Esta mañana al volver al coche, para irme a casa después del trabajo, me encontré con un corazón en el espejo retrovisor.
Así de tierra tiene el pobre coche, que no merece que le preste tan poca atención, con lo atento y cumplidor que es conmigo. Si hay una tarea que me da pereza infinita es la de limpiar el coche. Y entre la tierra constante que hay por aquí, y una niña que tampoco es que sea extremadamente cuidadosa con lo que va dejando en la parte de atrás, donde campa como única usuaria, el coche parece un estercolero. No lo merece como digo, y pondré empeño en remediarlo, a ver si lo consigo.
Pero hoy, la tierra le sirvió a un artista que le pareció un perfecto lienzo para dejar un mensaje amoroso. No hace tanto, o sí.. espera que cuento… pues igual sí que hace tanto. Nada más y nada menos que 10 años, cuando en otro coche, lleno igual de tierra, me dejaron un mensaje mientras trabajaba en la obra. En aquella ocasión me puse frenética, porque el mensaje era una etiqueta de posesión que un nosécómocalificarlo quiso ponerme; hoy me dio ternura, porque un corazón siempre sale de una persona contenta, enamorada, puede que incluso ilusionada.. no sé, yo diría que ese corazón venía de una persona feliz.
Cuando MiMariposita salió del cole, me preguntó pícara, si el coche tenía algo distinto. No supe bien qué contestarle, porque me parecía raro que me preguntara por el corazón. Al ver mi cara de extrañeza, tuvo a bien darme la explicación completa: te dejé un corazón en el espejo, para que no te olvides de que te quiero cuando estás trabajando.
Me temblaron las piernas, un poco. Esta niña tiene la extraña habilidad de sorprenderme, cada día. Pero lo mejor, es que me reafirma, es una persona feliz, que es lo que más me importa.
¡Pues sí, ese corazón venía de una persona feliz…!