La Primavera ha llegado a esta casa, o mejor a esta familia, de manera arrolladora, causando estragos.. O tal vez ha sido el Invierno, que ha querido ser especialmente duro este año, hasta cuando se iba?
Anyway, la cuestión que de pronto, en esta familia que hemos gozado de buenísima salud, se ha instalado la enfermedad. Todo empezó un viernes a medio día, en la que ElPatrón de un mal paso se rompió el tendón femoral: inmobilización-quirófano-más inmobilización-rehabilitación. Y cuando parecía que nos hacíamos idea de todos los cambios logísticos que iban a tener que darse, para que el engranaje familiar siguiera moviéndose, LaMamma cae fulminada por un herpes zóster, (y todavía me dicen que no me dan la segunda dosis de la vacuna de la varicela para Emma,.. dejo el tema que combustiono y pongo todo perdido.. aunque amenazo con volver con el tema).
De pronto y porrazo, los pilares de esta familia que ya tiene pseudofamilias, están en cama y con necesidad de ser ayudados, consolados, acompañados.
No me puedo quejar, entre los cuatro hemos salido raudos y veloces a posicionarnos en nuestros puestos para que el engranaje siguiera girando y para que ellos sigan evolucionando favorablemente, aunque por delante tengamos todavía algunas semanas de reposo relativo por ambas partes.
He de ser franca, no ha sido tan difícil. Hemos podido capear todas las situaciones. Pero… hay un pero..
Y como casi siempre ocurre conmigo, el pero no es tangible, no es visible, no es fácilmente explicable.
De repente he tomado conciencia de eso que se dice: que la salud es importante, y de que la ley de la vida es una y no tiene forma de alterarse. Asumir que los años pasan para todos, y que el camino es uno, que hay que asumirlo, conocerlo e incluso reconciliarse con él, no me está siendo del todo fácil.
Sé que tengo recursos suficientes para poder seguir andando, para acatar y entender. El tiempo me va a ayudar. Estos días he necesitado de un lugar seguro en el que esconderme, en el que sentirme abrigada y a salvo, y como si alguien monitoreara mis movimientos he sacado de un cajón perdido, la mini-manta que le cosí a mi abuela en el año 2001, y que volvió a mis manos cuando ella se fue. Es curiosa la sensación que me regala cuando me abrigo con ella.. La mente es poderosa, y los recuerdos.. o tal vez, sea la magia?
Formando parte de esos recursos terapéuticos, he sacado las telas. En medio de todo este trajín de ir y venir, se me ha emperejilado coser. Quiero coser. Pero no coser cualquier cosa. Quiero empezar a coser cosas que me pueda poner. Vestidos, faldas, blusas… Tengo unos cuantos metros de tela que son apropiados para esta tarea. Y tengo la idea clara, pero no ha terminado de llegar el arrojo necesario que me haga sacar las reglas y el papel de patrones. De momento tengo las telas a la vista, para que cuando venga la inspiración me encuentre totalmente preparada.
Por otro lado, he empezado a darme cuenta de que algo no está bien conmigo. Llevo tiempo observando que en cuanto llega la primavera me entran unas ganas tremendas por hacer-tejer-ganchillear mantas. Supongo que los inviernos, me dejan aterida y maltratada, y en cuanto se van pienso que “el año que viene no voy a pasar este frío”. Con este pensamiento en la cabeza, y el principio primero y más importante de este año: gastar el alijo lanero; me he puesto a ganchillear grannies con todos los restos de lana de calcetines que tenía por casa. Casi sin darme cuenta tengo ya 70. Y todavía hay restos! Parece que no se acaban nunca!
Pero si tengo que ser sincera, en estos días lo más terapeútico es coger el coche y poner rumbo Norte. Ver a la pequeña Olivia, comer con ElGurú y LaYogui, darnos paseos por la costa, y recoger margaritas.
Siempre tiro a la costa Este de mi norte, pero estos días que hay viento, y que el tiempo es un poco más fresco, es ideal hacerlo por la agreste costa Oeste… Y ese castillo.
Me doy cuenta estos días, que mi vida se divide en dos partes: cuando no era mamá y desde que soy mamá.
Cuando no era mamá, era habitual ponerme en modo mejillón, cada vez que las cosas se torcían o cada vez que el mundo me parecía un sitio hostil. Desde que soy mamá, el modo mejillón no es compatible… es más ni siquiera es apetecible. Pero tengo que admitir, que un castillo como el de MiNorte, donde quepamos las dos, se me antoja algo muy muy necesario en ciertas ocasiones.
Me conformo con poder sentarnos en su escalera, y contar las nubes.
Coincido plenamente en esa división cuando no era mamá – ahora que soy mama, y todas las cosas que no podemos/queremos permitirnos.
Cada texto y foto a foto consigues que me vaya enamorando de tuNorte y tuIsla y eso que ni siguiera sé cúal és! Definitivamente tengo que agenciarme una hucha y empezar a ahorrar para una visita…
Te entiendo, esa naturaleza que es como debe ser y hace ver a los padres envejecer y enfermar es en una palabra….una mierda, yo lo aprendí ya hace tiempo.
Si necesitas apoyo para las costura no dudes en preguntarme.
A nuestra familia le pasó el año pasado, este ni un constipado nos rozó, y créeme que me sorprende, incluso me extraño, pero no me voy a quejar de una temporada de suerte eH!! que ya tocaba…
Espero que vuestra tormenta amaine y vuestro barco siga viento en popa… y a toda vela…
Seguiremos por aquí cerca 🙂
Besos y cuidaos!!!
Vaya!! 🙁 estos días no han sido demasiado buenos por mi casa tampoco… aunque tarde, mucho ánimo para pasar estos días y mucho cariño para tus papis.
Un abrazo!