Tal día como hoy….

Hace exactamente 21 años, tal día como hoy, mi padre estaba en casa, cosa especial en aquella época, no piensen mal, trabajaba fuera de casa.

Nos levantó a mi y a mi hermano Luis y nos llevó al colegio, cuando nos dejó allí, nos dijo que seguramente hoy nacería nuestro nuevo hermanito.

A las doce y media del medio día, estaba lloviendo, cosa especial también aquí, que no llueve casi nunca. Mi padre tenía puesto un plumas de color marrón cuando nos recogió del colegio. Fuimos directamente al hospital. Mi padre se bajó del coche y nos dijo que esperáramos allí.

Cuando volvió al coche, tenía una sonrisa amplia, de satisfacción. Era una niña, y bastante gordita, mi mama estaba bien y la nena también.

Nos fuimos derechitos a casa de mi abuela, que estaba esperando noticias tranquilamente, cosa especial porque es la mujer más nerviosa que conozco. Le comunicamos las buenas nuevas y nos dio de comer unas papas con huevo porque con la emoción, mi papa se había olvidado de alimentarnos.

Pasaron algunos días hasta que la nena tuvo nombre: Aceysele. Nombre especial también.

Y tuvo que pasar más de una semana hasta que la pudimos ver Luis y yo, porque la chiquitina “ingirió líquido amniótico teñido de meconio”, nunca nunca, he sabido lo que es, pero no me he podido olvidar de eso.

Pues como ven, ese día se dieron varias “cosas especiales”, y así es ella. Muy muy especial, por su inteligencia, por su madurez, por su forma de pensar, pero sobre todo por su mala leche ;))

Guapa, Feliz Cumpleaños!!!!

¿Dónde está mi príncipe?

Tengo un amigo que siempre me dice princesa, princesita, para ser exactos. Tanto me lo ha dicho, que a estas alturas de mi cuento, yo me lo he creído. Y eso que hay infinidad de cosas que atestiguan lo contrario. Sin embargo es tal la fuerza de sus palabras y el empeño en las frases, que como les cuento me lo he creído.

Así que he asumido mi puesto, y aquí me hallo, embutida en unos vaqueros; porque las princesas del siglo XXI van en vaqueros y no con los incómodos trajes con cancán que se enredan en todos lados; delante de un ordenador trabajando, porque las princesas de este siglo han de ganarse el pan para vivir, en lugar de la vida contemplativa que llevaban antes. Conduzco un citroen saxo, porque aunque tengo corcel, se hace impracticable llevar un carro con caballos por las calles de este siglo. Mi castillo se ha convertido en un piso primero de 65 m2 que aún no me ha entregado la constructora, porque en este siglo el negocio es la especulación con el suelo, así que mi castillo se ha visto muy reducido por la imposibilidad de pagar la tremenda extensión de tierra que una princesa de mi categoría debería poseer.

Así que lo único que me falta es el príncipe!!! Dios-mío, ¿a ver si ahora no voy a poder ser princesa por no tener un príncipe de la época?. Porque las princesas de verdad tienen un príncipe con mallas, normalmente de color azul (por eso del príncipe azul), que ha de venir de lejos con un matrimonio pactado con los papis, dispuesto a desposarlas para que dedique su vida a cuidarle.

Casi que estoy pensando que como yo no soy la princesa tradicional, mi príncipe tampoco lo será. El príncipe que se adapta a esta princesa debería tener autonomía (tanta como la mía), y no debería esperar a que yo le haga las cosas, ni tendríamos que vernos a diario, ni tendríamos que compartir todo… Un momento!!! un príncipe de estos sí que tengo!!!.

Por Dios ¡qué susto! por un momento creí que perdía el título, ¡con lo bien que me queda!.

Pequeños Placeres

Hace tiempo leí un libro (me acabo de dar cuenta de lo que me repito!!!, bien es cierto que uno es lo que lee, ¿no?), llamado “Pequeñas infamias” de Carmen Posadas. Dicho libro ganó el Premio Planeta en 1.998 (valga como dato). La sinopsis del texto no se las voy a dar porque terminaría por destriparlo y no es esa mi intención. La cuestión es, que a mí como lección de esta lectura me quedó que no hay nada en la vida que no tenga importancia, ni las verdades, ni las mentiras, ni las infamias, ni los halagos.

