Llegó diciembre como una exhalación, aunque estaba esperándolo como loca. Llegó y casi me cogió desprevenida.
Pero nada que no se arregle con una madrugada delante de la agenda, y del ordenador. Se hace un planning mensual en un periquete, y se arma el calendario de Adviento con la ligereza propia de una bailarina.
Este año me hice con las velas de Adviento de Ikea, y ya el domingo pasado encendimos la primera, como marca el calendario. Ese mismo momento fue también el propicio para encender el horno.
Sospecho que este mes de Diciembre, estaré trabajando para pagar el recibo de luz que ha de venirme en Enero, al precio que está la energía eléctrica, y dada la intención que tengo de prácticamente hornear todo el día, no me va a quedar otra. Pero me va a dar igual, hornear en Diciembre es norma de obligado cumplimiento, casi como poner el árbol, y mandar postales.
Lo primero que horneamos, fueron una buena tanda de galletas de mantequilla. Encontré un sello de estampar galletas, y la verdad, estaba deseando probarlo. No contaba con que fuera tan complicado estampar, la verdad. Pero aún así, quedaron una galletas monas (palabra que ahora usa Emma cada tres frases), aunque lo mejor es que están muy ricas.
Por otro lado, hacía tiempo que quería profundizar en las masas y repostería nórdica, y ya sabes, cuando se desea algo, el Universo conspira.. Un día, no sé bien cómo, descubrí esta página, y cuál fue mi sorpresa, al ver que tenía talleres de masas y reposterías varias, on line. La verdad es que no me lo pensé mucho más, y me inscribí. No pude haber acertado más. Recomiendo con pasión desaforada estos talleres.
De momento he hecho dos de las recetas que nos han explicado. Ambas, con nombres impronunciables.
Karjalanpiirakka o pasteles de Karelia, fue la primera, un pastel salado que se acompaña con una especie de toping llamado Munavoi (mantequilla de huevo), que preparé y dejé al alcance de una niña de 4 años. Cuando vine a darme cuenta se había comido más de la mitad. Así que los pasteles se quedaron con un discreto toping. Los cené con unas piparras dulces que he encontrado en mi nueva tienda preferida de mi pueblo. Es un entrante muy rico, y más fácil de hacer de lo que realmente parece. Así que es más que probable que vuelva a hacerlo próximamente, en los agasajos a familiares y amigos que tengo planificados.
La segunda receta que he hecho son los Lussekatter o bollos de Santa Lucía. Esta receta tiene dos cosas que me llamaban mucho la atención, primero que la masa lleva azafrán, y segundo que hay que hacer un amasado francés, al que le tenía el mismo respeto que ganas.
Prueba superada, y definitivamente, he encontrado el tipo de repostería que más pega conmigo.
Voy a tener que amasar mucho, para ir sacando unos buenos brazos y para gastar un mínimo de todo lo que me estoy zampando.
Como el año pasado, estamos otra vez disfrutando mucho de nuestro calendario de Adviento de actividades. Con una niña mas mayor, es más divertido. Ella pinta, recorta, pega… Yo me dedico a hacer fotos y a mirar. Y apuntar todo.
Me he comprado una libreta y un juego de bolígrafos monismos, para dejar constancia de todo lo que nos traerá este diciembre.
Pero que cositas mas chulas tieneees!!
Esas velas me han enamorado!!!
Feliz puente 🙂
Nada, que en ese universo paralelo que me monto a veces, me imagino yo a tu lado junto al horno, superando mi cegueza crónica en artes culinarias y aprendiendo reposteria contigo. Suerte que por soñar aún no cobran, porque apunto alto.
Estoy con glaram … quiero unas navidades contigo chona!!!