Alimentando barrigas ajenas, para digerir la frustración

Llega la noche, después de un día agitado entre escapes, frustraciones, y diálogos.
La misión pañal se está complicando por momentos. Y no puedo sino pararme y reflexionar. Realmente todo ha sido tan sumamente fácil en esta aventura de tres años y medio, que he perdido la objetividad en el asunto, y apenas una piedra en el camino y ya me creo que hemos perdido la batalla. Es como cuando era estudiante de bachiller, tan acostumbrada siempre al sobresaliente, que un notable me sentaba como un suspenso. Y es ahí donde me pierdo. Pierdo perspectiva. Pierdo visibilidad.
Se me hace muy difícil aceptar que lo que está condicionando toda esta etapa son mis expectativas, que se ven aceleradas por esas “condiciones” que se impone propone desde los colegios. La entrada inminente al cole, me está obligando a darme prisa en algo que debería ser mucho más lento. Y sin darme cuenta, voy dejando que nos comparen con otros, y también sin darme cuenta, mi seguridad en mi instinto maternal y en ella, empieza a tambalearse. Y ahí es donde se abre hueco la frustración, la inseguridad, incluso el miedo.
Esta semana pasada, fueron días de bloqueo. Y tuvo que caer la noche. Sentarme aquí mismo, empezar a devorar toda clase de artículos sobre pises, cacas, y pañales, y por fin desterrar toda la frustración que estaba haciendo campamento en mi consciente. Y pienso, y evalúo, y finalmente cambio de táctica.
Y llega la noche, y asoma la Luna. Y respiro hondo y me dedico a poner en movimiento mis manos. Con la obsesión el firme propósito de seguir rebajando stash, me pongo a ganchillear posavasos. Realmente este cometido de ir eliminando ovillos, si que va bien. La 10 stitch blanket va viento en popa. Rozando el metro por metro, y ya puedo taparme con ella mientras tejo. Mi stash de mississippi va llegando a su fin, así que estimo que la medida final será de  1,5m, cuadrada.
Me doy cuenta de que para mí, es necesario antes de meterme en la cama hacer dos cosas: tejer-ganchillear-coser-bordar, y leer un poco. Si hago estas dos cosas, siento que duermo descansada de cuerpo y mente, y me levanto de otro humor. Bueno, del humor esperado a las 5:30am.
El fin de semana lo pasamos más tranquilas, intentando respirar hondo, y aceptar que todo en la vida no responde a ciencia exacta, y que aunque las cosas no salen según nuestras expectativas, no tienen por qué salir mal.
Y como siempre la mejor manera de olvidar la frustración es meterse en la cocina. Estos días ando descubriendo nuevos sitios de recetas muy recomendables. He repetido varias veces esta ensalada de pimientos asados con ventresca de atún. Y aprovechando que los morales de mi tío el mecánico agricultor están en su máximo esplendor, ando comiendo moras en cualquier momento y de cualquier forma. Con yogur griego y avellanas es simplemente un manjar.
Ayer domingo, preparamos comida para cuatro, y nos metimos en el coche. Si hay algo que me guste más que cocinar, debe ser convidar con lo que he cocinado a la gente que quiero. Se me hace bastante difícil explicar por qué realmente es importante para mí este hecho. Pero la realidad es que siento una inmensa gratitud al sentarme en la mesa, con esas personas que están siempre por nuestro alrededor, y llenarles los platos de lo que quiera que se me haya ocurrido preparar ese día.
Con la barriguita llena, los ánimos sosegados, y un buen baño de mar, volvemos a casa. La semana empezando, y nosotras firmes y seguras en nuestros pasos.

5 opiniones en “Alimentando barrigas ajenas, para digerir la frustración”

  1. Tú misma te has dado la respuesta: cuando te quitas de encima las "condiciones" autoimpuestas todo fluye.
    Dejará el pañal cunado este preparada, ni antes, ni después; y no hay manual ni técnica que pueda con eso.
    Ya sabes que a mi lo de cocinar no me gusta nada, pero comer bien, sí,mucho. Cuando no tengas a quién invitar, avisa.

  2. Lo del pañal es más sencillo de lo q te imaginas…los problemas les solemos poner los mayores.
    Lo fundamental es no agobiarse y no agobiar a tu peque.
    Con el mayor lo conseguimos a los 2 años y medio, en un par de días, por el día, claro…el pañal de la noche lo mantuvimos otros 2 años más.
    Con la nena lo vamos a intentar este mes de agosto, ella ya lleva unos meses queriendo hacer pis "donde los mayores", tenemos un adaptador de su hermano y la ponemos de vez en cuando para q le pierda el miedo y ella encantada, aunque solo ha conseguido hacer pis una vez.
    Lo q me extraña es q tu nena no te haya pedido quitarla el pañal todavía, a los míos les molestaba y estuvieron encantados cuando se lo quité.
    Tranquila, a punto de cumplir los 3 añitos, puede superarlo sin problema.
    Una sugerencia…compra las braguitas q ella elija, de princesas, de flores, de colorines…con mi niño el estímulo fueron unos slips de Pocoyó 😉

  3. Hola Violetazul , me ha gustado leer algunas de tus historias cotidianas . Eres muy valiente escribiendo sobre tu vida , tan en abierto ! Vendré a leerte y ver tus preciosas fotos y escudriñar sobre los libros que lees . Yo también soy lectora y me gusta que me recomienden buenos libros .
    Gracias por tus palabras en mi blog .
    Besos.
    Adelina

  4. Me imagino la presión de tener una fecha para dejar el pañal… me pone hasta de mal humor pensar en tener que acelerar un proceso que lleva su tiempo y su madurez simplemente porque toca empezar el cole…
    Esa ensalada de pimientos y atun y ese ¿shepard pie? me estan haciendo babear pero de verdad, que hambre tengo!

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