Esto viene a cuento, porque hoy me siento analítica, y he hecho una lista de las cosas que me hacen muy feliz. Me hace tremendamente feliz recibir un paquete por correo, esos instantes antes de abrirlo en los que le das vuelta, relees el remitente, lo tocas, lo hueles… rompes el papel y sacas su contenido…¡Ah! Placer!; Me hace tremendamente feliz escuchar a varios cantautores, esos primeros acordes, las primeras frases, el canto que se te cuela por los oídos… y de repente te sientes totalmente comprendido e identificado por lo que se canta…¡Ah! Placer; Me hace tremendamente feliz despertarme a las 3:00 am, y ver el reloj, para hacer un cálculo rápido y caer en la cuenta de que aún me quedan otras tres horas más hasta que suene el despertador. Esto último me causaba tanta alegría que cuando me acompaña de noche el ángel de la Guarda, me despierta para que vea cuantas horas me quedan aún, dándome siempre la buena noticia… ¡Ah! Placer!. Me hace tremendamente feliz recibir una llamada de madrugada, para que alguien con voz de trapo me salude un poco, me cuente como han ido el trabajo, y al final temine adoptando una personalidad infantil que precisa mis mimos… ¡Ah! Placer!…. Y así una lista de pequeñas cosas que me hacen tremendamente feliz. Y aquí viene el análisis: Si todo eso me hace sentir bien, ¿por qué no me acuerdo cuando me siento mal?.

Cuando no puedes con el enemigo…..

Mi madre me encomendó a la virgen de Guadalupe

tomé mi guitarra, mis cosas y me fuí rumbo al norte

cruzé la aduana de Guatemala con más miedo que ganas.

Entré recogiendo las musas que dejaron tiradas


Chava Flores, José Alfredo y el mismo Agustín Lara

y con los restos fuí formando un Quién Diría

y una Primera Vez, y estaba Solo

con un Jesús Verbo No Sustantivo en la garganta…

Estaba en México,sin un centavo me sentía un hombre de éxito


México, México,

el destino me pintó el camino

que me trajo hasta aquí…

No sé si fueron los tequilas pero hablé con Negrete


aquella noche en el Tenampa que acabó al otro día

y en División del Norte tomé un taxi que después fue canción…

Estaba tan desesperado esperando su turno


con una ensarta de canciones el Animal Nocturno

y el miedo se convertía en respeto

por cantarles aquí, en la misma tierra

de Manzanero, la Beltrán y Pedro Vargas…

Caminando en la alameda, me platicaba una anciana


“Pedro Infante está vivo, pasa todas las mañanas,”

y es que aquí, lo que se ama nunca muere…


México/Ricardo Arjona
Me quedo con la última frase.

Trufo y yo

Este es Trufo.

Antonio Gala dice que la palabra perro suena como mal. Y tiene razón. A un ser al que se le tiene tanto cariño, llamarle perro, suena no sé.. como a insulto.

Así que dejémoslo en: este es Trufo.

Hoy me siento con la necesidad de presentárselo, porque este animalito ha sacado mucho bueno de mí, y hoy está malito. Nada grave, pero un poco de capa caída.

Hace un año, pasamos por un episodio espantoso, que prefiero no recordar, y que gracias al Universo, yo no presencié, pero hoy al verlo así tan triste me he acordado. La persona que lo sufrió con él también está algo mimoso hoy, así que se los dedico a los dos, aunque en la foto solo salgamos Trufo y yo.

Como les decía Trufo ha vivido conmigo estos últimos tres años, y casi tenemos relatos para escribir un pequeño libro: la llegada a Fuerte, ataque de gatos, peleas por la comida, algunos ataques de celos incontrolables, viajes en barco, avión y coche…. En breve volveremos a coger los bártulos e irnos a nuestra casita, y por la cara que pone cuando se lo digo, tiene casi más ganas que yo. Algunas cosas más que tendremos que vivir…. Ya no me imagino mi vida sin él. Pase lo que pase, sé que mañana él estará a los pies de mi cama tirando de la manta, y aunque parezca mentira esto me da mucha tranquilidad.

Una familia no-perfecta

Tengo una familia postiza, que como casi todas, no es perfecta.

Las conozco desde que me salieron los dientes prácticamente, que para poder estar dentro de la imperfección que esta familia postiza requería, me salieron torcidos, con lo que tuve una ortodoncia durante tres años, contribuyendo una vez más a la imperfección que nos unía.

Somos como medios días y medias noches, tenemos pocas cosas en común, algunos intereses compartidos, y mucha necesidad de hablarnos, la mayor parte de las veces.

Somos capaces de reconocernos el estado de ánimo con solo oirnos las voces.

Ayer, aprovechando las circunstancias de estar en esta época del año en la que todo el mundo se reúne porque es lo que se estila, nos reunimos en casa de la peque, nos brindamos con truchas caseras de la niña del cuento, y mojamos pan en la salsa de doña detalles. Resolvimos unos cuantos problemas de las relaciones de cada una, de esas relaciones que la mayor parte nos quitan el sueño, y que son más llevaderas desde que las planteamos al resto de la familia y le ponemos solución en grupo.

En unos meses nos vamos de viaje las cuatro juntas, y aunque no es un viaje de sueño, tengo que decirles que lo pierdo desde que me acuerdo de que nos vamos, no saben las ganas que tengo de disfrutarlo!!!!

Chicas, de nuevo aprovechando el momento este de puro pasteleo y demagogia que trae la Navidad, les voy a decir que las quiero, y que aunque parezca algunas veces ausente, estoy aquí con cada una de ustedes. Ah! y saben que yo se los digo en cualquier época del año y de todo corazón.

