La oportunidad y la opción, que lo pongo en inglés, porque estoy a fondo con el tema. Pero eso forma parte de un plan de acción con cierto retorcimiento, que prefiero no contarte o hacerlo en otro momento.
A priori, igual te parece que es lo mismo. Tener una oportunidad o una opción. A mí me lo parecía también. Hasta que rasqué. Ya sabes que rascar aunque no pique es de mis tareas favoritas en la vida.
La oportunidad, para mí, surge. Es como una ventana que te muestra algo. Puedes tener la oportunidad de conocer a alguien, de hacer algo por ti, de hacer algo por otros. Una oportunidad es una circunstancia. Que se de, puede depender de ti o no. Lo que depende de ti es lo que harás con esa oportunidad. Una vez la tienes delante, tu tienes la opción de aprovecharla o no. De tomarla o de dejarla pasar.
Una opción, es la posibilidad de elegir. Si no tienes opciones, no puedes elegir.
Por esto, me he volcado en generar opciones, que es de lo que yo puedo ser responsable. Buscarlas, conocerlas, o incluso fabricarlas. Cada día me entreno un poquito en tener varias opciones sobre lo que quiera que esté haciendo o viviendo.
Este mes, que me he centrado en cuidar mis telómeros y ser valiente, he tomado las opciones pertinentes con las oportunidades que se me presentaron.
Hace unas semanas se hizo público una jornada cuyos ponentes son un chute al cuidado de mis telómeros. Siendo valiente, y teniendo en cuenta una serie de cuestiones logísticas, he estudiado la oportunidad que tenía de aprovechar esta jornada. Y una vez hecho el estudio, he optado por no perdérmela.
La oportunidad se dio, yo dije sí. Aquí está bien clara la diferencia.