
La cosa es que con esta, a estas alturas ya: necesidad,  de hierba, me fui al mercado esta mañana y me he puesto las botas. Acelgas, apio, lechugas, brotes de remolacha, rúcula, espinacas.. Me di el paseo por el mercado babeando.
Llegué a casa y lo mezclé todo con unos tomates cumato-cherry, un aguacate, un huevo duro y un buen trozo de queso palmero. ¡Qué rico es el queso ahumado palmero!
El cuerpo una vez más, es sabio, y me pide aquello que más necesita, sobre todo después de estos días de catarros, resfriados, y poco sol.
Después de recoger la cocina, y de guardar todas mis hierbas, me he puesto a bordar uno de esos miles de esquemas que pululan por pinterest, como recuerdo de hoy.
La grinch que había antes en mí que decía constantemente que “el amor era un rollo”, se ha inmolado al entender que el amor es mucho más grande, y que abarca tantas cosas, personas, sitios..
Porque ¿qué iba a ser de nosotros sin amor?.. Como ya dijeron por ahí: el amor mueve el mundo, aunque la mitad de las veces no seamos capaces de verlo.
Así que no solo hoy, cada día: quieran y déjense querer.

Love is an open door

Hace un rato que he venido a subir las fotos al blog, para escribir el post. Mientras se cargaban, me he puesto en la tele con Emma. Ella está jugando con sus legos, y yo me he puesto a hacer zapping. He encontrado la peli Un pequeño cambio. Recuerdo perfectamente cuando se estrenó.
Septiembre del 2010, sin ilusiones, sin esperanza y con un corazón hecho añicos….
Cuando se estrenó la película, lo último que quería, era verla. En aquel momento de mi vida, era lo más cruel que podía ver.
Recuerdo perfectamente mis sentimientos cuando salí de aquella consulta médica en la que la doctora, muy amablemente eso sí, dio una patada a todas mis esperanzas e ilusiones.
Y sin la posibilidad de huir, ni de esconderme en MiNorte, ni de meterme en mi caparazón de mejillón.
Me pasé los siguientes meses, comiendo como una autómata, trabajando, tejiendo, viviendo sin vivir.
Solo tenía que esperar. Solo tenía que dejarme llevar por la inercia de los caminos del destino.
¡Ay! Mira que a veces la vida es puñetera, y graciosa, y tiene unos giros que ni en el mejor guión cinematográfico.
Y aquí estamos, casi cinco años después, con todo recompuesto, con las ilusiones en perfecto estado y casi todos los deseos cumplidos. Anda que no tiene guasa ni nada la cosa.
Quién me iba a decir a mí en aquel momento, que hoy estaría pasando frío en una casa que es hogar, con Emma a mi alrededor, cantando esta canción en bucle infinito e incluso haciendo la performance?.
Ahora miro a aquella Violeta del pasado y me dan ganas de abrazarla con un ea ea ea.. y decirle: no te apures, que todo esto va a pasar y te espera un futuro super chachi piruli. Hubiera sido la caña, y me hubiera ahorrado un montón de malas noches. Pero la vida es así, no tiene atajos.
Con todos estos pensamientos aglutinados en la cabeza, casi no le he prestado atención a la película.
Entre la película que no he visto, los recuerdos que me ha traído y ver a Emma por todo el pasillo entonando el love is an open dooooooooor, llevo una tarde de lo más divertida.
En otro orden de cosas, esta semana la empecé con un montón de listas de esas que me encanta hacer y que terminan en la papelera cada domingo, sin demasiados cambios. Esta semana, he cumplido y casi he podido tachar todo lo que tenía para hacer.
He terminado un encargo para una de las compañeras del cole de Emma, que viene a ser la sobrina política del Gurú, así que casi es de la familia. Gorro, manoplas y cuello inventado.
Todo lo he hecho con lana Katia Merino Classic. Un ovillo y un poco más he gastado.
El cuello está hecho con 33 puntos en montaje provisional, y con punto brioche.
A los 70cm, he desmontado el montaje provisional y he hecho un Grafting.
También he terminado el 3 color cowl. Lo he hecho con ovillos que tenía en casa, en mi propósito de seguir rebajando stash. El color gris en un ovillo de Katia Laine Nylon, el color oscuro son tres fibras de Habu (una merino, una de acero, y la otra es una fibra de noséqué, las tres hebras son finísimas). Y la de color rojo, es una Stop Bambini.. Y con esto, casi cinco ovillos menos.
El cuello es fácil de hacer, entretenido, y creo que le voy a dar mucho uso, ya que este frío parece que no se va a ir próximamente.
Ayer, y siguiendo con mi objetivo de este año para los viernes = Patchwork, seguí con los cojines del salón. Ya tengo dos completos. Faltan aún otros dos, que para cuando los termine, ya tendré que poner a lavar éstos.
Pero da igual, otro de los objetivos de este año es no estresarme por nada, ni por nadie tampoco.
Y ya de último, y para rematar con redoble la semana, estamos entrando sin freno en los carnavales. Sí, esas fiestas que me gustan tanto.. A medida que Emma crece, hay cosas que no voy a poder evitar, y una de ellas van a ser los Carnavales.
De momento en el cole, nos han mandado a hacer un antifaz. Yo, que soy alérgica a la purpurina. Voy a tener que ir a terapia para superar los próximos años.

