Mirar al cielo

Volver a caminar cada mañana además de ejercitarme, me da la oportunidad de mirar el cielo. Cada día el cielo siendo el mismo, es distinto. Como la rutina de la que vengo hablando todas estas semanas.

Desde hace unos años en mis power walks matutinos -les he cambiado el nombre porque yo no paseo, yo camino deprisa, y en inglés todo es mas cool, you know- empecé a hacerle una foto mensual al faro de la playa. Luego se me pierden las fotos, o no las localizo y mi idea se va al traste; pero mi objetivo es tener una foto mensual del faro desde la misma posición, para luego hacer un montaje de todas las fotos juntas y ver cómo cambia el faro en función del mes, durante el año. En la casa que visualizo desde hace años, ese cuadro va a estar a la entrada, en el hall, en la pared de la derecha. Ahora es el momento de decir: anda la flipada esta. Dilo, i don’t care. Estoy muy ocupada decidiendo qué planta voy a poner a la derecha de este cuadro.

La cosa es que salir a caminar y mirar el cielo, así a lo lejos, se ha convertido en una práctica diaria, y que noto que me beneficia de un día a otro. Luego vuelvo a casa, me alisto, y mis horas laborales me cunden el doble que antes, que me sentaba desde casi que me levantaba delante del ordenador.

Yo pensaba que era por el ejercicio y por respirar aire, pasar por la orilla de la mar… Pero mira tu que resulta que no. Hay ciertos estudios, probablemente del MIT, que reflejan que hacer estos ejercicios de mirar al horizonte o más allá, favorecen la concentración.

Mirar el cielo, y descubrir las nubes, el color y forma de éstas, los diferentes tonos que se dan, y todo lo que ese cielo de cada día refleja, es parte de mi meditación diaria. Me abstrae al tiempo que me da calma; y ahora que encima he encontrado base científica que valida esto que yo venía pensando, no puedo sino recomendártelo si necesitas concentración, coger aire, o simplemente deleitarte con las nubes.

Un comentario en “Mirar al cielo”

  1. …disfrutar la rutina de mirar al cielo y leerlo, leerlo en la calma, sin prisas, paseando por sus estrellas o por sus nubes, si las hay, por sus formas, por sus colores, saboreando cada verso, cada estrofa, cada párrafo, cada página del cielo abierto.

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