Hay veces que las cosas se atragantan, así sin más. Y eso fue lo que me pasó con este patrón.
Empecé bien, y el primer bloque lo hice bastante rápido. Seguí con el segundo, y ahí comenzó la pesadilla.
Una equivocación, dos, y tiro de la hebra.
Con el problema de que es harto difícil recuperar puntos con este patrón. Con lo cual, tiré de la hebra hasta el principio. Y de vuelta a empezar.
Comencé de nuevo, volví a alcanzar el segundo bloque, y volví a meter la pata.
Por suerte, esta vez supe deshacer el error. Volví a comenzar el segundo bloque, y volví a equivocarme.
Y así hasta casi diez veces.
Llego el momento en el que estuve a punto de dejarlo estar. Deshacerlo todo y volver a guardar las lanas hasta nuevo aviso.
Tenía en mi interior un cúmulo de sentimientos que no me dejaban pensar con claridad: frustración, enfado, hastío..
Era incapaz de volverlo a coger, e incapaz de seguir con otra cosa. La solución vino de la mano de un paseo por el muelle de mi pueblo.
Me he criado entre el muelle, el barco, los norays, y los cabos. Me siento en mi zona de confort en el muelle, donde huele a brisa marina, a gasoil, y también a pescado.
Me senté en un noray, mientras ElPatrón terminaba de acomodar unas redes. Y se me fue la pinza.
Ya se sabe que mis pensamientos son capaces de concatenarse de una manera totalmente absurda.
La cuestión es que volví a casa con el firme propósito de terminar el cuello, así fuera necesario que me convirtiera en Penélope tejiendo y destejiendo lo mismo hasta el infinito.
Iba a terminar este cuello, aunque luego no le diera ningún uso.
Y lo retomé. Y volví a equivocarme. Pero lo deshice sin pensar, de forma mecánica. Y seguí.
Y ya no me equivoqué más. El problema ahora, era otro.
Ya tenía el cuello completamente atragantado. Ya no lo veía tan bonito como cuando me decidí a tejerle, y además lo estaba encontrando enorme, y grande, y muy gordo. Las instrucciones marcaban una longitud de casi dos metros, lo que me parecía demasiado para mi. Según continuaba tejiendo, no me podía quitar la imagen de la cabeza de Lenny Kravitz y su bufanda. Pero ya me daba igual, la cuestión era acabarlo.
Tejí, seguí tejiendo. Seguí con el bloque tres, y lo terminé.
Lo uní. Y con ese aire de superioridad que da la ignorancia, lo estiré, le di forma, y me lo puse.
Ese preciso instante en el que me lo puse, sentí hasta la música de campanillas. Igual que cuando el hada madrina convierta a la chica de las cenizas en Cenicienta: Shalakadula, chachicomula, bididibadidibu…
Oye, pues es bonito, y no queda tan grande.. Y qué calentito es… ¡Pero qué maravilla de cuello!.
Y así pasó de ser la pesadilla de febrero a convertirse en mi segunda piel. Probablemente no me lo quite hasta que llegue la primavera.
Quien la sigue la consigue 😉 Esto de que se atraganten a la mitad es una pesadilla, les cojes una mania… Pero bueno, en tu caso le has sabido dar la vuelta y ahora lo disfrutaras mucho.
Realmente es muy bonito
ES chulisimo!!!
y que paisaje!!!
felicidades!!!
de pesadilla a pasado al amor,..
jajajaja
Te quedó preciosa!!!
Las fotos son muy bonitas, reflejan muy bien ese ambiente de costa, con aroma a sal…
Besos !!!
Precioso esa combinación de fondo y colores.