Hace doce años, por estas fechas, tenía una barriga considerable que me imposibilitaba la libertad de movimiento. Me hacía tremenda ilusión aquella barriga, tanta que por momentos pensé que la química de mi cerebro se había alterado y yo estaba bajo los efectos de alguna sustancia. Ciertamente lo estaba. La sustancia era la cantidad hormonal propia de un embarazo de 30 semanas.
Han pasado doce años. Todavía no tengo claro cómo lo he hecho realmente, pero aquí estamos. Sanas y cuerdas las dos.
Yo ya soy una señora de las cuatro décadas, como canta Ricardo Arjona. Bueno, casi cinco, no pretendo ni siquiera ocultarlo. Y ella… ella ya no es una niñita, anymore. Tampoco es una chica. Es esa cosa intermedia, niña-chica-adolescente, que parece estar en una montaña rusa la mayor parte del tiempo. Hay días que son de subida, y todos son risas y fiestas. Otros son de bajada, y hay un pero para todo.
Pero como escribo, aquí estamos las dos. Y estamos bien. Durante todos estos años, aunque no hemos estado pegadas como dos siamesas, si que he tenido pleno control de cómo y dónde estaba. En muchos círculos me han tachado de madre superprotectora, de criar con dependencia, de no asumir que tenía la edad que tiene. Sinceramente, y como diría Diego Dreyfuss, me vale madres… Por si no estás familiarizada con la jerga mexicana, te traduzco. “Me importa un pimiento”. Nunca me ha afectado lo más mínimo lo que otros/otras han pensado u opinado de mi crianza. Ni siquiera he dado una explicación de las normas o acuerdos se implantan en casa. Antes de tomar cualquier decisión que le afecte, ahora o dentro de diez años, he meditado concienzudamente qué camino tomar. Después de valorar todos los factores, he decidido, y punto.
Y yo estoy supervisando una maleta porque es la primera vez que la pajarita abandona el nido. Ella está nerviosa e ilusionada. Se va de vieje de fin de curso, con los compañeros con los que lleva desde los tres años. Aunque está acostumbrada a viajar, visitará un sitio que no conoce y lo hará de otra mano que no es la mia. Yo estoy también nerviosa e ilusionada.
Para ella es la primera vez de sentirse “mayor” y hacer cosas de persona con cierta independencia. Para mi es el test de todos estos años. Y no me refiero al test de saber si ella lo pasará bien, y no se meterá en líos, y no dará problemas. No, el test es otro. El test es para mi, para saber si realmente yo he construido una relación con apego seguro. Hemos hecho varios simulacros y los hemos superado satisfactoriamente, espero que apruebe este test también. Confío en mis recursos y en ella, y en todo el fokin trabajo que hemos hecho estos doce años.