Angel Food Cake o bizcocho de roscón

Hace ya mucho tiempo que vengo con el ojo puesto en el Angel Food Cake. Este fin de semana, y previendo que no íbamos a tener mucha vida en el exterior, pensé que sería el momento propicio para hornearlo.
Tengo que decir, que ya hice un primer intento en Navidades, y que el resultado de dicho experimento fue un bizcocho muy esponjoso, un poco engorroso de hacer y totalmente incomestible.
Probarlo era un viaje directo a una subida de azúcar, fueras o no diabético. Horrible, terrible.
Me enfadé, claro. Primero con el blog de donde saqué la receta, y segundo conmigo, por no hacerme caso.
Desde que ví las cantidades de los ingredientes me parecieron un disparate, pero como el blog es uno de esos reputados, y famosos de la blogosfera, pues ahí que seguí yo, cual borrega, con las instrucciones al pie de la letra.
Después de tan desastroso experimento, no me quedaron ganas ningunas de repetir, pero dentro de mí, tenía una espinita clavada.
Como casi todo lo que tiene que ver conmigo, he dejado pasar el tiempo, y me puse a reposar yo y la receta. Hasta este fin de semana.
Lo primero que hice fue un trabajo de investigación de recetas, y me quedé finalmente con esta.
Yo no usé el molde específico para este bizcocho. El precio que vale me pareció elevado para no saber si ni siquiera me gustará el resultado. Lo hice en una quequera normal, y una vez sacado del horno, le di la vuelta al molde y lo dejé apoyado en su parte central, sobre una lata de aceitunas.
En cuanto a los ingredientes, puse lo que me pedía la receta exceptuando el sobre de gasificante rojo y azul, y lo que le puse fue un sobre de cremor tártaro.
Tengo que decir que me quedó perfecto. El merengue se montó sin problemas, y el sabor es estupendo.
A Emma le ha parecido uno de los mejores bizcochos de los que he hecho, y ahora todo el día me dice: tienes bizcocho de roscón?.
Acompañamos nuestro Angel Food Cake, con unas infusiones. Emma se ha aficionado a tomarse una también cuando por las tardes, yo me preparo un té.
Y, ahora ya sí, con la espinita sacada, sigo con mis rutinas diarias.
Entre ellas salir a caminar por las mañanas cuando dejo a Emma en el cole, me he limpiado las gafas de ver y con ello, estoy recuperando la capacidad de asombrarme con cada nimiedad que nos rodea.
Un cielo calimoso, o un cielo azul. Todo tiene su belleza, solo tienes que ser capaz de mirar.

