Tengo sobre las espaldas, las experiencias acumuladas durante casi tres décadas y media. Debería estar acostumbrada a muchas cosas, como el comportamiento de la gente que tengo más cerca, y que llevan acompañándome todo este tiempo. Sin embargo, que ElPatrón me llame un domingo en la mañana para darme la noticia de una defunción (el ciclo de la vida, nada que no esperemos), y pedirme que acuda “en su representación” a los actos propios de esos momentos, me sigue causando ciertos desajustes, en esta vida solitaria, e independiente, como si fuera un espíritu libre y suficiente, que llevo.
Aún así, la responsabilidad inculcada de ser la primogénita sigue siendo poderosa, y aún teniendo un discurso perfecto y muy válido para estos casos, solo alcanzo a decir: Sí papá, yo voy.
Así que un domingo que se presumía vegetativo sin más, se convierte en una ida rápida al aeropuerto, recogida de los 4 tíos paternos. Esa es la primera transformación que sufro: solamente verles las caras, y meterlos en el coche, se me cambia un poco el humor.
Consulta rápida al GPS (ElTécnico) particular, y rumbo al edificio en cuestión.
Los escasos 30 minutos de trayecto, se convierten en un rato tremendamente agradable, y la sensación de no querer dejar la compañía.
Una vez en el sitio, y abstrayéndome relativamente de lo que realmente me tenía allí, encuentro a otra familiar. Un saludo rápido, y las ganas, la necesidad, o puede ser que la empatía sentida y pocas veces vivida, nos enredan en una conversación que dura horas, y que me introduce de lleno en un proceso de identificación personal que pocas veces he tenido.
El día va acabando, y yo de nuevo, meto a mis 4 tíos en el coche para devolverlos AlTerruño, dando abrazos y besos, con indicaciones específicas para que los repartan allá.
De vuelta a casa, sigo pensando. Lo que inicialmente parece algo totalmente desagradable, aunque sea un trámite, se convierte en un día muy muy importante.
Sigo dándole vueltas a todo lo que ayer hablé, a todo lo que ayer escuché, a todo lo que ayer me dijeron.. Sigo dándole vueltas, y sigo sacando cosas en claro.
Serán los genes? Será la edad? Será el momento?… y sigo diciendo lo mismo que el sábado…
Si…. ya…… casualidad.
Yo digo que ha de ser una combinación de la edad con el momento, de pronto como que empiezo a ver atisbos de que me pase lo mismo a mí al tener contacto con la familia que no se ve seguido, pero después de un rato con ellos vuelvo a lo habitual…
Jejeje, estos "hechos" siempre conllevan encuentros con gente a la que hace tiempo que no ves, muchos de ellos agradables y, si no te toca muy de cerca, suelen haber momentos hasta divertidos.
un beso!!
Violeta, hola, participo en lo swapetines de este año y hemos coincidido en el patrón a tejer. Tengo una duda y me gustaría preguntarte. Mi mail es apuntesdeisthar@gmail.com.
Gracias de antemano.
besos
Sera la edad, pues. Aunque la añoranza tambien ayuda…