La expresión aramea Talitá kum se encuentra en el Evangelio de Marcos, capítulo 5, versículo 41. Traducida significa: «Niña, yo te digo, levántate». Jesús dirige estas palabras a la hija de Jairo, una pequeña de doce años yacente a la espera de sus funerales. Pronunciadas estas palabras, Jesús tomó su mano y ella inmediatamente se levantó y caminó.
No es que ahora me haya dado por leer la Biblia, aunque todo se andará. Escuché esto en un reel en IG, y me dio curiosidad. Lo he buscado y lo he adaptado mi cuestión.
Aplicado a mi rollo, equivale a mi Keepgoing. O: ¡Camina!
Ahora mismo, no creo que venga ningún Mesías a darme la mano, ni a decirme el Talitá kum, así que seré yo misma, o tu mismo que lees, el que deberá darse la mano, el empujón o la patada en el culo. Yo (tu) veré lo que me hace más falta según el momento. Lo que tengo claro es que hay que levantarse, seguir, caminar.
Durante algún tiempo esperé. Esperé porque creía que ese empujón debía venir de afuera. Aprendí a base de esperar más de la cuenta que la mano en la que debía apoyarme para levantarme, era la mía.
Como la mar. Ir y volver, con olas o sin ellas, con mar de fondo o en calma. Seguir. Continuar. Levantarte y seguir.
Me doy cuenta de que de todo lo que aplico cada día, de todos los consejos que me doy, y de todas las cosas que he ido aprendiendo, esto, es lo que llevo en el ADN. Durante las vacaciones, hablé mucho de todo esto, porque sorpresa: vivo rodeada de gente tan intensa como yo, que reflexiona y va a lo profundo; ya dicen que de casta le viene al galgo…
La filosofía o enseñanza de cualquiera de estos tres mantras, porque para mi ya son mantras, es el pilar de mi día a día. Seguir, siempre seguir. Levantarme. Caminar. Con pena o con alegría, pero seguir.