La mejor manera de sobrevivir a este Enero, es con flores

Todos los propósitos que tenía para con el blog, para este año, han ido desapareciendo a medida que iba aumentando el frío.
El frío, el viento, y la oscuridad típica y propia de esta época del año, junto con la promesa del año de quitarme personas más pronto que tarde, me han ido sumiendo en un estado próximo a la catatonia. Voy como un autómata todo el día, incapaz de poner las neuronas a pensar y sacar la lista que tan bien confeccioné el pasado mes de Diciembre. Yo no sé por qué no hibernamos, sería una solución perfecta.
Hay días que llegan noticias, que de pronto son malas. Que las sientes como una jarra de hielos en la cara, y que te llevan con pase directo a la fase de la negación. Pero respiras, y aflojas los puños, y los dientes. Y llega la frustración. Que también pasa. Y antes de que llegue la pena, decido intentar ver el vaso medio lleno, si es que en medio de todo esto, puede haber algo bueno. Y la única conclusión es que el tiempo puede que sea un regalo. Y que este tiempo sea un buen momento para asumir, para volver a ver, y para hacer trinchera y poder ayudar a los que lo van a pasar peor cuando el tiempo venga a cumplir su promesa. Y no hace falta que el lazo sea directo para sentirlo mucho, sobre todo por los que se van a quedar huérfanos, aunque hace rato que hayan pasado ya los cuarenta. Y sigo así, divagando, con las manos frías, y en estado autómata.
En un momento de iluminación, he aprovechado el impulso del pensamiento intentando buscar una solución rápida y eficaz, para despertarme de este atontamiento general que padezco.
Y de pronto he parado la vista en las orquideas. Como si me estuvieran mandando mensajes, nada subliminales.
Cinco orquideas, todas floreciendo. Esto es una señal. La vida sigue, la vida sigue su curso. La naturaleza sigue haciéndonos los mejores regalos.
Hace menos de un mes han abierto un vivero cerquísima de casa. Tan cerca que podría ir andando, que además es recomendable, así no me vuelvo loca cogiendo flores, que luego no puedo cargarlas.
Tiene de todo. Flores, árboles, arbustos, cactus.. y sobre todo vida. Es innegable el efecto reparador que tienen las plantas.
Así que me ha parecido la mejor manera para sobrevivir a lo que queda de invierno. He comprado petunias, pensamientos, y algunos bulbos. Ya en casa he vuelto a trasplantar el aguacatero y  he arreglado las brincas que estaban saliendo asilvestradas en una de las jardineras.
Y como si fuera magia, parece que toda la energía de la casa se hubiera cambiado.
Me han dado ganas de encender los fogones y todo.
Garbanzos picantes con arroz fue el menú de ayer. Muy sencillo y muy gustoso. Llevo haciendo esta receta hace más de 10 años. Estas cantidades son para dos platos.
En el caldero se pone un poco de mantequilla a derretir con un chorrito de aceite de oliva, y se ponen dos ajos machacados, una guindilla (o más, dependiendo del gusto), unos trocitos de jengibre fresco también machacado, media cebolla grande picada, y también sal. Se deja sofreír bien, moviéndolo de vez en cuando. Cuando la cebolla está transparente se añaden dos cucharaditas de cilantro molido, y una de cúrcuma. Se rehoga un poco, y se añaden tres tomates pelados y cortados pequeñito. Se deja pochar a fuego medio durante unos 10 minutos. Dándoles vueltas. Pasado ese tiempo se echan los garbanzos cocidos. Yo usé unos que tenía guisados, pero se puede hacer también con un bote, con los garbanzos escurridos. Se añade el zumo de medio limón, y dos cucharadas de postre de garam masala. Si tiene poco caldo, se puede añadir un poco de agua. Se baja el fuego y se deja cocer durante 15 minutos, vigilando de que no se queden secos. A la hora de servir, se le pone un poco de cilantro fresco picado por encima, y el libro también aconseja servirlo con granadas.
Para este frío es un plato estupendo.
Y para el postpandrial, el mejor pasatiempo estos días están siendo los poemas de los hermanos Abu-Tahoun y de Diego Ojeda. Casi podría decir que han sido el mejor regalo de estas Navidades.

Superar los 2 minutos críticos

Hace unas semanas mi admirado Ibán Yarza, tuvo a bien compartirnos su receta del Roscón de Reyes, en el programa de David de Jorge (RobinFood). Fue el empujoncito que me faltaba para intentarlo.
He hecho dos pruebas, una el domingo pasado y la otra hoy mismo.
He seguido la receta y el procedimiento al pie de la letra, con solo una diferencia entre pruebas.
La primera prueba la hice a mano, y con fermentación corta a temperatura ambiente. Esto es, que amasé con mis manitas, y respeté los tiempos de levado en la cocina.
La segunda, la hice en Thermomix, siguiendo el mismo orden. Amasando en velocidad espiga, y con 3 minutos de tiempo. Respetando también los tiempos de espera. La única diferencia, es que después del boleado y formado, puse el roscón en la bandeja de horno con la forma definitiva, lo tapé y lo dejé toda la noche en la nevera. Esta mañana, bien temprano, y haciendo un simulacro de lo que será mañana por la noche, calenté el horno y pa’dentro.
Realmente las diferencias entre una y otra forma no son sustanciales, al menos no en el sabor.
La gran diferencia es la comodidad de no ensuciarte las manos, y no tener que pasar por esos dos minutos críticos.
Al principio mezclas con la cuchara todos los ingredientes, menos el azúcar y la mantequilla. Añades el azúcar y aquello empieza a descontrolarse. La masa se vuelve pringosa, aunque sigue siendo manejable. El colmo viene al añadir la mantequilla. Ahí ya no hay forma de manejar la masa, se pega a todo. ¿Por qué estoy yo tan incómoda con esta masa pringosa entre manos, si en la tele a Ibán y a David, se les ve tan sonrientes y a gusto?. Y ahí, te invade una sensación de esto no está bien, lo mejor será hacerlo desaparecer. Cruza por tu pensamiento la idea de tirar la masa deforme y pegajosa a la basura, a la voz de ¿qué necesidad tengo yo de meterme en estos jaleos, si un roscón vale 5€?.
Dos minutos críticos, como cuando colocas por primera vez el bastidor en tu quilt para acolchar, y no sabes dónde poner las manos, ni como tirar de la aguja, y te vas poniendo nerviosa, y no termina de salir.. y parece que el tiempo no pasa y la cosa no mejora.. Pero si no tiras la toalla, de pronto, y como magia, la sensación de incomodidad empieza a mitigar, y las puntadas empiezan a salir parejas.. Y cuando te has dado cuenta, han pasado cinco minutos, y ya has acolchado un pequeño trozo. Te separas del bastidor y admiras el trabajo. Sí, ha merecido la pena soportar y superar esos dos minutos críticos, porque el resultado lo merece.
Lo mismo pasa cuando comienzas a tejer con cinco agujas, la hebra a la izquierda. No sabes dónde poner los dedos, y ya no recuerdas ni por dónde tenías que meter la aguja. Maldices el momento en que decidiste hacer calcetines, ¿para qué?, si los hay preciosos a unos pocos euros.. Pero aguantas, y sigues empeñada en domesticar tus falanges para que consigan terminar una vuelta entera. Y cuando te vienes a dar cuenta, llevas tejiendo un buen rato, y ya tienes cierta velocidad, y el calcetín empieza a tener forma.
Dos minutos. En muchas situaciones hay que aguantar estoicamente esos dos minutos, porque el resultado bien merece la pena.
Apretas los dientes, y esperas, y sigues. Dos minutos críticos. Y la crisis habrá pasado.
Este es mi primer propósito de año nuevo. Darle a todo, al menos, ese margen de tiempo.

