Un grito, como un salvavidas

Cuando LaPequedelaCasa, era muy peque, tomó una ligera manía de ver a todas horas Bambi. Se acostaba en el cuarto de los papis, y pedía que le pusieran el video a funcionar. Ella, con sus flecos, su pelo muy negro, su chupete, y sus ojos expresivos y oscuros a partes iguales, se quedaba perdida en la película del cervatillo y su amigo Tambor. Y entonces llegaba la temida escena, en la que llegan los cazadores, y la mamá de Bambi lo empuja a correr…
Entonces LaPequedelaCasa escupía el chupete, y gritaba: papáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
Y donde quiera que estuviera ElPatrón dejaba de hacer lo que quiera que estuviera haciendo y salía corriendo. Llegaba al cuarto, y presionaba la tecla stop. Hacían un breve intercambio de miradas, hasta que LaPequedelaCasa recogía el chupete, lo colocaba pausadamente en la boca de nuevo, y asentía con la cabeza. ElPatrón presionaba la tecla rewing, y luego play again.
Así cada día, durante el tiempo que estuvo obsesionada con Bambi.
Por aquel tiempo, yo estaba fuera de casa, y cuando llegó el verano volví y ví lo que pasaba.. recuerdo que me impactó.
Hace poco me dijeron que las películas de dibujos animados son para niños, y como otras muchas cosas en la vida, no hay que darle una tercera vuelta de tornillo para descubrir la quinta pata del gato. Yo soy imperfecta, y no puedo evitar hacerlo.
Hoy, que me siento aplastada por este calor, por esta crisis, por esta existencia.. cómo me gustaría gritar para que alguien viniera a oprimir el botón de stop… o bueno, tampoco me importaría un pause.