Estoy estrenando una década como madre. Me cuesta pensarlo, bueno, más bien me cuesta asumirlo. De aquel bebé de dos kilos que vino deprisa, no queda casi nada.
Diez años. 120 meses. 43.800 días. ¿Y sabes qué? Me cuesta un montón recordar como era mi vida antes.
Desde que supe que estaba embarazada, se me cambió el cerebro, o lo que quiera que había ahí adentro. Y ya desde el primer mes de gestación decidí que la canción de mi monjeta era Antes, de Jorge Drexler. Porque además de ser preciosa, describe cien por cien lo que era mi realidad…
Antes que nada yo quiero aclarar
Que no es que estuviera tampoco pasándolo
Mal antes
Tampoco estaba pasándolo mal antes.
Más o menos así. Aunque si eres lector reincidente, también sabes que momentos bien oscuros, pues también los hubieron.
En estos diez años me ha dado tiempo de pensar, no mucho, criar una hija quita mucha energía. Hay que llevar un orden militar en los tiempos y en las energías, porque si no es muy fácil perderte, y cuando vienes a darte cuenta, estás en una rueda que arrastra la corriente, y que no te da tiempo ni a ver si te lo estás pasando bien o mal. Es como un revolcadura de la mar del norte.
Mi amiga Dácil, a la que le debo la mayoría de mi cordura mental, cuando Emma tenía poco más de dos meses, y ante mis quejas de “esta niña no duerme”, me dijo: tienes que acostarla antes. A las 7:00 pm, empiezas con la rutina del baño, y a las 8:00 como muy tarde, esa bebita tiene que estar en la cama. Yo creo que no le he agradecido lo suficiente ese tremendo tesoro de consejo. Desde ese momento, seguí sus indicaciones a pie juntillas. Diez años más tarde, seguimos acostándonos muy temprano, ahora a las 9:30, aunque algún día echamos una canilla al aire, y llegamos a las 11:00. Pero es algo muy muy extraordinario.
Esa rutina hizo que aquella bebé durmiera el tiempo recomendado a su edad, y yo tuviera un par de horas al día para estar en silencio mirándome los pies. Que no sabía que era tan importante, hasta que no tuve tiempo para hacerlo. Después, la niña empezó en el colegio, y las actividades, y la trabajera que es tener una vida de niña, hacía que llegara a la cama con todo el cansancio del mundo. Y así hasta hoy.
Yo cambié las horas de mirarme los pies de noche, a levantarme al alba, para mirarme las manos trabajar, o leer. También aseguro que esta rutina de mañana me ha mantenido cuerda hasta hoy.
Y así diez años. Un montón de vivencias, muchas canciones y bailes en el salón, excursiones, viajes, fiebres, caídas, dolores, bailes de fin de curso, zapatillas de ballet, “goodmorning my Little Darling”.. “¿mamá te digo algo?”… “no sabes lo que me pasó en el patio hoy”… “recoge la ropa”… “corre que llegamos tarde”.. “se acabó youtube”.. “marre mía..”.. “a la ducha”.. “hoy no me baño”..”que me quiero ir al Cotillo”.. “que hoy no vamos”… “esto es muy injusto”.. “¿compramos unas papitas?”… “me voy a ver a Roscoe”…
¿Y sabes que?.
No entiendo cómo podía vivir antes.
Jajajaja a tu amiga Dacil la conozco yo…y no está muy cuerda que digamos…