Una montaña rusa, dicen

Ayer, le comentaba a mi madre que estoy leyendo un libro. Desde las dos primeras páginas me di cuenta de que este libro iba a cambiar mi vida. Así se lo dije. Y ella se echó a reír.

Me quedé mirándola sin entender muy bien aquellas risas. A lo que su respuesta fue: Claro así está tu vida como una montaña rusa, si cada libro que lees te cambia la vida, estás en función de lo que lees!!!.

No me llamó la atención lo que me dijo sobre los libros, sino que ante sus ojos mi vida sea una montaña rusa. Me puse a pensar en que tal vez la mayor parte de la gente que me rodea piense igual. Y la verdad…. No me siento para nada en una montaña rusa. Es cierto que mis cambios de humor pueden sucederse varias veces en un día, pero mi centro de gravedad físico y psíquico sigue estando en el mismo sitio.

No sé por qué siempre se tiende a pensar en las debilidades de los demás. Yo ante ellos soy muy variable y eso me hace débil y vulnerable, por eso hay que tener cierto cuidado conmigo….

Llega un punto en que me dan ganas de reir.

Me encanta variar, me encanta tomarme las cosas tan a pecho, y me encanta ser así de pasional. Bueno a veces no me gusta tanto, pero no sé tomarme la vida de otra forma, y me sentiría perdida si tuviera que medir mis sensaciones. Cuando río lo hago a mandíbula batiente hasta que las lágrimas salen de los ojos; y cuando lloro lo hago como Alicia dentro del bote. ¡Qué pena que no lo entiendan!

Se acabó el amor

¿Dónde está?. Que alguien me lo traiga!!!!

De un golpe, contundente y certero, le voy a cortar las alas. Después de confiscaré las flechas y el arco, y al final, lo dejaré encerrado en un cuarto oscuro, para que poco a poco se consuma con el tiempo.

Y si no que se hubiera andado con cuidado. ¿Qué es eso de andar disparando sin mirar?, ¿Sin evuluar daños ni consecuencias?. A lo mejor creyó, que el amor era solo eso, una enfermedad. Un estar sin comer, sin dormir, y con el estómago encogido, cuya curación a todo este mal era ser correspondido y estar acompañado “del otro”, “de tu mitad”….

¡Vamos hombre!!, y ¿A quién se le están olvidando los ataques de inseguirdad, los celos, la angustia, la irremediable necesidad de controlarlo todo?, que pasa, ¿que eso no es amor?.

Pues todo es un lote, y lo uno viene con lo otro. Ah!, y que hay de los desengaños??, de imaginarte y construirte a una persona cómo tu quieres creer que es, y luego darte de bruces con la realidad, y ver que tu persona amada es la pura imaginación de tus necesidades???. Dónde está el amor para sanarte en ese momento????, escondido entre los matorrales acechando a otra víctima. Pues se acabó, ahora cuando lo pille, se habrá acabado el amor para siempre.

Lo que hay que oír!!!

Y no lo digo por decir. Les cuento.

Cuando trabajaba en Las Palmas, mi jefe, era un forofo de Radio3. Todas las mañanas nos recibía escuchando una especie de contestador automático donde los oyentes llamaban y dejaban un mensaje, que minutos más tarde salía en antena. Después de eso venía: “Siglo XXI”, programa que hacía un recorrido sobre distintos tipos de música, y que en ocasiones era monográfico sobre un grupo o autor; recuerdo con fingido entusiasmo aquella semana de marzo del 2003 en la que todo el programa fue dedicado a “Los Tigres del Norte”, si supiera a ciencia cierta cuántos radio-oyentes tiene el programa, me inclinaría a pensar que Radio3 trataba de lanzar a estos chicos al estrellato. Bien, la programación musical, seguía con “El Ambigú”, que no sé si se escribe así, o es algún término catalán que se escribe de otra manera. El caso es que para eso ya eran las once de la mañana, y mis coleguis de curro y yo salíamos disparados a la cafetera porque dicho programa tenía tal poder soporífero que caíamos fulminados sobre el teclado como los protagonistas del anuncio de Flex. En aquellos momentos, todos soñábamos con estar en un despacho con radio propia, y no estar sometidos a escuchar lo que el jefe designara.

Hoy en día, yo tengo despacho-oficina (como se le quiera llamar, vamos, un cuartito de 3×5), con radio propia. Como saben los que por aquí pasan, estoy en Fuerteventura, y… después de todo este periplo por tener un cassette en mi oficina… en Fuerteventura, solo se sintoniza Radio3.

¿Pueden creerlo?.

Pensé, al menos tengo internet, y podré escuchar lo que se me antoje, ¡Ajá! el ordenador no tiene tarjeta de sonido, claro, si solamente se trabaja con el autocad, el office y un programa contable, ¿para qué el audio?.

Resumen: no tengo escapatoria, y mi sino va a ser seguir escuchando Siglo XXI, o terminar hablando con la máquina de café, con la esperanza de que algún día emita algún sonido distinto al del molinillo.