Final de Adviento (III)

Primera semana de vacaciones de Emma. Ha sido como el día de la marmota. Cada uno de los siete días de esta semana, al despertarse, me ha dicho: hoy es (inserte aquí el día de la semana correspondiente), vamos al cole!!
Como una radio despertador, que no admite alterar sus rutinas diarias.
Cada día hemos pasado los primeros 15 minutos, yo explicándole que está de vacaciones y no hay cole, y ella erre que erre con “que llegamos tarde, vamos al cole”.
Menos mal  que se le olvida, y sale de la cama, y desayuna, y se pone a ver la tele. Como a las dos horas, vuelve a caer en la cuenta de que es (inserte aquí el día de la semana correspondiente) y no está en el colegio.. Y vuelta a empezar. Sí, muy día de la marmota, esta primera semana.
Meanwhile, hemos seguido con nuestras actividades de Adviento: hemos horneado galletas, stollen, tarta de queso, y panes varios. Hemos colgado las estrellas de dry clay que hicimos la primera semana.
Asamos un pollo con todos los frutos secos que nos sobraron del stollen, y que va a formar parte de las recetas improvisadas que te hacen salivar durante toda la hora que el pollo está en el horno.
Hicimos una cena de primos, hermanos, ahijados, que Emma no disfrutó, pero que yo sí.
Y mucho. Era la primera vez que organizaba algo con Emma dormida. Un grupo selecto y reducido en el que se cuentan mis dos hermanas (una ahijada), una prima-comadre, dos primos segundos (uno compadre, otro ahijado). Dimos buena cuenta de un foie-grass traído directamente desde Francia, una morcilla de Burgos, unos buenos tomates de Tiscamanita, y un pan de un kilo, amasado con estas manitas. Así como una botella de vino conejero. Reímos, hablamos bajito, y chismeamos. Y que viva el chisme, qué sería de una cena sin chisme!.
La Nochebuena la pasamos en casa de mis padres, con una buena parte de la familia. 22 personas sentadas en una mesa enorme que mi padre montó. Y la Navidad, y como viene siendo habitual, la celebramos comiendo sobras de la noche anterior, dormitando en el sofá, y yendo a visitar el Belén Gigante que hacen en mi pueblo.
Gracias a las lluvias de este mes, el Belén está verde, muchísimo, y es una maravilla pasear por toda el montaje, con frío (está siendo un diciembre bastante frío para lo que suele darse aquí), y ataviadas para la ocasión, estrenando los regalos que trajo Papá Noel.
Y así terminamos toda nuestra actividad de Adviento. Ha sido fantástico y muy divertido ir sacando cada día un papelito y ver qué teníamos que hacer. He sacado una foto cada día de nuestra actividad, y he ido escribiendo pequeñas notas, en los mismos papelitos, sobre cada día. Se me ha ocurrido la idea de montar un álbum de fotos con estas 24 actividades, para tenerlo de recuerdo. Ni que decir tiene, que el año que viene habrá más.