Cada año por esta época me pongo en plan Mr.Propper… acabo de delatarme. Este señor calvo (¿se puede seguir diciendo calvo?) que luego cambió de nombre me sitúa en una época clara. Sí, señoras, me estoy despidiendo de la cuarta planta. Algo que me tortura y me persigue por días. No pensé que fuera a verme aquí, de nuevo.
Y digo de nuevo, porque se me está pareciendo lo que voy sintiendo, con lo que viví cuando pasé de la segunda a la tercera planta. Y no lo gestioné muy bien, para qué decir otra cosa. Lo llevé como el c**o. Espero que estos veinte años que han pasado y toda la terapia que me he pagado hagan su trabajo, y en esta ocasión, el tránsito no sea tan traumático.
Para no perder las costumbres que adquirí en esta última década ya me estoy preparando para la nueva estación.
Se acerca la primavera y como no quiero que me altere mucho, me anclo a las rutinas y tradiciones que he ido desarrollando en estos años.
Este año me he propuesto hacer la organización definitiva, (lo puedes ir leyendo aquí), ahora que lo pienso, igual tiene que ver también con lo de cumplir años que te contaba al principio. Siento una necesidad importante de deshacerme de cosas, y de tener pleno conocimiento de lo que tengo y guardo. Igual es que quiero entrar en el quinto piso ligera de equipaje. A ver, que me organizo con tiempo, que puede parecer que los cincuenta los cumplo mañana y todavía me queda año y medio, pero ya sabes, yo con anticipación y planificación. Que lo último que quiero es subirme el cortisol a base de estrés.
Para esta marikongada que es la organización de primavera, yo la planifico en 21 días, que no tienen que ser seguidos, ni tampoco en el orden en que los tengo en la tabla. Son 21 días durante la primavera, destinados a un concepto puntual en cada uno de los días.
Me imprimo la hojita y la pongo en la agenda, luego me toca arremangarme y meterme en los rincones que no suelo entrar. Esto es lo que llevo haciendo estos últimos años. No se trata de limpiar ni de ordenar, es más bien auditar. Coger un cajón y ver qué hay dentro, mirar fechas de caducidad, usos, utilidades, y ver que se hace con el artículo en concreto, si llevarlo a la basura, ponerlo en el grupo de whatsapp de la familia o dejarlo en el cajón.
La limpieza y organización de los espacios durante la primavera, se han vuelto tan típicos de mi vida como los bollos de cuaresma o el roscón de reyes. Y como dicen por ahí, cuando uno se enfoca, el entorno le colabora. O algo así. Me explico. Nunca sé bien cuándo es el día propicio para empezar. Me pongo a ver los resúmenes astrológicos por si me arrojan algo de luz, pero como no tengo conocimientos suficientes, no me dan información que yo sienta definitiva. He seguido esperando, hasta que ha llegado el temporal. Toda la semana pasada hemos tenido un auténtico temporal de viento y poca lluvia (con la falta que nos hace) que lo ha revuelto todo. Hasta a mí. Y esto era justo lo que necesitaba, un buen temporal que me alborotara por dentro y por fuera, para sentir que con la calma, es el momento oportuno para empezar con el decluttering de primavera.